Llueve sobre mojado en la economía de EEUU. Desde que el coronavirus traspasó las fronteras del país hace cinco semanas, 26,2 millones de ciudadanos han perdido su puesto de trabajo. La semana pasada, la cifra ya era tan abultada que liquidaba todo el empleo que se había creado en la mayor economía del mundo desde la quiebra de Lehman Brothers a finales de 2008. Ahora, el saldo ya es negativo.
Solo en la última semana, un total de 4,427 millones de estadounidenses han perdido su puesto de trabajo. Así lo explica el dato semanal de nuevos solicitantes de ayuda al desempleo. Este número supone una moderación por segunda semana consecutiva con respecto a los datos precedentes, pero de nuevo se superan las previsiones de consenso de los economistas. Este colectivo estimaba un máximo de 2,2 millones de nuevos parados.
El récord para estas cifras llegó hace tres semanas, cuando en solo siete días se fueron a la calle 6,65 millones de trabajadores en EEUU. Hasta la irrupción del coronavirus, el máximo se situaba en 695.000 nuevas altas registradas en una semana del año 1982. La brecha es abismal. Cuando hace un mes el Covid-19 ya comenzaba a afectar a los sectores más expuestos de la economía estadounidense, se produjeron 282.000 peticiones de ayuda al desempleo.
Cada vez menos
Este último dato deja el promedio de las últimas cuatro semanas en 5,79 millones de peticiones de subsidio. La cifra, una de las más seguidas por los analistas del mercado estadounidense, se quedaba en 232.500 solicitudes hace cinco semanas. No obstante, la confirmación por segunda semana consecutiva de datos más amables que en la precedente lleva a los especialistas a señalar que lo peor ya ha pasado en cuanto a despidos.
Hace una semana, fueron 5,245 millones de estadounidenses los que se vieron abocados a pedir el paro por primera vez al verse sin trabajo. La anterior, hace ahora una quincena, fue cuando se alcanzó el máximo histórico de 6,606 millones de nuevos desempleados.
Por lo que respecta a estas cifras, conviene señalar que en EEUU no existen mecanismos de flexibilidad al estilo de los ERTE aplicados en España y que tanto las nóminas como las prestaciones por desempleo se reciben semanalmente y no al mes. Esto supone una mayor incidencia en los datos de paro de esta etapa de cierre de establecimientos y factorías.