La incertidumbre y la presión sobre los beneficios no han terminado para la banca española. A pesar de confiar en que las vacunas y los fondos europeos ayudarán a la recuperación económica del país, S&P alerta que romperán romperá el control que el sector ha mantenido hasta ahora con los impagos, situando su pico de morosidad entre el 9,5% y el 10%.
Las previsiones de la agencia de rating superan, con creces, las de los propios bancos, que no esperan llegar a doble dígito este año gracias a las medidas de apoyo de gobiernos y bancos centrales. Sin embargo, y pese a valorar positivamente el impacto de las ayudas, S&P sí cree que se alcanzará ese 10% cuando las mismas se vayan retirando.
Es decir, no habrá manera de esconder el aumento de impagos, aunque estos se retrasen a finales de año o incluso principios de 2022 con medidas como los ERTE o los préstamos avalados por el ICO.
Años para recuperar lo perdido
Luigi Motti, Responsable de Análisis de Instituciones Financieras EMEA de S&P Global Ratings, deja claro que los bancos se enfrentan a un escenario muy incierto ante las caídas del PIB en los países de la zona euro, que “tardarán años en recuperar el terreno perdido”. Una visión que durante 2020 justificó la rebaja en la calificación de muchas entidades españolas a una perspectiva negativa. O, lo que es lo mismo, dejar la puerta abierta a un recorte del rating de esos bancos en futuras revisiones.
Durante la presentación de previsiones anual de la calificadora, Motti ha dejado claro que, pese a los retos, la banca española es perfectamente capaz de enfrentarse a la situación, gracias a las medidas de apoyo económico, y también regulatorias, “que han permitido a los bancos pasar esta primera fase de la crisis con un impacto mínimo en sus balances”.
Reconoce que la economía española llega a esta fase del ciclo en condiciones muy distintas a la de la anterior crisis, con menor endeudamiento del sector privado y menos desequilibrios en el mercado inmobiliario, además de que los bancos presentan ahora “unos balances más fuertes, reforzando los niveles de capital, limpieza de los cartera de crédito, y los perfiles de financiación ya no tienen tanta de pendencia del funding externo”.
Por eso, el escenario central que maneja S&P es que el impacto de la crisis en la calidad de los activos será manejable para el sector. Pero eso no evitará que los activos dudosos sean un gran problema a digerir. “El pico lo vemos hacia la segunda mitad de 2021”, indica Motti, insistiendo en que “en la medida en que se amplíen los plazos de las ayudas se puede atrasar incluso a principios de 2022”.
Alza en los 'NPL'
La morosidad vendrá en esta ocasión más por los NPL (non performing loans), especialmente en consumo, que por los inmuebles en cartera, como sucedió en la anterior crisis.
“Aunque hayamos visto algunas operaciones de venta de cartera de inmuebles, en términos generales todo lo que está ocurriendo en lo macro retrasará las operaciones de limpieza de las entidades”, explica.
Con unas carteras manejables en el medio plazo, Motti vuelve a apuntar a la rentabilidad como el principal talón de Aquiles del sector. “En la medida en que las provisiones vayan aumentando, habrá más presión en la cuenta de resultados y será difícil para el sector alcanzar una rentabilidad suficiente para remunerar el capital”, añade el experto.
De hecho, y con la banca española a la cola de rentabilidad en Europa según los últimos datos públicos del BCE, la agencia de calificación crediticia limita la ratio del sistema español al 3% en 2021, con niveles aún muy contenidos de entre el 4% y el 4,5% en 2022.
Al ritmo de la economía
Todo dependerá, no obstante, de la evolución de la recuperación económica. S&P ya rebajó en diciembre sus perspectivas para el crecimiento español de este año al 6,5%. Y ahora advierte de que seguirán muy de cerca las medidas implementadas por el Gobierno, así como el buen uso de los fondos europeos, a la hora de valorar el rating del país el próximo mes de marzo.
Marko Mrsnik, Director de Ratings Soberanos de la firma, advierte, además, que “la respuesta de las políticas económicas de España a los crecientes desafíos, corre riesgo por la fragmentación política que, en nuestra opinión, ha contribuido también al parón de las reformas”.
Según indica, su próxima decisión sobre el rating de España, actualmente en perspectiva negativa, se basará precisamente en esas reformas estructurales que el Gobierno debería implementar para acceder a los fondos europeos. "El Gobierno español tiene que presentar el plan de reformas y creo que es muy razonable tomar las recomendaciones del consejo europeo de 2019", indican los expertos.
Aunque esperan que las vacunas y esa ayuda europea sirvan para ver los primeros brotes verdes de la economía en la segunda mitad de 2021, dejan claro que “España es uno de los países con menor capacidad de absorción de esos fondos” claves en la recuperación, cifrando en un 40% esa capacidad.
En el lado positivo, y pese a la enorme deuda que la crisis generará en las cuentas públicas, recuerdan que los costes de financiación seguirán bajos “y eso es una buena noticia para la sostenibilidad de las finanzas públicas, que está apoyada por las políticas expansivas del BCE, y debería mejorar a lo largo de los próximos años”.
En este incierto entorno macroeconómico, Motti cree que los bancos deben seguir trabajando en mejorar su eficiencia y reducción de costes, “con nuevas medidas de contención de costes y reforzando otras fuentes de ingresos como las comisiones”. Y apunta a la necesidad de profundizar en las fusiones ante el peso de los tipos de interés ultrabajos durante tanto tiempo.
“Las fusiones por sí solas no resuelven todos los problemas, pero en la medida en que generan sinergias, sobre todo en las medianas y pequeñas entidades, puede ser una manera de posicionarse para competir en el mercado”, indica el experto.