La Comisión Europea vuelve a lanzar el debate sobre la retirada de circulación de las monedas de 1 y 2 céntimos de euro y sopesa introducir una regla común que armonice el redondeo de precios. En la actualidad, Finlandia, Holanda, Bélgica, Irlanda e Italia ya limitan el uso de estas monedas y tienen sus propias reglas de redondeo. Bruselas quiere evitar una proliferación de normas distintas o incluso contradictorias en cada Estado miembro.
"Lo que proponemos es una evaluación de cómo se usan estas monedas de 1 y 2 céntimos y consultar con todos los afectados. No hay una decisión definitiva y final sobre una propuesta para suprimir o abolir el uso de monedas de 1 o 2 céntimos, pero vamos a examinar la eficiencia de su uso y garantizar que tengamos reglas comunes de redondeo", ha anunciado este miércoles el vicepresidente de Relaciones Institucionales del Ejecutivo comunitario, el eslovaco Maros Sefcovic.
El plan para evaluar el uso de estas monedas y la posibilidad de introducir reglas comunes de redondeo forma parte del programa de trabajo de la Comisión para este año. En concreto, la eventual propuesta legislativa está programa para el cuarto trimestre de 2020. Pero lo cierto es que esta cuestión lleva discutiéndose desde 2013, sin que hasta el momento haya consenso suficiente para proceder con la supresión.
Según el último informe de Bruselas de noviembre de 2018, la emisión de monedas de 1 y 2 céntimos aumenta más deprisa que la de las otras monedas en euros. Cada ciudadano de la eurozona posee ahora por término medio 181 de estas monedas. Cerca de la mitad de todas las monedas en euros emitidas son monedas de 1 y 2 céntimos de euro.
Pero sólo se usan para compras relativamente pequeñas en supermercados y pequeños comercios. Y se utilizan sobre todo para devolver el cambio: por lo general, los consumidores reciben más monedas de 1 y 2 céntimos de las que gastan. Una utilización unidireccional, la baja tasa de retorno a los bancos centrales nacionales y un aumento constante de la emisión de estas monedas corroboran la hipótesis de que estas denominaciones no circulan de forma eficiente entre los operadores económicos, sino que en su mayor parte son objeto de atesoramiento o se pierden.
Además, los costes de acuñar estas monedas superan su valor real, por lo que la emisión de estas denominaciones es una actividad que genera pérdidas para los Estados miembros. Finalmente, la gran mayoría de ciudadanos de la eurozona (el 64% de media y el 54% en España) están a favor de retirar las monedas de 1 y 2 céntimos.
El principal factor que frena la supresión definitiva es el miedo a que provoque un aumento de la inflación. "El redondeo de los importes finales podría llevar a los consumidores a temer también redondeos sistemáticos al alza o incluso aumentos de precios en el futuro. Este temor se refiere particularmente al caso en que el redondeo afecta a artículos que se compran frecuentemente y se pagan generalmente en efectivo, lo que podría incidir en las expectativas de inflación", admite la Comisión.