Tecnológicas
Willard: “Hay quienes usan blockchain bajo un prisma del siglo XX”
El experto en blockchain Rik Willard anticipa revoluciones en la industria musical o el 'retail' y anticipa su 'commoditización' para 2023rn
5 noviembre, 2018 07:00Con permiso de la ciberseguridad o la inteligencia artificial, blockchain es el término de moda en el panorama tecnológico de nuestros días. Una tendencia en pleno auge que no escapa de un cierto momento de hype: mientras IDC habla de un gasto en blockchain de más de 1.500 millones de dólares este mismo curso, su gran rival Gartner alerta de que no debemos sobreestimar el impacto de esta innovación en el corto plazo. En opinión de estos analistas, apenas el 1% de las grandes compañías han implantado las cadenas de bloques distribuidas de algún modo y otro escaso 8% planea hacerlo en el futuro inminente.
Burbujas aparte, a nadie se le escapan las enormes posibilidades de esta tecnología, que pasan principalmente por la visibilidad e inmutabilidad de la información procesada a través de la red. "Su valor diferencial es que una vez introducidos los datos no puedes modificarlos. Eso tiene su parte buena y su parte negativa, porque si la información es errónea no puede alterarse", explica a INNOVADORES Rik Willard, uno de los mayores expertos en blockchain del mundo, fundador y director de Agentic Group (una asociación de más de 50 empresas que busca promover esta clase de soluciones en diferentes sectores).
Para Willard, no cabe ninguna duda de que el blockchain acabará impregnando todas las capas de actividad, hasta el punto de desaparecer como concepto en sí mismo: "Yo no se cómo arreglar mi coche cuando se estropea, simplemente sé que debería funcionar. Y con blockchain ocurrirá lo mismo, porque el nombre no es importante, se convertirá en una commodity en cinco años, y tan solo hemos de fijarnos en otros antecedentes de la tecnología para darnos cuenta de ello. Por ejemplo, en 1993 había gente que pagaba 650.00 dólares por una web y ahora la podemos hacer por 12 dólares al mes".
Es muy manido el debate sobre el impacto de las cadenas de bloques sobre el sector financiero, pero quizás no lo es tanto en otras parcelas como la musical, que para este gurú se antoja esencial. "En 2012 estaba trabajando en una fintech y uno de los miembros de nuestra junta directiva acabó fichando por Virgin Records para ser su CEO. Se dieron cuenta, ya entonces, que en una economia basada en tokens, todo se iba a gestionar sobre blockchain: derechos digitales, smart contracts, crowdfunding, loyalty y marketing... Todo su negocio tradicional acabaría desapareciendo y la industria de las discográficas no existiría en este nuevo ecosistema. Lo que hizo Virgin fue convertirse en el Nasdaq de la música, sirviendo como un mercado donde comerciar e interrelacionar esos tokens".
Ese es solo un ejemplo, pero Rik Willard no olvida otro de los casos de uso más publicitados, el de la alimentación... aunque con puntualizaciones. "Blockchain nos permite crear una trazabilidad completa de cualquier proceso, algo especialmente útil por ejemplo en los alimentos, ya que podemos conocer todo lo que le ha sucedido a ese producto, desde el fertilizante que se ha utilizado hasta cuándo y cómo ha llegado al supermercado", explica el experto.
"Sin embargo, casos tan comentados como el de Walmart son al mismo tiempo un buen y un mal ejemplo, porque el proceso se ha hecho de arriba a abajo. Es una forma de pensar del siglo XX con tecnología del siglo XXI. Para mi tiene mucho más valor lo que estamos haciendo con pequeños productores de cerveza en Arizona, quienes se organizan en grupo para controlar la cadena de valor". Entonces, ¿puede convertirse blockchain en una herramienta para el empoderamiento de los pequeños actores de la economía? Willard no titubea al respecto: "Si usas blockchain para darle más poder a la gente que ya tiene poder, pierdes. Si usas blockchain para darle más poder a la gente de abajo, ganas. Tan simple y tan complicado".
Eso lleva irremediablemente a cuestionarnos el rol de los gobiernos en un mundo descentralizado y, en teoría, autorregulado. "Los gobiernos no dejarán de ser gobiernos porque la descentralización es un mito: es imposible para los seres humanos, al menos en 50 o 60 años", sentencia Willard.