Imagen del Partenón durante la celebración de Año Nuevo.

Imagen del Partenón durante la celebración de Año Nuevo. Europa Press

Economía

La ‘filosofía’ griega vuelve a ganarse el respeto de la Europa de los negocios

15 junio, 2024 03:07
Rubén Escudero Roberto Ordúñez

Hace tiempo que Atenas dejó de estar de luto por los diversos rescates financieros y las constantes visitas de los hombres de negro que recibió Grecia tras la gran crisis financiera mundial, que luego se particularizó en la crisis del euro, de la deuda soberana y de un posible Grexit.

Hoy la capital helena festeja tanto los avances macroeconómicos como de sus empresas. Grecia ha vuelto a ganarse el respeto de la Europa política y de los negocios y ya hay analistas que la ponen como ejemplo y punta de lanza de un Viejo Continente que navega a dos velocidades: con su locomotora, Alemania, gripada por las sanciones a Rusia con motivo de su invasión a Ucrania y por la desaceleración de China, y con una Grecia que junto a España sacan pecho del sector servicios y el turismo mediterráneo.

Grecia dio carpetazo a sus tres programas de rescate en 2018. Ocho años y casi 274.000 millones de euros en préstamos le costó al país salir de su pesadilla. La troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) ya no les vigila. O, al menos, no tan férreamente. Ahora, casi todo son noticias positivas.

Desde 2023, la deuda pública griega ya no es bono basura. A mediados del pasado año, varias agencias de calificación crediticia (Scope, DBRS, S&P, etc) dictaminaron que los bonos de Grecia ya no tenían carácter especulativo o de alto riesgo. Es decir, que la probabilidad de impago del país se reducía 13 años después. El resto de agencias de rating les fue a la zaga meses después.

Hoy día, los inversores exigen al bono griego a diez años un interés del 3,61%. Comparativamente, al bono español para ese mismo vencimiento se le demanda un 3,33%. El mercado ha ido poniendo en precio los avances helenos. La prima de riesgo ya no es tanta frente a un bund alemán —el activo libre de riesgo— que paga el 2,35% o un bono francés al 3,17%. De hecho, peor que Grecia está la Italia de Meloni en este terreno, cuya deuda de referencia cotiza con un interés del 3,91%.

[El BCE autoriza a los bancos griegos a repartir dividendos por primera vez en 16 años]

Y de la deuda pública a los bancos. Este mismo mes, el BCE ha autorizado a los cuatro grandes bancos griegos a repartir dividendos por primera vez en 16 años. Un primer dividendo a los accionistas desde 2008 que en conjunto alcanzará los 875 millones de euros.

Quienes abrirán fuego con cargo a los beneficios de 2023 serán Eurobank Ergasias Services & Holdings, Alpha Services & Holdings, Banco Nacional de Grecia (NBG) y Piraeus Financial Holdings.

Suma y sigue, llegamos al deporte, no menos importante en una Europa donde los clubes Estado financiados por los petrodólares de Oriente Medio o los grandes clubes de socios en Inglaterra, Francia y España dominan el panorama del fútbol y el baloncesto. Si bien el Real Madrid se ha alzado victorioso por decimoquinta vez en la Champions League, son los equipos griegos quienes han dado la sorpresa en el resto de competiciones.

El Olympiacos entrenado por José Luis Mendilibar ha ganado la Conference League, la tercera competición futbolística más relevante en Europa. Un hito porque es la primera vez en la historia que un club heleno gana un título de fútbol continental. Y en la Euroliga de baloncesto, el otro equipo de Atenas, el Panathinaikos, destrozó al Real Madrid en la final después de armar un plantel de jugadores de primer nivel gracias un renovado y portentoso presupuesto. Atenas arde, pero ya no con barricadas.

Restos de cicuta

Pese a los destacados avances mencionados, Grecia todavía tiene deberes por hacer. Los restos tóxicos de las recetas que los hombres de negro aplicaron durante la Gran Recesión siguen presentes, un remanente de la cicuta que acabó con la vida del filósofo Sócrates que todavía malogra a los ciudadanos de la península Balcánica.

La comparativa entre los países del sur lleva muchas veces a enfrentar realidades, como puede ser la del desempleo. En 2012, cuando Grecia y España sufrían la crisis financiera, Grecia adelantó a España en tasa de paro, si bien ambos países se encontraban por encima del 25%.

Esto se mantuvo durante casi una década, hasta que, en 2021, el impulso del empleo tras la pandemia permitió a Grecia volver a situarse por debajo de España en desempleo. Una realidad que sigue vigente —en abril, la tasa de paro griega fue del 10,8% y la española, del 11,7%— y se agravará con el tiempo: la Comisión Europea calcula que, para 2025, España será el único país con una tasa de paro a doble dígito.

Sin embargo, ¿significa esto que el mercado laboral griego marcha mejor que el español? No necesariamente, ya que la tasa de desempleo, por sí sola, puede resultar engañosa. La tasa de paro es la proporción de personas que no trabajan y buscan un empleo sobre el total de personas activas (la suma de parados y ocupados: aquellos que quieren trabajar).

Es decir, no se calcula sobre la población total. Para exponer una variable comparable a nivel internacional, puede analizarse la población en edad de trabajar, es decir, aquella comprendida entre los 15 y los 65 años. Y aquí el comportamiento de Grecia sí que es notablemente peor que el de España. Mientras que el país heleno no ha dejado de caer desde la crisis financiera, en España comenzó a crecer en 2017.

Por último, cabe destacar el PIB real por habitante, es decir, la riqueza dividida entre todos los ciudadanos. Tanto España como Grecia sufrieron el golpe de la crisis financiera, pero el país de la Europa oriental lo hizo especialmente. Como puede observarse en el siguiente gráfico, la caída fue mucho más pronunciada.

Así, más de una década después, Grecia todavía no ha recuperado el nivel de riqueza por habitante previo a la Gran Recesión. Con todo, cabe destacar la recuperación tras la pandemia. La caída helena fue más limitada que la española y ha recuperado ampliamente los niveles previos a la Covid-19. El crecimiento es robusto, por encima del de la Unión Europea y el conjunto de los países del euro.

Queda, por tanto, camino por recorrer. Los datos, no obstante, son cada vez más esperanzadores para uno de los países que más sufrió la crisis financiera y los recortes de la troika.