La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha hecho sonar este jueves la señal de alarma. El organismo que agrupa a las principales economías industrializadas del mundo ha avisado de los riesgos crecientes de una nueva crisis financiera y económica. La única manera de evitarla es que los Gobiernos adopten medidas “urgentes” y concertadas para relajar la austeridad y aumentar la inversión pública. Los estímulos monetarios de los bancos centrales no son suficientes.
Los primeros signos de la crisis empiezan ya a manifestarse. La OCDE rebaja hasta el 3% su previsión de crecimiento para la economía mundial este año, tres décimas menos de lo que había calculado en noviembre. Es un ritmo similar al de 2015, que ya fue el más lento de los últimos cinco años.
El empeoramiento afecta a Estados Unidos, cuya economía avanzará un 2% (cinco décimas menos) y a la eurozona, que sólo crecerá un 1,4% en 2016 (cuatro décimas menos) por la debilidad de Alemania, Francia e Italia. El más perjudicado es Brasil, cuya recesión será mucho más grave de lo previsto. Su economía se contraerá este año un 4%.
El comercio y la inversión siguen dando muestras de debilidad y lo mismo ocurre con la demanda, lo que está conduciendo a un clima de baja inflación generalizada y “crecimiento inadecuado” de los salarios y el empleo. El organismo presidido por el mexicano Ángel Gurría ve “riesgos sustanciales” para la estabilidad financiera, que ya han comenzado a materializarse con la caída de las bolsas y la alta volatilidad. Otro peligro es la vulnerabilidad de algunas economías emergentes a movimientos rápidos en los tipos de cambio y al alto nivel de deuda.
Hay margen para aumentar el gasto público
“Se necesita una respuesta colectiva más fuerte para reforzar la demanda”, reclama la OCDE. La política monetaria “no puede hacerlo en solitario”. Hasta ahora, las medidas de estímulo adoptadas por el Banco Central Europeo o por el Banco de Japón “han sido insuficientes para generar un crecimiento satisfactorio”, aunque deben mantenerse hasta que la inflación muestre signos claros de recuperación. Por ello, “se requiere un mayor uso de las palancas presupuestaria y estructural”.
Para la OCDE, la política fiscal “es ahora contractiva en muchas economías importantes” y “se necesita una nueva estrategia”. “Los Gobiernos en muchos países tienen ahora la capacidad de pedir prestado para largos periodos a tipos de interés muy bajos, lo que de hecho aumenta su espacio presupuestario. Muchos países tienen margen para una expansión fiscal que refuerce la demanda”, insiste el organismo basado en París.
Un compromiso colectivo de las principales economías del mundo para aumentar la inversión pública “impulsaría la demanda y al mismo tiempo permitiría seguir en una senda fiscalmente sostenible”. El gasto en inversión, alega la OCDE, tiene un efecto multiplicador sobre el crecimiento, mientras que los proyectos de infraestructuras de calidad darían soporte al crecimiento en el futuro. Todo ello debe completarse con reformas estructurales para mejorar la competitividad, que en los últimos años se han ralentizado.
La UE, un riesgo para el resto del mundo
El informe de la OCDE es especialmente crítico con lo que está ocurriendo en la eurozona y en la UE. La aplicación del plan de inversiones de 315.000 millones de euros ideado por el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, es “decepcionante”. “Se necesita más ambición para hacer que las instituciones europeas sean más favorables al crecimiento y a la productividad”, señala el estudio.
La UE se enfrenta a “retos crecientes” debido a la crisis de los refugiados, las amenazas exteriores a la seguridad, la impopularidad de las medidas de austeridad y “las fuerzas centrífugas en varios países”. Esta incertidumbre amenaza con reducir todavía más la inversión y “podría conducir a condiciones de financiación más difíciles, que deprimirían el ya débil crecimiento en Europa y en el resto del mundo”. “Europa necesita recuperar su sentido de identidad y hablar con una sola voz para promover la unidad y el crecimiento”, reclama la OCDE.