“Hace poco le preguntaron a Amancio Ortega qué suelo prefería para una de sus nuevas tiendas. Se quedó mirando y preguntó: ‘¿Cuál se limpia mejor?’ Al final se puso ése, el que se limpiaba mejor”. Esta anécdota del fundador de Inditex, que narra a EL ESPAÑOL el periodista Xabier R. Blanco, autor de uno de los pocos libros sobre el empresario (Amancio Ortega, de cero a Zara), explica cómo es la persona que este viernes, por unas horas, se convirtió en el hombre más rico del mundo.
Por primera vez, aunque fuera por poco tiempo, un español se colocó al frente de la lista de los más poderosos que elabora Forbes gracias a su fortuna de 76.800 millones de dólares. Perdió el liderazgo a manos de Bill Gates, el cofundador de Microsoft. Un mano a mano por encabezar un podio, en parte simbólico, que varía a golpe de cotización. “Es curioso que el mercado haya convertido a Amancio Ortega en el hombre más rico del mundo, cuando él no cree en la bolsa”, asegura Blanco.
Ortega nunca ha concedido una entrevista a un medio de comunicación. No da conferencias aunque su figura se estudie en las escuelas de negocio. No hay vídeos en Internet en los que explique cómo creó su imperio. No estudió una carrera. Y no cree en la bolsa. No es un empresario al uso. Tampoco le ha hecho falta.
El sentido del dinero
“Hace tiempo le preguntaron qué le parecía que las escuelas de negocio le estudiaran como modelo y contestó que, para él, lo importante son tres cosas: tienda, tienda y tienda”, explica Blanco. Para su libro no contó con el apoyo explícito del empresario, aunque tampoco le puso impedimentos. “Amancio Ortega no me abrió puertas, pero tampoco me cerró ventanas. Le estoy agradecido. No pudimos hablar con su familia, pero sí con todos los que le ayudaron a crear el imperio. Le preguntaron a Amancio si podían hablar y hablaron”.
La única biografía de Ortega que, a día de hoy, ha contado con su autorización es la que escribió Covadonga O’Shea. “Me parece una injusticia que el mundo no sepa lo que haces, por qué lo haces y el sentido que el dinero tiene para ti. Has revolucionado el mundo de la moda, lo has transformado, lo has democratizado y has conseguido hacer asequible el buen gusto a la inmensa mayoría de gente que jamás se podría haber vestido bien”. Así explicaba en 2008 O’Shea cómo había logrado convencer al empresario para contar con su visto bueno de cara a la elaboración del libro Así es Amancio Ortega, el hombre que creó Zara.
La semilla de Zara
Para conocer el origen de Ortega (al que dicen que su familia llama Cholo) hay que ir a la pequeña localidad leonesa de Busdongo de Arbas. Allí nació porque era donde trabajaba su padre como ferroviario. Pero está más ligado a Valoria la Buena, el pueblo vallisoletano de su madre, donde llegó a tener una bodega. Y todavía más a Galicia, a Arteixo, la localidad de 30.000 habitantes, donde está su empresa; y a O Parrote, la zona de A Coruña donde vive y en la que es habitual verle pasear.
Y para encontrar la raíz de Zara hay que remontarse a hace 50 años. “La primera empresa que creó Amancio Ortega fue en 1963. Ahora están muy de moda los garajes, pues también se creó en un garaje”, argumentaba Pablo Isla, el actual presidente de Inditex, hace sólo unas semanas en una conferencia en A Coruña. Era la textil GOA (las iniciales de Ortega pero al revés). Allí confeccionaba batas y albornoces.
Ocho años después nació el primer Zara, en A Coruña. “Siempre tuvo en mente tener contacto con el cliente”, decía Isla. De allí, a Madrid, a París, a Nueva York. Y, ahora, a 6.777 tiendas en 88 países. Primero fue Zara, luego compró Massimo Dutti y creció poco a poco con nuevas enseñas (Bershka, Pull & Bear, Zara Home, Stradivarius, Uterqüe... ). Hoy tiene 137.000 trabajadores.
Hoy Amancio no puede entenderse sin su sucesor. “Pablo Isla es un traje hecho para el patrón de Ortega”, asegura Xabier R. Blanco. En 2011, con 75 años, le cedió el testigo. Entonces, Isla tenía 47 y no fue una sorpresa. Era su delfín desde 2005, cuando llegó a la compañía gallega procedente de la tabacalera Altadis para sustituir a José María Castellano.
Isla ha seguido su ejemplo en todo. “Nuestra cultura respira Amancio Ortega por todas partes. El espíritu emprendedor, el inconformismo, la autocrítica, la ambición pero siempre con humildad, el nosotros y no el yo, sobre todo en los éxitos; en los desaciertos asumir la responsabilidad; gestionar como una pequeña empresa pero siendo conscientes de que somos una gran empresa; gente con iniciativa y que tome decisiones y asumiendo riesgos. Una empresa dura y exigente, con mucha identificación y con promoción interna”, resumía Isla en la citada conferencia al hablar de la "filosofía" del grupo.
Cambiar para seguir igual
En Galicia, en A Coruña, sí se habla de cambios en Ortega. Sigue siendo discreto pero ahora viaja con su barco Valoria (como el pueblo de su madre) a Mónaco, no a la costa gallega. Unos cambios en los que han influido las aficiones de su segunda hija, Marta Ortega, a quien ha acompañado a competiciones de hípica. Por ejemplo, a Mónaco, donde se han captado algunas de las pocas imágenes que hay del empresario.
Su hija siempre ha sonado como su sucesora. Inditex nunca lo ha confirmado. Ha trabajado en la empresa, en distintas áreas. A pie de tienda. De ella se ha hablado en prensa, de su boda y de su separación. Pero Marta Ortega tampoco ha dado ninguna entrevista. Ni la segunda esposa del empresario, Flora Perez Margote. Ella es vocal en el consejo de administración de Inditex en representación de Gartler, una de las dos sociedades con las que Ortega controla casi el 60% de las acciones de la multinacional.
También trabajan en Inditex dos de los hermanos de Flora Pérez, Óscar y Jorge, quienes ocupan puestos directivos en dos marcas del grupo. Quien no trabaja en Arteixo es la primera hija de Amancio, Sandra, hija de Rosalía Mera, la mano derecha en la creación del imperio Inditex. Tras el fallecimiento de Mera, Sandra, de quien casi no hay imágenes públicas, se ha centrado en la Fundación Paideia, que creó su madre. De ella es el 5% de las acciones del grupo textil. De ella, tampoco hay declaraciones.