Fotografía de una llave con un llavero de una casa.

Fotografía de una llave con un llavero de una casa. Istock

Invertia

Los inquilinos pueden seguir en la vivienda aunque el casero no quiera renovarles según la ley

Mariana Goya
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El alquiler, refiriéndonos a la vivienda, se está convirtiendo un tema cada vez más delicado a tratar. Por un lado, quienes quieren vivir de alquiler opinan que los caseros están aprovechándose de la coyuntura e inflando los precios. Por otro, los propietarios piden más garantías ante la posibilidad de impagos o que los arrendatarios acaben convirtiéndose en inquiokupas.

Ante esta tesitura, quienes ya viven de alquiler, pero tienen que renovarlo, cruzan los dedos para que el arrendador acabe dándoles 'otra oportunidad' y continuar en la vivienda. O que a este se le pasen determinadas circunstancias que supondrán la renovación automática del mismo.

A continuación, te contamos cuáles son esas circunstancias que pueden hacer que el inquilino acabe sonriendo porque se alarga el periodo en el que tiene derecho a estar en la vivienda. 

La duración de los contratos de alquiler

“La duración será la que libremente pacten propietario e inquilino. No obstante, para los contratos firmados a partir del 6 de marzo de 2019, si el plazo pactado fuera inferior a cinco años –cuando el arrendador sea persona física– o a siete –si fuera persona jurídica– el contrato se prorrogará automáticamente hasta llegar a esos 5 o 7 años, por plazos anuales”.

Así lo explica el Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana (Mivau). Recordemos que, con la ley anterior, este plazo era únicamente de hasta 3 años. Y matiza: “La prórroga no se producirá si el arrendatario comunica al arrendador con al menos 30 días de antelación a la finalización del plazo pactado o de cualquiera de sus prórrogas anuales su intención de no renovar”. Así queda recogido en el artículo 9 de la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU).

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Transcurridos esos cinco primeros años, o siete si el arrendador es persona jurídica, y si ninguna de las partes hubiese notificado su voluntad de no renovarlo, "el contrato se prorrogará por plazos anuales hasta un máximo de tres años más", matiza el Mivau. Si se echa la vista atrás, a la ley anterior, esta prórroga tácita era sólo de 1 año.

Por tanto, y a modo de resumen, si se lleva en la casa menos de 5 años, el contrato se prorroga de forma automática hasta llegar al lustro. En el supuesto de que el casero no quiere renovar el contrato durante este periodo, el inquilino tendría derecho a permanecer en la vivienda.

Otros casos 

Según lo dicho anteriormente, el casero no puede recuperar la vivienda antes de que acabe el contrato salvo en la siguiente circunstancia: que la necesite para él mismo o para un familiar en primer grado (padres, hijos y cónyuge). En este caso, debe avisar con dos meses de antelación siempre y cuando la opción estuviese recogida en el contrato.

Otro caso: puede darse la circunstancia de que el contrato esté a punto de llegar a su quinto año y el arrendador no quiera renovarlo. Para que así sea, debe notificarlo con al menos cuatro meses de antelación a la fecha de vencimiento. Si se hace con menos tiempo, la notificación no tendrá validez y el contrato se prorrogará otros tres años más. Así queda recogido en el artículo 10 de la LAU. 

Por último, un tercer supuesto. Si el arrendatario ya está dentro de esa prórroga de tres años más, será él el que pueda no renovar el contrato. Por tanto, será el casero quien deba de hacerlo, según el artículo 10 de la LAU.

“Durante estos tres años, el inquilino podrá comunicar su voluntad de no renovar con un mes de antelación a la fecha de terminación de cualquiera de las anualidades”, subrayan desde el Mivau.