Hubo un tiempo en el que turistas españoles esperaban pacientemente para entrar en la tienda Abercrombie & Fitch en la Quinta Avenida neoyorquina. Esperaban para adquirir camisetas con el nombre de la marca impreso y para fotografiarse con los modelos de la firma que aguardaban tras la puerta. Entonces, hace menos de una década, España tenía tirón para Abercrombie. Por eso, en 2011, decidió abrir su primer establecimiento en España. Eligió Madrid.
Contra pronóstico, la enseña estadounidense no desembarcó en pleno centro de la ciudad, tampoco en una de las áreas más comerciales, sino en el extremo de una de ellas. Lo hizo en la Plaza del Marqués de Salamanca, en una localización que aspiraba a ser exclusiva. Un palacete en el barrio más caro, el mismo al que da nombre el aristócrata del siglo XIX.
Abercrombie apostó por un edificio señorial de más de 1.300 metros cuadrados, que ya había sido objeto de algún intento fallido como espacio comercial (por ejemplo, albergó a la enseña andaluza Aguas de Sevilla). Con él, la empresa entonces dirigida por Mike Jeffreis pretendía ampliar el área comercial de Ortega y Gasset, la denominada ‘milla de oro’ de la capital, en la que están casi todas las tiendas de renombre, desde Chanel a Valentino. Allí están las marcas que atraen al turismo de compras.
La enseña estadounidense acordó un alquiler de 1,32 millones euros anuales, por un periodo de 10 años. Y no consiguió su objetivo. “Creía que ubicándose en la Plaza del Marqués de Salamanca las tiendas de Ortega y Gasset iban a ir hasta allí. Y no ha pasado. Tiene sentido que busque una nueva ubicación, en el centro. Allí sí van los turistas y los que van a comprar a la tienda de Apple en la Puerta del Sol. Ese es su público objetivo”, señala el responsable de una consultora inmobiliaria habituado a buscar localizaciones para las principales cadenas de distribución textil.
Movimiento hacia Sol
Para recuperar el brillo al que aspiraba, Abercrombie & Fitch estudia ubicarse en el nuevo (y polémico) complejo Canalejas. “Ya están negociando su ubicación allí”, señalan fuentes cercanas a la operación. La empresa, que no ha contestado a la solicitud de información por parte de EL ESPAÑOL, sería así uno de los primeros inquilinos del complejo que está desarrollando el grupo constructor OHL.
El denominado Centro Canalejas Madrid, que ocupará las antiguas sedes madrileñas del banco Central Hispano, Banesto y Zaragozano, estará en pleno corazón de la ciudad, en el eje entre las calles Alcalá, la Carrera de San Jerónimo y la propia plaza de Canalejas. Cuando se abran sus puertas, además de un hotel Four Seasons y de viviendas de lujo, albergará un espacio comercial de cerca de 16.000 metros cuadrados.
Será un centro comercial urbano que supondrá un cambio en la oferta de la zona. Ahora, la calle con los alquileres comerciales más caros de Madrid es Preciados, entre Sol y Callao, a 3.000 euros el metro cuadrado. Pero Canalejas busca un perfil de marcas diferente. Quiere tener firmas que hasta ahora no se han desplazado al eje de Sol-Gran Vía. Desplazar la ‘milla de oro’ más cerca del kilómetro cero. Y ahí es donde entra Abercrombie.
El negocio ‘made in Spain’ de Abercrombie
Con su modelo comercial actual, Abercrombie & Fitch vende en España más de 46,2 millones de euros, según la última memoria que ha publicado en el Registro Mercantil, correspondiente al ejercicio concluido el 31 de enero de 2014. Y gana algo más de un millón de euros.
Además de la tienda Abercrombie -bajo la enseña que da nombre al grupo de distribución- la empresa norteamericana cuenta con otra marca ‘pequeña’. Se trata de Hollister, dirigida al mismo tipo de cliente pero cuyas tiendas están situadas, casi siempre, en centros comerciales. A día de hoy, en España hay diez ‘Hollisters’.
En conjunto, por el alquiler de sus tiendas -todas propias, porque no cuenta con franquicias- tiene comprometidos arrendamientos por más de 29 millones de euros. La mayoría de ellos, 16 millones, para un plazo de entre uno y cinco años.
La sociedad española, está integrada en Grupo Abercrombie & Fitch Europe, según explica en la citada memoria, que tiene su sede social en Suiza y cuya sociedad dominante es la estadounidense Abercrombie & Fitch.
También reconoce que mantiene “abiertos a posible inspección fiscal los principales impuestos para los ejercicios anuales terminados el 31 de enero de 2011, 2012, 2013 y 2014 [todos los que lleva operando en España] a excepción del impuesto sobre sociedades que también lo está para el ejercicio anual terminado el 31 de enero 2010”. Abercrombie explica que “los administradores de la sociedad consideran que se han practicado adecuadamente las liquidaciones de los mencionados impuestos” y que “en caso de materializarse, no afectarían de manera significativa” a sus cuentas.
Su polémico ex consejero delegado
Más allá de España, los últimos no han sido años fáciles para Abercrombie & Fitch aunque ahora parece que ha recuperado cierto aire. Un momento clave fue la marcha de su ex consejero delegado Mike Jeffries que abandonó el barco en diciembre del pasado año. Lo hizo después de once trimestres consecutivos de caída de ingresos comparables, los que se consiguen en las tiendas abiertas durante más de un año y que demuestran la salud del negocio textil.
“Nuestra ropa no es para todo el mundo, ni puede serlo”, aseguró Jeffreis en una entrevista que le costó su puesto. “¿Somos excluyentes? Por supuesto”. Fue su sentencia. Desde su marcha, Abercrombie está cambiando de estrategia, dando pasos como bajar la música de sus establecimientos e iluminarlos mejor, dos de las que eran sus señas de identidad.
En el último trimestre, sus ventas volvieron a caer (un 3,6%), hasta 878 millones de dólares, pero mejoraron las previsiones de los analistas y su acción se tomó un respiro. Hoy, la compañía ronda en bolsa los 1.660 millones de dólares. Cada acción cuesta cerca de 25 dólares. Hace cuatro años valía el triple.