Al margen de las discusiones cortoplacistas, el envejecimiento de la población es uno de los grandes retos a los que se enfrenta España para las próximas décadas. A medida que la generación del baby boom vaya entrando en la edad de jubilarse, la carga sobre las cuentas públicas será mayor y mayor. Pero no es sólo un problema del número de beneficiarios, también es de la vida media de cada uno y de la cuantía de la pensión. Tres factores que convierten el problema del envejecimiento en una bomba de relojería que alguien tendrá que desactivar.
Los partidos políticos son conscientes del problema, pero ninguno se atreve a dar el primer paso. Una de las medidas que ha asumido la mayor parte de la ciudadanía es que las pensiones que se recibirán serán menores, sin embargo, en los últimos años, el gasto de la Seguridad Social no ha dejado de aumentar. Esto no significa que se revaloricen las pensiones ya existentes, sino que las nuevas son más altas y, por tanto, suben tanto la jubilación media como el gasto total.
El mejor dato que refleja la subida de la factura de la Seguridad Social es el número de pensiones de jubilación que superan los 2.000 euros mensuales: desde el año 2005 se ha disparado un 808%. En abril de 2005 había 91.000 privilegiados con una pensión mensual superior a los 2.000 euros y en abril de este año, hay 851.000 beneficiarios, según los datos publicados el martes por la Seguridad Social. También se ha incrementado con fuerza el número de pensionistas que cobran entre 1.500 y 2.000 euros, aunque a un ritmo menor, en total son un 262% más.
En el extremo opuesto están las pensiones más bajas, que dejan a sus beneficiarios en serio riesgo de pobreza, aquellas que no llegan ni a 500 euros mensuales. Si hasta mediados de la década de los dos mil este grupo era el mayoritario, con más de 2,2 millones de pensiones, ahora hay un 62% menos. La mayor parte de estos jubilados dieron el salto al grupo superior entre 2006 y 2007. Mientras tanto se siguen incorporando personas a la jubilación en el tramo alto de rentas, lo que implica también un desembolso creciente para la Seguridad Social.
Esto explica que la mayoría de los pensionistas que tienen su paga congelada, o casi congelada, leen continuamente en la prensa que los gastos del sistema no dejan de aumentar. Aunque su prestación no suba, sí que lo hace la pensión media, ya que los nuevos jubilados se incorporan con pagas altas. De este modo, la factura de las pensiones de jubilación casi se ha duplicado desde el año 2005: en abril de este año el gasto total fue de 5.930 millones de euros y en el mismo mes de 2005 fue de 3.180 millones.
La renta de los jubilados
A medida que la hucha de las pensiones se vacía, los trabajadores comprenden que la prestación que les quedará cuando se jubilen no se acercará ni de lejos a las que se pagan hoy. Sin embargo, no se ponen soluciones. La situación de muchos jubilados hoy es más que holgada. Privilegiada.
Así lo demuestra la Encuesta de Condiciones de Vida que publicó el martes el INE correspondiente al año 2014. Entre todos los datos que publica de situación de los hogares y los ciudadanos, destaca la posición privilegiada de casi la mitad de los jubilados. El 58% de los jubilados se encuentran por encima de renta mediana de los españoles y el 46% se sitúan en la parte alta, en los cuatro deciles superiores (cada decil es un 10% de la población). Y se trata de renta, esto es, sus ingresos anuales, no su patrimonio.
Y, los más beneficiados son uno de cada cuatro jubilados que están en los dos deciles superiores de rentas. ¿Qué significa esto? Que en el 20% de la población española con mayor renta está uno de cada cuatro jubilados. De hecho, en el decil donde más jubilados hay es en el más alto: ahí está el 12,8% de los jubilados. Por supuesto, dentro de la renta no sólo se incluyen las pensiones, sino que se incluyen todos los ingresos, la mayor parte son la rentabilidad del capital (ahorro), pero también se incluyen ingresos como los derechos de autor o patentes.
El resultado es que una parte de los jubilados tienen una posición económica privilegiada al mismo tiempo que la Seguridad Social se desangra. Sin embargo, el debate no tiene que centrarse necesariamente en reducir la cuantía de las pensiones, o rebajar el tope máximo para igualar las rentas, sino que pueden mantenerse los niveles actuales y financiarlas con cargo a Presupuestos. En otras palabras, pagar una parte de la factura de la jubilación con impuestos en vez de hacerlo de forma íntegra con las cotizaciones a la Seguridad Social.
El sistema de pensiones ha demostrado ser imprescindible durante la crisis, por lo que todos los partidos políticos quieren garantizar su supervivencia. No hay más que ver cómo ha conseguido sacar a muchas personas del tramo más bajo de las rentas. En 2007 había un 8,2% de los parados dentro del primer decil de rentas, esto es, entre el 10% con menores ingresos de España. Este porcentaje se ha reducido en 4,5 veces y en 2014 sólo quedaba un 1,8% de los jubilados en esta situación. En el segundo decil la situación es similar: ha pasado del 12,4% en 2007 al 6,4% de 2015.
Sin embargo, no toda esta recuperación se debe a la subida de las pensiones, sino que está afectada por la fuerte caída que han sufrido las clases más bajas. Por ejemplo, el umbral que separa el primer decil del segundo se situaba en 2007 en 6.249,1 euros y siete años más tarde había caído por debajo de 5.000 euros, esto es, un 20% menos. La conclusión es que, con este deterioro de las rentas de la población más desfavorecida, el mantenimiento de las pensiones ha sido una tabla de salvación para muchas familias en los peores años de la crisis.