Manuel Sánchez Ortega fue el hombre clave de Abengoa hasta el pasado mes de mayo desde su puesto de consejero delegado. Era la cara visible de la compañía ante los inversores, la persona que hablaba de la evolución de la empresa y de los pasos que estaba dando para reestructurarse. Y ahora, la firma de inversión en la que trabaja, será uno de los principales actores con los que lidiará la firma andaluza para tratar de evitar su liquidación.
Hoy forma parte de la plantilla del gigante de la inversión BlackRock, uno de los principales tenedores de bonos de la compañía. Hasta 2021, el grupo controlado por la familia Benjumea tiene que afrontar vencimientos por valor de 3.500 millones de euros.
BlackRock, junto a otra gestora, Sothic Capital Management, llevará la voz cantante en las negociaciones que ya se han iniciado. Pero ese no es el único papel que tienen las dos compañías, las dos tienen posiciones bajistas en las acciones de la compañía, por lo que se benefician de su caída en bolsa.
Experto en infraestructuras
La firma de inversión declina comentar con EL ESPAÑOL cuál es su papel en las negociaciones. Sí reconocen, sin embargo, que Sánchez Ortega forma parte de su plantilla. Se incorporó a ella el pasado mes de julio, sólo dos meses después de abandonar Abengoa para tratar de calmar los ánimos de los inversores.
Sánchez Ortega forma parte de la división de BlackRock especializada en infraestructuras en América Latina. Labor que lleva a cabo desde Estados Unidos, desde Nueva York, según indica la firma.
Su día a día, sobre el papel, no tiene estaría vinculado a las negociaciones sobre la reestructuración de deuda de Abengoa. Su indemnización de la firma andaluza depende de ello. El directivo abandonó la compañía con una indemnización en el bolsillo, a pesar de que, al cierre del ejercicio 2014, la empresa aseguró a la CNMV que sus directivos no contaban con ningún tipo de blindaje.
Pese a lo que dijo al regulador bursátil, Sánchez Ortega lo tenía y vinculado a la consecución de objetivos y a no fichar por alguien de la competencia. De partida, su marcha conllevaba una indemnización de 4,484 millones de euros derivados de la “obligación de no competencia postcontractual”. Esa cifra equivalía al 100% de la retribución percibida el año anterior.
A esos casi 4,5 millones se suman otros 3,3 millones de euros que Sánchez Ortega “sólo devengará una vez formuladas y auditadas las cuentas anuales de la sociedad correspondientes al ejercicio 2015”. Es decir, sólo los cobrará si la empresa logra los objetivos de ventas y resultado que se marcó en agosto (por ejemplo, elevar sus ingresos entre un 2% y un 8%). A día de hoy, dado que le quedan menos de cuatro meses para negociar con sus acreedores y evitar el preconcurso, hablar de objetivos parece una utopía pero, si los alcanza, tendría derecho a solicitarlos.
Indemnización “poco ejemplar”, según De Guindos
Pero su indemnización, que se suma a los más de 11 millones que percibirá su expresidente hasta septiembre Felipe Benjumea, está bajo la lupa del Gobierno. Este martes, el ministro de Economía, Luis de Guindos, aseguró que las indemnizaciones de los exdirectivos, son “poco ejemplares” y que ha dado a los acreedores públicos de Abengoa (ICO, Cofides y Cesce) “instrucciones de analizarlas”.
También los minoritarios de Abengoa dudan de la gestión de los exdirectivos de Abengoa. Les llevarán a los tribunales por incumplir la Ley del Mercado de Valores. Según la Asociación Española de Accionistas Minoritarios de Empresas Cotizadas (Aemec), los gestores de Abengoa no informaron adecuadamente al mercado. Y la CNMV, en su opinión, tampoco actuó con diligencia al no escuchar sus solicitudes de información para conocer la situación real de la empresa andaluza.
La jugada ‘en corto’ de BlackRock
Además de tener un papel clave en las negociaciones, BlackRock ha sido una de las principales firmas que, en los últimos meses ‘ha apostado’ por la caída en Bolsa de Abengoa. La firma de inversión controla actualmente, según los registros de la CNMV, el 0,24% del accionariado de Abengoa bajo la figura de las ‘posiciones cortas’. Bajo este concepto se trata de pedir prestado acciones para venderlas y recomprarlas a un precio más barato y, después, devolverlas.
BlackRock actúa como en posiciones cortas como tenedora, gestionando para terceros, pero es llamativo como, en los últimos meses, ha ido recortando su peso en Abengoa. A mediados de octubre, según los registros de la CNMV, tenía el 0,8%. Hoy tiene la cuarta parte.
Unas negociaciones que van para largo
Las negociaciones de Abengoa con sus acreedores comenzaron el lunes y, según fuentes próximas a ellas, se prolongarán durante semanas. Se apurarán plazos porque nadie quiere dar la batalla por perdida y pensar que una quita es la única solución.
Entre los bonistas con exposición a Abengoa, además de BlackRock, están AIG, Invesco, D.E. Shaw, Varde Partners y Centerbridge Partners, según Bloomberg. Su intermediación con la compañía andaluza está liderada por el banco de inversión Houlihan Lokey y el bufete Clifford Chance. Entre los dos, ya han hablado con más de 50 inversores que tienen en cartera bonos de la empresa energética.
Los bonistas han solicitado a la compañía información sobre sus vencimientos en el corto plazo. Sólo el próximo año, la empresa tendrá que ‘devolver’ deuda por valor de más de 1.000 millones de euros.
También quieren conocer la situación financiera de la empresa sus bancos acreedores. En total, cerca de 200 bancos mantienen un saldo acreedor con Abengoa, pero sólo siete se sentarán en la mesa de negociación. Se trata del denominado steering committee, una figura habitual en este tipo de negociaciones. En él están cinco bancos españoles (Santander, Sabadell, CaixaBank, Bankia y Popular), además del HSBC y Crédit Agricole, según indican fuentes financieras.
Los bancos quieren saber cómo está por dentro Abengoa. Por eso, han pedido a la firma de consultoría y auditoría KPMG que calcule cuál es la posición de caja de la compañía, es decir, cuánto dinero es capaz de generar con su actividad para saber en qué medida será capaz de afrontar su deuda.
No es la primera vez que KPMG hace una valoración sobre la compañía de los Benjumea. Hace sólo unas semanas cifró en 250 millones de euros sus necesidades inmediatas de financiación. Esos 250 millones iban a ser cubiertos por la familia Riberas, los dueños de Gestamp, hasta que la banca comprobó que esa inversión llevaba aparejada la renegociación de otros 1.500 millones. La banca dijo no y precipitó la caída del grupo en el preconcurso.