Es un hecho. Android, propiedad de Google (Alphabet), ha construido una posición dominante como software de los teléfonos móviles. Es el sistema que los hace funcionar y sobre el que corren el resto de aplicaciones que han revolucionado la manera en que se consumen contenidos digitales tales como libros, películas, vídeo o se consulta el email. Su cuota mundial roza el 70% de actividad, tres veces más que el segundo (el iOS de Apple), amén de que el resto de sistemas son irrelevantes en términos de cuota de mercado. Esto no siempre fue así: hasta 2012, Android no se convirtió en el primero de la lista.
Según las autoridades comunitarias de la UE, este ascenso ha asfixiado la competencia en el sector y perjudica a los consumidores por la falta de innovación. La Comisión Europea, a través de Margrethe Vestager, acusa a la tecnológica estadounidense de forzar la preinstalación de su buscador en los móviles que llevan Android, así como del resto de aplicaciones de más éxito: Youtube, Gmail, Maps, Calendar… Desde Bruselas también consideran que los fabricantes no pueden usar versiones modificadas de Android y ven con malos ojos que la empresa estadounidense pague, por ejemplo, cientos de millones a los fabricantes para que pongan como buscador por defecto a Google.
Según Google, no hay nada más innovador que Android, de ahí su éxito entre los consumidores. Es el mismo mensaje que lanzó en la primavera de 2015 cuando Bruselas, bajo la dirección del entonces comisario Joaquín Almunia -antecesor de Vestagger-, inició el expediente contra el buscador, aunque entonces centrándose en la protección de datos y el uso cruzado de estos entre los distintos productos de Google. Desde entonces, las reuniones entre la empresa y las autoridades europeas no han parado de sucederse. En los últimos 14 meses se han producido más de 67 reuniones con los nueve miembros de la Comisión (incluidos los tres vicepresidentes), cinco directores generales, y el Secretario General de la Comisión Europea
La tecnológica reaccionó rápido entonces a la mayoría de requerimientos de Bruselas e instauró un registro único para todos sus servicios. Sin embargo, los otros dos frentes (Android y búsquedas) siguen abiertos. Hay mucho dinero en juego: si se confirman las acusaciones, la Comisión puede imponer a Google una multa de hasta el 10% de su volumen de negocios (es decir, unos 7.000 millones de dólares) por cada uno de los casos.
¿Google es la nueva Microsoft?
Hasta ahora, el récord de sanciones de Bruselas por abuso de posición dominante lo ostenta Microsoft, con más de 2.200 millones de euros en total. Es el gran precedente de los procesos antimonopolio comunitarios. La historia acabó con una batería de multas sobre la compañía de Bill Gates a lo largo de los años. La primera de las sanciones llegó en 2004 por abuso de posición dominante (497 millones de euros). La segunda en 2006 por no facilitar alternativas a la competencia (280 millones). La tercera por el cobro abusivo de licencias a los fabricantes (900 millones) en 2008. La cuarta, y una de las principales causas por las que Bruselas comenzó el proceso fue por, entre otras cosas, por preinstalar ‘Internet Explorer’ en su sistema operativo Windows llegó en 2013 (561 millones).
“No es un caso como el de Microsoft, que no permitía instalar otras aplicaciones. No tiene nada que ver o es muy diferente que el caso de Google (...) Nosotros distribuimos las apps como un ‘suite’ (pack) conjunta, pero no es exclusiva. No se paga nada, el sistema operativo es de uso gratuito, no pagamos a nadie ni nadie nos paga a nosotros.
Nuestros acuerdos son voluntarios. Los fabricantes pueden utilizar Android sin las apps de Google o con ellas, como decidan. Pueden descargarse Android y construir un teléfono sin participación de Google. No es exclusivo ni restrictivo porque pueden instalar las apps de la competencia en cualquier caso. De cara a los usuarios, no hay límites para aplicaciones que no sean de Google”, según fuentes próximas al buscador, que defiende que ha creado un entorno muy competitivo a través de un dato: más de 50.000 millones de Apps se han descargado a través de Android -principalmente, Google Playstore- desde su creación.
Apple, ¿el siguiente?
En 2007, recién nacido el iPhone de Apple, Android dio sus primeros pasos como sistema operativo móvil apadrinado por Google. El buscador había comprado esta compañía en 2004 y mantuvo al frente a su fundador Andy Rubin, considerado el padre de Android. Se trata de un software libre que cualquier puede usar fuera de la esfera de Google. Es el responsable de que un enrabietado Steve Jobs (Apple) amenazase con destruirlo en los tribunales por considerarlo un robo y plagio del software que portaban sus iPhones.
Bruselas tiene en marcha distintos procesos sobre estas dos grandes empresas que marcarán también su estrategia para con las demás empresas digitales de Silicon Valley, como pueden ser Facebook o Amazon, entre otras. En materia fiscal, Irlanda es la clave. Allí han establecido su base de operaciones europea la mayoría de tecnológicas de EEUU y desde Irlanda facturan las ventas que realizan en otros países de la Unión. Es el caso de Apple.
Su dinero en caja (efectivo o activos líquidos a corto plazo) ronda los 180.000 millones de dólares, pero gran parte de ese dinero lo ha ido generando y acumulando desde su filial en Irlanda a lo largo de año. Es uno de los territorios que ayuda a rebajar su factura fiscal y que le permitió realizar operaciones corporativas tan extrañas como la de la irlandesa Beats, una empresa de auriculares por la que pagó unos 3.000 millones, y cuya compra ayudó a regatear al fisco.
Bruselas cree que Apple se ha beneficiado de acuerdos especiales en materia fiscal en ese país. Lo considera como ayuda de estado a una empresa y la devolución retroactiva de esas supuestas ayudas podría superar los 5.000 millones de euros. La situación es similar para Amazon, aunque en el caso del grupo de comercio electrónico lo que se está investigando es su pacto fiscal con Luxemburgo, otro de los estados con fiscalidad ventajosa para las multinacionales.