Mariano Rajoy, presidente en funciones, se ha enfundado esta mañana el traje de candidato del PP a la reelección en un acto organizado por el PP, la Convención sobre el Pacto por el crecimiento y el empleo, y que bien podría pasar por un evento de campaña electoral. Todo estaba preparado: varios dirigentes ‘populares’ entre el público, fieles expectantes y varias soflamas para encender los ánimos en el discurso. Y, lo que no podía faltar, las frases a medio construir del presidente.
Rajoy ha defendido la política económica de su Gobierno y la herencia que deja a quien venga detrás. “Tampoco estará tan mal este país”, ha asegurado el presidente en funciones, “tenemos una estructura del bienestar como yo no conozco en muchos sitios del mundo”. Y animó al resto de partidos que tanto critican su gestión económica a que alcen la voz: “Si alguien tiene que contarnos cosas, que tal…”.
Hay que hacer una evaluación de la rentabilidad social y ecónomica de las infraestructuras
En su reflexión sobre la política económica que debería seguir el país en la próxima legislatura ha tenido un papel clave el análisis de la inversión en infraestructuras. España necesita ahora pensar en qué gasta su dinero y no se pueden repetir los errores del pasado, algunos de los cuales muy próximos a su gestión y la de su partido. Por eso es necesario estudiar qué se va a construir, ya que “por las carreteras tienen que ir coches y de los aeropuertos tienen que salir aviones”. Una premisa que en muchas ocasiones no se ha realizado en España, la de estudiar los proyectos.
Rajoy ha realizado un llamamiento al conjunto de fuerzas políticas para que los próximos proyectos de inversión que se paguen con dinero público tengan “una evaluación de la rentabilidad social y económica de las infraestructuras”. Una propuesta que se aproxima mucho a lo que ya ha demandado Ciudadanos y que en su momento el equipo del PP criticó con dureza. De lo que no ha dicho nada es del último boom inversor de España: el AVE.
Los pilares de Rajoy
Rajoy ha asegurado que su economía se ha construido sobre tres pilares que, o bien están a medio hacer, o bien los han levantado otras fuerzas ajenas a su Gobierno. El primer pilar ha sido la consolidación presupuestaria. Ha dicho: “Las administraciones públicas han reducido…”, pero la frase se quedó en el aire, y tuvo que cerrarla con “el déficit público ha caído a la mitad en la legislatura”.
En efecto, no le falta razón, el déficit público todavía sigue siendo un problema y sigue cargando más deuda. Ayer mismo se conoció que el pasivo del Estado cerró el año en un nuevo máximo histórico: 1,07 billones de euros, un 3,5% más que en 2014 y un 50% más que cuando empezó su legislatura. De hecho, la Comisión Europea ha dado un tirón de orejas al Gobierno, pidiéndole que controle los desmanes de las comunidades autónomas. El Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) que ha permitido a las regiones financiarse gratis sin casi dar explicaciones es visto desde Bruselas como parte del problema más que como parte de la solución.
Por las carreteras tienen que ir coches y de los aeropuertos tienen que salir aviones
El segundo pilar de Rajoy es el saneamiento del sector financiero que, en sus palabras, “es capital para que la economía funcione”. En efecto, la solvencia de la banca es hoy un punto fuerte de España, pero conviene recordar que ha sido un movimiento orquestado a nivel europeo (con las nuevas exigencias del BCE y la CE) y supranacional con los requerimientos del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB). Y, en segundo lugar, que se ha hecho gracias al rescate que el PP tanto ha negado, pero que ha sido lo que ha permitido al Estado sanear el balance de las antiguas cajas de ahorro.
Tampoco estará tan mal el país, tenemos una estructura del bienestar como yo no conozco en muchos sitios del mundo
El tercer pilar son las reformas estructurales aprobadas para dotar de más “flexibilidad y competitividad a la economía”. Entre ellas se incluye la reforma laboral, que no ha conseguido llevar el empleo hasta el nivel que tenía cuando Rajoy entró en el Gobierno. También está la reforma energética, que ha conseguido que en 2015 se redujese la deuda del sistema eléctrico un 7%.