Un centro de bioeconomía rural con una creciente colaboración empresarial basada en la I+D+i puede convertirse en un pilar fundamental para dinamizar un territorio castigado por la despoblación.
Y, si no, que se lo pregunten a la provincia de Teruel. Esta provincia, que podría considerarse como una de las más angustiadas por esta lacra social, está volcada en cualquier actividad que surja de un centro de estas características.
Dependiente del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (Cita), el Centro de Bioeconomía Rural de Teruel (cuyas siglas son CitaTE) lleva años apostando por una serie de proyectos de innovación y tecnología relacionados con el medio ambiente y, con ello, está ayudando a cohesionar el territorio.
Es más, en los últimos tiempos, ha intensificado sus acciones colaborativas, tal y como el propio centro reconoció hace escasas fechas.
Ha sido clave en este sentido el mapeo del territorio turolense con el fin de establecer nuevas relaciones de trabajo con todos los actores para multiplicar efectos y pasar de la estrategia a la acción.
Hasta la fecha, según indica el CitaTE, "se han mantenido un total de 45 reuniones con diversas entidades, empresas, asociaciones, cooperativas con un resultado muy positivo".
Entre los objetivos de esta nueva etapa del centro está seguir fomentando la colaboración con los centros de I+D+i, los sectores agroalimentario, forestal y medioambiental aragonés y los agentes sociales para avanzar hacia un nuevo modelo económico más eficiente y sostenible.
Un ejemplo con drones
El CitaTE ya lleva camino recorrido. De hecho, esta trabajando en algunos proyectos interesantes que contribuyen a ese objetivo en el que quiere implicar a todo el ecosistema económico de la provincia.
Uno de estos proyectos, el presentado más recientemente, que utiliza aviones no tripulados, lleva por nombre 'La gestión forestal como herramienta revitalizadora del monte bajo de quercíneas: reactivación de sumideros de carbono y otros servicios ecosistémicos' (CO2PPICE).
Este mes de mayo arrancó este proyecto en la localidad de Añón de Moncayo, con vuelos con drones de alta resolución. Estos drones permiten reconstruir la estructura del bosque, para estimar la biomasa y modelizar el microclima del sotobosque, para lo que se contó con la colaboración de la empresa Aeromedia.
El dron LiDAR está equipado con un sensor óptico activo que emite pulsos láser hacia la superficie, mientras se desplaza a través de rutas de topografía específicas. A partir del retraso entre la emisión del pulso y la recepción de su reflejo, genera una nube de puntos de muy alta densidad (más de 300 puntos /m2) que permite reconstruir la estructura tridimensional del bosque.
La hipótesis general de este proyecto es que la gestión adaptativa de los montes bajos reviejados, originalmente dirigida a reducir su vulnerabilidad, también mejoraría los balances de carbono y agua, además de promover múltiples servicios ecosistémicos forestales.
Con este tipo de proyectos, el objetivo de fijar población en este tipo de territorios es posible y deja de ser una especie de quimera.
Un paseo innovador por La Garcipollera
Pero si hablamos de innovación e investigación en Aragón para intentar fijar población es inevitable mencionar la finca experimental La Garcipollera, ubicada en Huesca y que forma parte también del entremado del Cica.
La Garcipollera es única en España por su localización, infraestructuras, líneas de trabajo y papel en la sociedad. Desde 1985 se dedica al estudio de la agricultura y ganadería de montaña.
Entre sus principales objetivos, está la caracterización productiva de las razas autóctonas del Pirineo, así como el estudio de los factores ambientales y de manejo que influyen en la productividad de los rebaños.
En el ámbito de la fruticultura, se recuperan y caracterizan variedades tradicionales que pueden ser la base de una industria local de transformación. Todo ello, a través de la investigación y la innovación.
A lo largo de su historia, la Garcipollera y sus investigadores han participado en 75 proyectos de investigación de ámbito autonómico, nacional e internacional, con 250 publicaciones científicas, 300 contribuciones a congresos y 20 tesis doctorales.
La consejera de Ciencia, Universidad y Sociedad del Conocimiento, Maru Díaz, pudo comprobar de primera mano algunos de estos proyectos en una visita reciente. Tres de los siete proyectos que se llevan a cabo allí cuentan con financiación europea.
Productividad global del ganado vacuno
El proyecto OPTIBOVIS persigue mejorar la productividad global de los rebaños de vacuno de carne extensivos de la comarca de la Jacetania.
Su finalidad es hacer frente a los limitados índices de fertilidad y tasa de destete de terneros que presenta la cabaña de vacas nodrizas y acercarse lo más posible al objetivo de producir un ternero por vaca y año, a través de elementos innovadores y nuevas estrategias de manejo, según han explicado la jefa de Producción y Sanidad animal, Mireia Blanco, y la investigadora Albina Sanz.
Este proyecto surgió tras la creación de un grupo de cooperación, compuesto por el Cita, la Comarca de la Jacetania y como beneficiarios, las dos Asociaciones de Defensa Sanitaria (ADS) de vacuno de la comarca, Bisaurín y Viejo Aragón.
El censo total cercano a las 5.000 vacas nodrizas, más del 10% de la cabaña aragonesa.
Simulación por ordenador para rumiantes
Otro de los proyectos que se desarrollan en La Garcipollera es el PRIMA ADAPT-HERD, que busca estrategias para mejorar la eficiencia y resiliencia en base a las capacidades de los pequeños rumiantes.
La investigadora Marga Joy de la Unidad de Producción y Sanidad Animal explicó durante la visita cómo el principal efecto del cambio climático es inducir cambios en la disponibilidad de recursos alimenticios y cómo el desafío pasa por encontrar soluciones prácticas para el manejo del rebaño y minimizar el riesgo del ganadero.
Así, el proyecto trata de desarrollar herramientas de simulación por ordenador para explorar diferentes escenarios de cambio climático y estrategias de gestión y evaluar sus efectos en la eficiencia y resiliencia de cada explotación.
Por último, el proyecto PDR COOPGREEN evalúa el potencial de ciertas variedades frutales locales para su desarrollo en zonas de montaña y como alternativa a las economías locales. Explicó el proyecto la investigadora Pilar Errea, perteneciente a la Unidad de Hortofruticultura.
La consejera recalcó que "esta finca experimental y los proyectos científicos que aquí se desarrollan son el mejor ejemplo del camino que debemos seguir para el desarrollo de nuestro medio rural y luchar, de verdad, contra la despoblación".
Además, afirmó que "hay que apostar por un modelo de desarrollo con perspectiva de futuro, que aproveche el territorio y sus recursos, pero que no lo destruya, ni lo esquilme".