Fue una de las primeras entidades financieras en aplicar, con datos y objetivos concretos, un compromiso real contra el cambio climático y la reducción de la huella de carbono en su actividad. ING acaba de presentar la evolución de su hoja de ruta para alinear su cartera de crédito a los objetivos climáticos del Acuerdo de París.
Entre las principales novedades de este segundo informe ‘Terra’ está la inclusión de la evolución de nuevos sectores como el upstream de petróleo y el gas, sobre el que la entidad mantiene un compromiso de reducir en un 19% su financiación de 2019 a 2040.
No se trata solo de limitar el crédito a estas compañías, sino de acompañarlas hacia un nuevo modelo de ‘negocio bajo en carbono’. En concreto, desde la entidad especifican a Invertia que “la financiación del sector oil & gas fue de 3.986 millones de euros en 2019 y seguimos el camino de transición energética para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París que se recogen en el Escenario de Desarrollo Sostenible de la AIE”.
El objetivo implica que la cifra total de financiación a este sector rondará los 3.200 millones en el periodo establecido. Wafaa Ermilate, directora de Energía e Infraestructuras de ING España y Portugal, insiste en que “saber dónde estamos actualmente es esencial para poder ser capaces de definir un rumbo hacia el mundo con bajas emisiones de carbono que necesitamos en el futuro y ‘Terra’ nos ayuda a guiar nuestras decisiones sobre financiación”.
En concreto, el informe mide los avances (o no) del banco en sus objetivos de aumentar el peso del ‘verde’ en su cartera de crédito total, repasando la evolución de préstamos a sectores como automoción, generación de energía, inmobiliario residencial, inmobiliario comercial y cemento, a los que este año se suman combustibles fósiles, aviación, acero y navegación. Todos ellos sectores, según indican desde la entidad, responsables de un 75% de las emisiones totales en el mundo”.
Hoja de ruta
“Los nueve sectores están en su mayoría en camino para la alineación climática, con progresos todavía necesarios en algunos”, explican desde la entidad. Los datos del informe reflejan que se están produciendo avances en todos los frentes.
Por ejemplo, en su cartera de 'real estate', la firma registró el pasado año un incremento del 65% en los inmuebles con etiqueta de eficiencia energética A-C. En total, la cartera crediticia de ING ha superado en un 8,1% la tasa de eficiencia anual que se marcó como objetivo.
En cuanto a los combustibles fósiles, que además de gas y petróleo incluye el carbón, desde ING recuerdan que su quema para generar energía genera el 65% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
La clave de su éxito está en un ‘mix’ de actuación en el que, por un lado, limitan la financiación a sectores que deben rebajar su producción para cumplir con los objetivos contra el cambio climático y, por el otro, les ayudan para transformar su negocio hacia modelos más verdes. ING recuerda en este punto que el pasado año financió proyectos de generación de energía renovable por 1.900 millones de euros, al tiempo que redujo su exposición directa a las centrales eléctricas de carbón en un 22%.
Tendencia en el sector
Hace poco más de un año, 130 bancos de todo el mundo firmaron los principios de banca responsable, pero pocos son los que detallan tan específicamente la evolución de sus objetivos verdes. En España, entidades como Santander o BBVA ya incluyen en sus cuentas trimestrales cifras de financiación o inversión sostenible.
En el caso de BBVA, la entidad forma parte de un grupo conocido como los ‘bancos de Katowice’ junto a BNP Paribas, Société Générale, Standard Chartered y la propia ING, que desarrollan y siguen de cerca metodologías conjuntas para alinear sus carteras de crédito con los objetivos del Acuerdo de París sobre cambio climático, estableciendo incluso umbrales máximos de porcentajes para financiar a los sectores económicos responsables.
Del mismo modo, los principales bancos españoles firmaron en Madrid un compromiso conjunto para reducir la huella de carbono en sus carteras de crédito. Una medida que llegó después de que el Banco Mundial anunciase que dejaría de financiar cualquier proyecto relacionado con el petróleo y el gas, excepto en los países que dependan de ello para acceder a la energía. Un ejemplo que, como ING, cada vez pueden seguir un mayor número de entidades.