Lo que comenzó hace cuatro meses como algo excepcional forma parte ya del paisaje financiero como algo natural a fuerza de repetirse. Cuando, a mediados de septiembre, la Reserva Federal (Fed), el banco central de EEUU, actuó de emergencia para atajar las restricciones que se estaban sufriendo en el mercado de financiación bancaria a corto plazo, adquirió una expectación máxima. No era para menos, porque la Fed no actuaba de ese modo, con una operación extraordinaria de liquidez, desde 2008, es decir, desde la época en la que la quiebra de Lehman Brothers sacudió los cimientos financieros mundiales y otorgó a la crisis una dimensión colosal. 

Cuatro meses después, el banco central estadounidense, a través de la Fed de Nueva York, que es su brazo ejecutor para estas operaciones, sigue realizando esas inyecciones casi a diario. Incluso con ración doble, puesto que hay jornadas en las que proporciona liquidez a uno y catorce días. En total, ya lleva 124 operaciones con las que ha bombeado 6,14 billones de dólares -5,6 billones de euros-. 

En septiembre, la Fed maniobró así para atajar tensiones que se venían viendo en el mercado de repos, donde los bancos acuden para conseguir la financiación que necesitan a muy corto plazo mediante la entrega de títulos que sirven como garantía. Este canal es fundamental para la operativa bancaria, de ahí que, ante la falta de dinero y el consiguiente incremento de los costes de financiación, la entidad presidida por Jerome Powell acudió al rescate. 

En un primer momento, las operaciones se llevaron a cabo bajo ese carácter excepcional. Ante la persistencia de las tensiones de liquidez, ya en octubre la Fed dio carácter más formal a esas inyecciones, que quedaron enmarcadas dentro de un paquete de medidas orientado precisamente a reforzar la liquidez del sistema. Por eso, junto a la confirmación del mantenimiento de esas operaciones, la institución también anunció el inicio de unas compras de letras del Tesoro norteamericano por valor de 60.000 millones de dólares al mes. Iniciadas a mediados de octubre, con estas compras ha inyectado 200.000 millones de dólares, que elevan el montante total de la cruzada de la Fed contra las restricciones de liquidez hasta los 6,34 billones de dólares.  

Ahora, ya en enero de 2020, la Fed ha confirmado que las operaciones de liquidez se llevarán a cabo al menos hasta mediados de febrero. Por ahora, los resultados de las últimas inyecciones manifiestan que el mercado las sigue necesitando. Dos datos: en lo que va de enero ya ha realizado 17 subastas, saldadas por un importe medio de 46.210 millones de dólares. 

HACIA UN BALANCE RÉCORD

La combinación de estas operaciones de financiación con las compras de letras está volviendo a engordar con claridad el balance de la Fed. Tras adelgazarlo hasta los 3,75 billones de dólares entre octubre de 2017 y agosto de 2019, periodo en el que estuvo vigente su plan para normalizar el tamaño del balance, desde septiembre volvió a ampliarse. Y ahora alcanza ya los 4,15 billones de dólares

A este ritmo, superará pronto el récord alcanzado tras los sucesivos programas de expansión cuantitativa (QE1, QE2 y QE3) que la Fed ejecutó entre 2008 y 2014, que aumentaron el balance hasta los 4,5 billones de dólares. A comienzos de agosto de 2007, antes del estallido de la crisis financiera, no llegaba al billón de dólares

Además de reforzar la liquidez a corto plazo, el suministro de todo este dinero nuevo en los últimos meses le está sentando de maravilla a Wall Street. Desde el inicio de las compras de deuda a corto plazo en el mercado, el Dow Jones se ha revalorizado más de un 9% y ha superado por primera vez los 29.000 puntos

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