La Reserva Federal (Fed) constató este miércoles hasta qué punto se ha enredado en el juego de las presiones y las amenazas planteado por el presidente de EEUU, Donald Trump. Tantos meses de críticas por parte del republicano, tantas denuncias, tantas quejas porque la entidad comandada por Jerome Powell no estaba haciendo lo que él quería, han acabado por desquiciar al banco central norteamericano. 

Porque solo así, únicamente desde esa óptica, se puede entender -o, al menos, intentarlo- todo lo que dio de sí este miércoles la reunión de política monetaria de la institución. Como se esperaba, la Fed ejecutó la primera rebaja de los tipos de interés desde diciembre de 2008. Los abarató un cuarto de punto, del 2,25-2,50% al 2-2,25%. Acompañó esta medida con otra: si hasta ahora tenía previsto interrumpir la reducción de su balance en septiembre, ahora lo adelanta dos meses y en agosto ya no lo adelgazará. Se queda así en los 3,8 billones de dólares, por debajo de los 4,5 billones a los que llegó a engordar, pero muy por encima de los 0,9 billones previos a la crisis

Hasta ahí, bien. Más o menos lo previsto. Porque, además, en el comunicado reiteró que la Fed "actuará como resulte apropiado para sostener la expansión económica". Es decir, el salvoconducto con el que había ido preparando el terreno para ejecutar esta rebaja de los tipos. Vamos, que dejaba la puerta abierta a nuevas rebajas. 

UNA FED CON GRIETAS

Pero el lío vino a continuación. Arrancó en el último párrafo del comunicado. Dos de los diez miembros del Comité Federal del Mercado Abierto (CFMA), el órgano de la Fed que decide el precio del dinero en EEUU, votaron en contra de ese recorte de los tipos. Hubieran preferido dejarlos donde estaban. Fueron Esther George y Eric Rosengren. No había tanta división en el Comité desde diciembre de 2017. Entonces, con Janet Yellen como presidenta, dos de sus miembros se opusieron a la subida de los tipos con la que despidieron aquel año. 

"El primer recorte desde 2008 deja una Fed dividida y poco convencida del paso dado, arroja más dudas que certezas y agiganta la influencia de Trump sobre esta decisión"

Esta división delataba que la discusión para reducir los tipos tuvo que ser encendida. En otras palabras, que la Fed tampoco tenía la decisión demasiado clara. Pero no existía otra alternativa. Trump llevaba meses presionando, la Fed había renunciado en marzo a seguir subiendo los tipos y en junio abrió la puerta a bajarlos, Powell confirmó en julio que los iban a bajarel mercado no esperaba otra cosa... Había que bajar o bajar, lo tuviera claro la Fed o no. 

Y la rueda de prensa que Powell ofreció al término de la reunión para dar más explicaciones evidenció que no lo tenían tan claro y engrandeció la sensación de que la Fed se ha sentido empujada a bajar los tipos. O como se dice en el argot, estaba tan 'detrás de la curva', tan descolocada por todo, por Trump y por los mercados, que hizo lo que no le quedó más remedio que hacer

CONFUSIÓN DE CONFUSIONES

Powell no convenció. Confundió. Como en el comunicado oficial de la entidad, se aferró a "la incertidumbre" existente sobre el crecimiento para justificar un descenso que, según sus palabras, constituye "un seguro" contra los riesgos globales. Otra forma de verlo es que se trata de una rebaja preventiva, ante lo que pueda ocurrir, y que tiene difícil encaje en una economía que aún crece -un 2,1% anualizado en el segundo trimestre, que apenas tiene paro -un 3,7%- y cuya inflación, si bien es baja, tampoco es tan preocupante -un 1,6% interanual en junio en la medida preferida por la Fed-.

Es más, es que en ese mismo comunicado la entidad reconoció que la economía sigue creciendo a un ritmo "moderado", que la creación de empleo continúa siendo "sólida" y que hasta el consumo de los hogares ha aumentado. Pero nada de eso apartó a la Fed de la bajada

Si con estos ingredientes la justificación de Powell ya sonaba forzada, el remate se produjo cuando definió la rebaja como "un ajuste en mitad del ciclo". El mercado se dislocó. ¿Cómo? ¿No es entonces el inicio de un ciclo bajista de los tipos? Powell lo sacó de dudas pronto. "No es necesariamente el comienzo de un largo ciclo de recortes de los tipos", defendió. 

La decepción se abrió paso. Los inversores no entendían nada. ¿Pero habrá o no habrá más bajadas? ¿Se trata entonces de un único descenso? Entonces, ¿por qué ha recortado ahora los tipos? Estas preguntas se agolpaban y dejaban su huella en los distintos activos. Wall Street sufrió caídas superiores al 1% y el dólar, que aguardaba a la Fed en los 1,113 dólares por euro, se apreció hasta los 1,107 dólares, su cambio más alto contra la 'moneda única' desde 2017. Y las expectativas también dieron un vuelco. Así, si un día antes el mercado solo daba una probabilidad del 13% a que este recorte fuera el único del año, ahora concede una probabilidad del 42% a que los intereses acaben el año donde ya están ahora. 

...Y LLEGÓ ÉL 

Estos mensajes y las reacciones del mercado anticipaban otra descarga de críticas de Trump, que esta semana ya había avanzado que no se conformaría con poco. Y esa descarga llegó. 

Lo hizo, como de costumbre, a través de Twitter, donde lamentó la timidez de Powell. "Lo que el mercado quería escuchar de Jay Powell y la Reserva Federal es que este era el comienzo de un ciclo largo y agresivo de bajadas de los tipos que estuviera a la altura de los previstos en China, Europa y otros países del mundo", escribió el presidente de EEUU. "Como de costumbre Powell nos decepcionó", criticó lapidario. 

Así se las gasta Trump, que hace meses que dejó atrás eso de que la Casa Blanca no habla en público de la Fed ni se inmiscuye en sus asuntos. Pero es que esta estrategia ya le ha dado réditos. Una rebaja de los tipos, la primera desde 2008, sin ir más lejos. Y más que vendrán. Porque Trump, que tiene en mente su reelección en 2020 y aspira a tener la economía a su favor, ya ha enredado a la Fed su 'juego'. Y a Powell lo tiene hecho un lío. 

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