La revolución impuesta por la nueva estrategia monetaria del Banco Central Europeo (BCE) ha abierto este jueves a la institución a la posibilidad de contemplar tipos incluso más bajos que los actuales para conseguir alcanzar su objetivo de inflación al 2%. No obstante, de momento la institución mantendrá sin cambios tanto sus tipos de referencia como sus programas de compra de deuda.
El BCE ha advertido en un comunicado radicalmente diferente del que ha seguido a sus últimos cónclaves de que "los tipos de interés oficiales continúen en sus niveles actuales, o en niveles inferiores, hasta que observe que la inflación se sitúa en el 2 % bastante antes del final de su horizonte de proyección y de forma duradera en el resto de dicho horizonte".
Con esta descripción, el BCE busca eliminar el temor a sopresas y un tapering atropellado que descabalgue la recuperación económica. Algo en lo que ha insistido la presidenta de la institución, Christine Lagarde, en su posterior comparecencia y que asegura haber adoptado "en apoyo de su objetivo de inflación simétrico del 2%".
Margen a la inflación
En esta misma línea de discurso, el BCE subraya que "el progreso realizado de la inflación subyacente está suficientemente avanzado para ser compatible con una estabilización de la inflación en el 2% a medio plazo". Asimismo, previene a los mercados de que esto "también podría implicar un período transitorio en el que la inflación sea moderadamente superior al objetivo".
Con todos estos ingredientes sobre la mesa, la institución monetaria da una patada hacia delante en el calendario de retirada de estímulos, adoptando una posición aún más tolerante con el encarecimiento del coste de la vida y arrojando un nuevo balón de oxígeno sobre la recuperación económica de la Eurozona, amenazada por la expansión de la variante Delta, a la que el comunicado no se refiere expresamente en ningún caso.
Las medidas señaladas este jueves tienen, según la institución, el objetivo de "subrayar su compromiso con el mantenimiento de una orientación de política monetaria persistentemente acomodaticia para cumplir su objetivo de inflación". En este sentido, las proyecciones que actualmente maneja el organismo apuntan a una inflación de solo el 1,4% para 2023, por lo que a la espera de que en septiembre se actualice el cuadro macro con el que trabaja el organismo, se augura una más larga vida para los tipos en mínimos.
Así, este jueves se ha confirmado la continuidad del tipo general de referencia en su mínimo histórico del 0% y el de facilidad de depósito que los bancos perciben por aparcar su exceso de liquidez en Fráncfort sigue en el -0,5%. Tampoco hay novedades en el programa de operaciones de refinanciación a largo plazo (TLTRO), con el que BCE proporciona liquidez ultrabarata a la banca.
Sin debate sobre las compras
En este sentido, Lagarde ha confirmado que el Consejo de Gobierno del BCE ni siquiera ha llegado a debatir sobre esta herramienta. Tampoco se ha departido sobre los programas de compra de deuda actualmente vigentes, tanto el APP como el de emergencia PEPP.
Mientras que el primero mantiene una dotación de 20.000 millones de euros al mes, el segundo sigue contando con una dotación total de 1,85 billones de euros, de los cuales ya se han gastado 1,1 billones. No obstante, la institución sí ha puntualizado que se espera que el ritmo de compra "sea significativamente más elevado durante el trimestre actual que en los primeros meses de este año".
Las adquisiciones del PEPP continuará al menos hasta finales de marzo de 2022 y, en cualquier caso, hasta que los banqueros centrales consideren que la fase crítica de la pandemia ha quedado atrás. Del mismo modo, la deuda que llegue a vencimiento se reinvertirá al menos hasta final de 2023.