La designación de Luis de Guindos como candidato a la vicepresidencia del Banco Central Europeo (BCE) supuso un duro golpe, otro más, para la dañada moral del Banco de España. España optaba al cargo con todas las posibilidades de quedárselo, como así acabó ocurriendo, pero la persona elegida para aspirar al puesto no provenía de ‘El Banco’ ni había trabajado en la entidad, como era costumbre, sino que procedía directamente del Ministerio de Economía. 

Aquello ocurrió en los primeros meses de 2018. Poco después, en junio, coincidiendo prácticamente con el desembarco de Guindos como ‘número 2’ de Mario Draghi, se produjo el relevo al frente del Banco de España. Luis María Linde cedía el testigo a alguien sí era de la casa, Pablo Hernández de Cos. Nacido en 1971, sin duda representaba un ‘chute’ de savia nueva en una entidad necesitada de rearmarse, de recuperar la confianza y la moral.

Más de un año después, la sensación interna y externa es que lo está consiguiendo. España vuelve a tener un banquero central, se reconoce en los círculos financieros. Alguien capaz no solo de hacer recomendaciones o lanzar 'rapapolvos' hacia dentro, hacia el Gobierno de turno, en lo que respecta al empleo o las pensiones, como venía ocurriendo en los últimos años, después de que el estallido de la crisis golpeara de lleno la credibilidad del Banco de España y apenas quedara para los asuntos internos, de la economía española, sino también lo suficientemente seguro y sagaz como para hablar de los asuntos que conciernen a la Europa del euro, a la gestión de la política monetaria, las reglas fiscales de la Eurozona o la supervisión bancaria. “El Banco de España vuelve a tener voz en el exterior”, se admite en esos círculos. 

DE ANFITRIÓN DEL G30 A UN NUEVO PACTO FISCAL 

La secuencia temporal de 2019 así lo acredita. En marzo, Hernández de Cos fue elegido presidente del Comité Técnico de Supervisión Bancaria de Basilea. En mayo, ejerció de perfecto anfitrión en la reunión plenaria que el influyente G30, un selecto club formado por actuales y anteriores banqueros centrales, presidentes de bancos y académicos, celebró en Madrid. Y en julio fue nombrado presidente del Comité Técnico Consultivo (CTC) de la Junta Europea de Riesgo Sistémico. Esos dos cargos son de primer nivel internacional en lo que respecta a la supervisión y el asesoramiento de la vigilancia macroprudencial de la banca y el sistema financiero. 

Hernández de Cos no rehúye los temas ni los debates europeos. Y solo con eso ya suena 'a nuevo', después de que los gobernadores se limitaran básicamente a los asuntos de la economía española

Eso, por el lado institucional, totalmente relevante por el nivel de acceso y de contacto que proporciona en los principales circuitos y órganos de decisión bancarios. Pero el auténtico salto, la gran diferencia con respecto a situaciones anteriores, se ha observado en otro terreno. En el cualitativo, con dos demostraciones en el último mes que consolidan el paso al frente dado por Hernández de Cos en las altas esferas.  

Primero, a finales de agosto, no dudó en posicionarse del lado de los estímulos monetarios. El BCE, ante la creciente debilidad económica de la Eurozona y el riesgo de que las presiones desinflacionistas arrecien, debía actuar en septiembre. "El Consejo de Gobierno del BCE ha anunciado que está preparado para ajustar todos sus instrumentos de la forma adecuada para asegurar que la inflación avance hacia su objetivo de manera sostenida", expuso en el acto de clausura de los cursos de verano de La Granda

Para demostrar que esos comentarios no fueron casuales y que el BdE quiere participar en los principales debates y temas de discusión y cuenta con una voz autorizada para hacerlo, en septiembre ha vuelto a la carga para pronunciarse sobre uno de los temas más candentes: la necesidad de que los países con margen den un paso al frente con sus políticas fiscales para reforzar la política expansiva del BCE y luchar contra la renovada amenaza de la recesión y la deflación. 

Después de que Draghi reclamara “actuaciones oportunas y efectivas” a los países con margen fiscal para hacerlo y asegurara que en el BCE, de manera unánime, están convencidos de que “la política fiscal deber el principal instrumento” en estos momentos, Hernández de Cos se sumó al debate con unas posiciones igualmente claras. “El actual dispositivo de coordinación fiscal [en la Eurozona], el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, no ha resistido muy bien el paso del tiempo”, señaló el pasado lunes en el discurso de apertura de la Tercera Conferencia de Investigación anual organizada por el BdE, dedicada a los 20 años de historia del euro.

“Nuestras reglas fiscales han demostrado ser difíciles de aplicar de manera oportuna, sobre todo debido a su complejidad, y tampoco han podido evitar las políticas fiscales nacionales procíclicas”, añadió. Y se atrevió a ir más allá: “La última década nos ha demostrado que la falta de una herramienta fiscal centralizada para orientar una postura adecuada de política macroeconómica en la Eurozona es una seria limitación para el funcionamiento de nuestra área monetaria”. 

Con estas dos participaciones, casi consecutivas, respaldando por un lado el lanzamiento de nuevas medidas expansivas y pidiendo por otro la superación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento y reclamando un mayor y más ejecutivo instrumental fiscal en la Eurozona, Pablo Hernández de Cos ha demostrado que tiene voz y opinión en los principales temas. Y que las mostrará para que se le tenga en cuenta. Porque no se limitó solo a seguir el guion de Draghi o la posición oficial del BCE. Respaldó las medidas expansivas antes de que fueran anunciadas y, sobre todo, cuando otros, como el alemán Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, o François Villeroy de Galhau, gobernador del Banco de Francia, las criticaban. Y en el apartado fiscal fue más lejos de lo que el propio Draghi había llegado. 

La voz del Banco de España vuelve a sonar en Europa. Es lo que está persiguiendo Pablo Hernández de Cos. Por si en 2026 y 2027, cuando llegue el siguiente turno de renovaciones en los puestos altos del BCE, alguien quiere mirar hacia el Banco de España para proponer un candidato

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