A principios de abril, la salida de Grecia del euro volvía a estar sobre la mesa. El gobierno de Alexis Tsipras se enzarzó en una guerra abierta con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la propia troika no lograba ponerse de acuerdo sobre los recortes exigidos a Atenas. La reunión informal de ministros de Economía de la eurozona celebrada este viernes ha servido para calmar las aguas. El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, se ha propuesto cerrar un acuerdo el jueves que viene que incluiría un alivio de la deuda griega y garantizaría así la participación del FMI en el tercer rescate de 86.000 millones de euros.
El organismo dirigido por Christine Lagarde se desmarcó del acuerdo alcanzado por la UE y Atenas en julio del año pasado para frenar en el último minuto el Grexit. El problema está en que el FMI no se cree las cifras que manejan los europeos. Bruselas exige a Grecia un superávit primario (sin tener en cuenta los intereses de la deuda) del 3,5% del PIB a partir de 2018. Es la única forma, sostiene, de que Atenas reduzca su abultada deuda, que se sitúa ya en el 176,9% del PIB, y la sitúe en una senda sostenible, de forma que no necesite ya más rescates.
El bloqueo de las negociaciones
Para el FMI estos números no son realistas. Con las medidas de ajuste propuestas por Tsipras y aceptadas ya por la Comisión, es imposible alcanzar un superávit primario del 3,5% y mantenerlo en el tiempo, ha repetido Lagarde este viernes. Insiste en que Grecia necesita un alivio de la deuda por parte de sus socios europeos. El FMI sólo participará en el tercer rescate si se cumple esta condición. Pero Alemania no ve necesaria una reestructuración de la deuda griega, al menos ahora. Al mismo tiempo, quiere que el FMI esté en el programa de asistencia financiera porque no se fía de un Ejecutivo comunitario al que considera demasiado permisivo.
Estaba previsto que la primera revisión del rescate se concluyera el pasado otoño. Pero los desacuerdos dentro de la troika y la resistencia del gobierno de Tsipras a los recortes han bloqueado las negociaciones durante semanas. “Espero que pueda concluirse pronto porque la situación de liquidez empieza a complicarse”, ha dicho el director del fondo de rescate de la UE (MEDE), Klaus Regling. Atenas no recibe dinero del rescate desde diciembre, en los próximos meses hay importantes vencimientos y existe el riesgo de que el gobierno heleno vuelva a retrasar pagos a proveedores.
Las líneas del compromiso
El Eurogrupo de Amsterdam ha servido para reducir esta brecha, que amenazaba con hacer naufragar de nuevo el rescate griego, y para perfilar los contornos de un posible acuerdo. Su presidente, el socialista holandés Jeroen Dijsselbloem, ha dicho que el pacto está “muy cerca” en cuestiones sensibles como la reforma de las pensiones, el impuesto sobre la renta, el tratamiento de los créditos morosos y el establecimiento de un fondo de privatización.
También se ha encontrado una solución para cubrir la diferencia entre las cifras de Bruselas y las del FMI. Grecia deberá aprobar recortes equivalentes al 3% del PIB que deben entrar en vigor de forma inmediata. Pero además, tendrá que adoptar un paquete de ajustes extra (del 2% del PIB), que sólo se activarán si Atenas incumple las metas de superávit. No obstante, estos ajustes extra deberán legislarse ya ahora. Y su entrada en vigor será automática, sin que el gobierno griego pueda frenarlos.
Una de las cuestiones pendientes de acordar son precisamente los detalles de este paquete contingente. El ministro de Finanzas griego, Euclides Tsakalotos, ya ha hecho público su escepticismo sobre la exigencia de que estos recortes se legislen de antemano.
La reestructuración de la deuda
El otro tema que sigue siendo difícil es la reestructuración de la deuda que exige el FMI y pide también el gobierno Tsipras. Dijsselbloem ha repetido que “no hay apoyo en el Eurogrupo para una quita en el valor nominal de la deuda”. Es decir, los países miembros no están dispuestos a asumir pérdidas en el dinero prestado a Atenas. Pero sí hay acuerdo (se supone que también de Berlín) para otras medidas de reestructuración, como alargar los vencimientos y los periodos de gracia, ha dicho Dijsselbloem.
Aunque se aprueben ahora, estas medidas de alivio de la deuda no entrarán en vigor de inmediato, sino que se activarían en el futuro cuando sea necesario, ha dicho Dijsselbloem. Por su parte, Lagarde ha dejado claro que el FMI no ve imprescindible una quita y considera que las medidas de reestructuración que maneja el Eurogrupo podrían ser suficientes. No obstante, en ningún momento se ha comprometido a participar en el tercer rescate ni ha precisado cuánto dinero podría poner el Fondo. Esta es una de las incógnitas más importantes porque reduciría la factura de los europeos.
El jefe del Eurogrupo aspira a cerrar un acuerdo sobre las tres cuestiones (los recortes que deberá aplicar Grecia, el paquete contingente de medidas extras y el alivio de la deuda) en una reunión extraordinaria el próximo jueves. Pero las líneas del compromiso son frágiles y el proceso todavía podría descarrilar.