El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, se muestra cada mes que pasa más cansado con la pasividad de los gobiernos de la eurozona. No hay más que comprobar que en cada reunión dedica una parte creciente a pedir reformas estructurales que favorezcan el crecimiento en la región. Hoy ha querido ir un paso más lejos y ha concretado cuáles son sus exigencias, ya que nunca había sido tan específico. Además, ha querido ser muy claro para que todos los gobernantes de la eurozona se den por aludidos: “Se necesitan reformas en todos los países para contribuir a un crecimiento más sostenible”, aunque ha reconocido que “tienen que ser diferentes en función de los países”. Los estímulos puestos en marcha en los últimos años por el BCE han ayudado a la economía, pero sin la ayuda de las políticas fiscales, tienen un recorrido limitado.
Se necesitan reformas en todos los países para contribuir a un crecimiento más sostenible
Para Draghi, el foco prioritario tiene que ser “elevar la productividad”. Esta será la forma para atraer la inversión, ya que será más rentable, lo que supondrá un impulso para el empleo. Al mismo tiempo, también se necesita “una política fiscal favorable al crecimiento”, en otras palabras, un impulso presupuestario que venga de la reducción de impuestos o del aumento de la inversión pública.
En este punto, Draghi ha celebrado la extensión del Plan Juncker, que “debería ayudar a conseguir este ejercicio”. También ha señalado que la recuperación de los mercados de capitales deberían ser un apoyo a las empresas para conseguir financiación y poner en marcha sus proyectos de inversión. Sólo con estas medidas la eurozona podrá elevar su PIB potencial, lo que permitirá “hacerse más fuerte a los desequilibrios del exterior e incrementar el crecimiento sostenible”.
Es necesaria una una política fiscal favorable al crecimiento y reformas que eleven la productividad
Las previsiones económicas del BCE responden a esta lectura que hace Draghi de la economía de la eurozona. Así, el buen comportamiento del consumo interno, favorecido por la creación de empleo y el precio del petróleo, permite elevar su estimación de crecimiento para este año del 1,4% que apuntaba en marzo al 1,6%. Para 2017 mantiene su previsión en el 1,7%, pero, ya de cara a 2018, la institución rebaja una décima su estimación para el PIB, del 1,8% al 1,7%. Esta previsión está estimando que, al margen de los factores cíclicos que existen actualmente, la eurozona todavía necesita elevar su crecimiento potencial para que a medio plazo el PIB pueda avanzar a un ritmo más elevado y con mayor solidez ante los desequilibrios externos.
Los tipos negativos
El BCE ha mantenido sin cambios su política monetaria, lo que significa que los tipos de interés siguen en mínimos históricos. El tipo de interés principal sigue en el 0%, pero la facilidad de depósito, esto es, el tipo de interés que aplica a los bancos por dejar en el BCE su dinero, sigue en negativo, el -0,4%. En otras palabras, el BCE cobra a los bancos por su exceso de liquidez. El resultado es que los tipos de interés de todo el mercado han caído hasta mínimos históricos y están ahogando la rentabilidad de los bancos.
Draghi se defendió de las protestas de muchos banqueros, como fue el caso de la presidenta del Santander, Ana Botín, y del presidente del BBVA, Francisco González. “Los tipos bajos son consecuencia de la debilidad de la economía”, ha asegurado Draghi. Por este motivo, estos tipos bajos son una ayuda para recuperar el crecimiento y la inflación, lo que debería permitir que los tipos de interés vuelvan a subir a medio plazo.
Los tipos de interés bajos son consecuencia de la debilidad de la economía
Sin embargo, todavía queda un largo periodo con los tipos en negativo. De hecho, el BCE seguirá inyectando dinero al sistema con su programa de compra de bonos públicos y privados (el QE), “al menos hasta marzo de 2017”. Y los tipos de interés oficiales todavía tardarán en subir un tiempo desde que se acabe el QE. En Estados Unidos, por ejemplo, la primera subida de tipos vino más de un año después del final de su QE3.
De hecho, el BCE todavía no ha implementado todas las medidas que tiene anunciadas, por lo que los estímulos monetarios continuarán en los próximos meses. El 8 de junio empezará su Programa de Compra del Sector Corporativo (CSPP, por sus siglas en inglés), con el que adquirirá bonos de empresas que tengan un alto nivel de solvencia. De esta manera también pretende rebajar los costes de financiación del sector privado para reanimar la inflación.
Además, el 22 de junio realizará la primera subasta del nuevo y expandido TLTRO, programa con el que realiza megasubastas de liquidez a la banca y que están condicionadas a que conceda créditos. Si las entidades demuestran haber aumentado su cartera de préstamos, podrán beneficiarse de un tipo de interés de estos préstamos equivalente a la facilidad de depósito. Como ya se ha apuntado, la facilidad de depósito está en negativo (-0,4%) lo que significa que los bancos cobrarán al BCE un 0,4% por los fondos que pidan en estas subastas. Este plan tiene un doble objetivo: en primer lugar, aumentar la concesión de crédito en la eurozona y, en segundo, reducir los costes de financiación de los bancos para, así, dar cierto margen a sus estrechos resultados.
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