Era la clave de bóveda que sostenia a la Seguridad Social. La proporción mágica para garantizar su suficiencia. Siempre que hubiera al menos dos afiliados ocupados por cada pensionista, el sistema estaría abastecido para afrontar el pago de las pensiones públicas. Pero esos cálculos permanecen al pasado; ahora ya no bastan con esos dos o dos y poco ocupados por pensionista.
Según los datos publicados esta semana por la Seguridad Social, España contaba en abril con 19,18 millones de afiliados ocupados, con lo que regresa a los registros de 2007, una señal evidente de la recuperación del mercado laboral en los últimos años. Como a la vez existen 8,82 millones de pensionistas -que no de pensiones-, resulta una proporción de 2,17 ocupados por cada pensionista. Es la mayor proporción desde 2010, cuando se alcanzaba una ratio de 2,2 ocupados.
Ese año, 2010, no es uno cualquiera para la Seguridad Social. Fue el último en el que cerró un ejercicio con superávit; es decir, con más ingresos que gastos. Entonces, aquellos 995 millones de euros de superávit supieron a poco, porque se venían de volúmenes superiores a los 14.000 millones al año en 2007 y 2008. Eran tiempos de holgura, en los que el sistema se permitía nutrir la denominada 'hucha de las pensiones', que en 2011 llegó a acumular más de 65.000 millones de euros.
"La nómina de las pensiones crece -por ahora- mucho más que el número de pensionistas. La longevidad y el importe de las nuevas pensiones laten tras esta realidad"
Desde entonces, desde 2011, todo han sido déficits, hasta el punto de que en los tres últimos años el desfase ha brincado los 18.000 millones de euros. Para 2019, el Gobierno de Pedro Sánchez, según se recoge en la actualización de su Programa de Estabilidad, contempla un deficit equivalente al 1,2% del Producto Interior Bruto (PIB). En dinero, cerca de 15.000 millones de euros. Y eso que, como en 2017 y 2018, se espera un récord en los ingresos por cotizaciones.
LOS GASTOS EMPUJAN
Pero es que, como los datos vienen mostrando, con las cotizaciones y con los afiliados ocupados actuales y con los cálculos antiguos -más de dos ocupados por pensionista- ya no basta. Porque la otra parte, la de los gastos, cada vez presiona más.
Dos motivos explican este nuevo escenario al que se enfrenta la Seguridad Social: la demografía, representada más en la longevidad que solo en el número creciente de pensionistas, y el importe de las pensiones que están entrando en el sistema.
Desde finales de 2007, el número de pensionistas ha crecido un 16% o 1,23 millones de personas. Parece mucho, y la cifra importa, pero es que en paralelo el importe total de la nómina de las pensiones se ha disparado un 70%, hasta los 9.598 millones de euros alcanzados en abril.
Es decir, por ahora, y a la espera de que la generación del 'baby boom' empiece a jubilarse, la nómina está creciendo a una velocidad mucho mayor que el del número de pensionistas. Esta realidad se nutre de la mayor esperanza de vida, que propicia que las pensiones cada vez se paguen durante más tiempo, y del mayor importe de las pensiones que van llegando al sistema. Dos datos: en los próximos meses la pensión media superará ya el umbral de los 1.000 euros y la franja de pensiones que más crece es la que supera los 2.000 euros.
A la espera de una futura reforma, estas tensiones sobre los gastos irán a más tras la paralización o eliminación de varias de las medidas planteadas en las reformas de 2011 y 2013 para contener el gasto en pensiones. El Gobierno de Mariano Rajoy ya mandó al limbo el Índice de Revalorización de las Pensiones (IRP) por su alto coste social y económico y, además, retrasó la entrada en vigor del Factor de Sostenibilidad, que lucha contra el efecto de la longevidad al vincular las pensiones a la esperanza de vida, de 2019 a 2023.