Diseñado por la firma financiera Arcano, gestionado por Axis, la sociedad de capital riesgo del ICO, el fondo de fondos de capital riesgo español ha resucitado una industria que estaba al borde la muerte en 2012 tras la crisis financiera. El Gobierno, con un plan ideado por el ministro Luis de Guindos, se propuso inyectar dinero público de forma masiva en fondos privados para reactivar la inversión en nuevas empresas.
Se creó para ello el Fondico, un fondo que invierte en otros fondos, con una dotación inicial de 1.200 millones de euros que en noviembre de 2015 se amplió a 1.500. Ahora, Axis acaba de convocar la séptima convocatoria para septiembre, con una dotación de 240 millones que llevarán al vehículo de inversión público a alcanzar los 1.200 millones proyectados inicialmente hace tres años.
Con este dinero, el Estado se ha convertido en el mayor inversor (y accionista) conocido del capital riesgo en España, un sector opaco y con escasa transparencia porque la identidad de los principales inversores queda protegida al amparo de los fondos. Esta es la gran mancha del Fondico, la falta de transparencia en las coinversiones realizadas y en los resultados obtenidos.
Sin embargo, el efecto 'tractor' para atraer inversión parece fuera de dudas: tras 6 convocatorias ya cerradas se han invertido 947 millones de euros en 39 fondos de nueva creación, 12 de ellos internacionales. Estos fondos, a su vez, se han comprometido a invertir 3.800 millones en empresas españolas y europeas. Las categorías de los fondos a las que se destina el dinero son Capital Expansión (empresas en crecimiento o internacionalización), 15 de Venture Capital (fase startup), 6 de Incubación (proyectos recién nacidos) y 2 de Deuda (que invierte en deuda emitida por las empresas que no quieren o no pueden ceder parte de sus acciones).
Cómo se gestó la revolución del capital riesgo en España
Con su sola presencia, el Ejecutivo de Rajoy consiguió el efecto mágico de duplicar las cifras de inversión del capital riesgo en 2014 respecto al ejercicio anterior, que pasó a engrosar el argumentario de la recuperación transmitido desde el Gobierno. El modelo de Fondico planteado replica a los ya impulsados hace lustros en EEUU o Israel para implicar al sector privado en la inversión en fases iniciales de empresas tecnológicas y acelerar determinadas industrias, como la ciberseguridad, la biotecnología o las comunicaciones.
Consiste, de manera sencilla, en poner un euro público por cada tres privados y generar un efecto multiplicador en la inversión. Para el Estado supone la manera más rápida de atraer capitales y para la industria privada supone un garantía de seguridad jurídica en sus inversiones al ir de la mano con la propia administración. El Fondico tomaba participaciones de entre el 20% y 30% en los fondos, además de exigir que la mitad de la inversión
Pero antes de poner en marcha el gigantesco Fondico, el Gobierno probó con un fondo mucho más pequeño: el Spain Startup Coinvestment Fund, fundado en 2012, con 40 millones y que se convirtió en la prueba que necesitaba el Gobierno para asistir a un sector paralizado por la crisis y que no tenía apenas capacidad para realizar nuevas inversiones o reforzar a las empresas que ya tenía en cartera.
Es la explicación que dio Axis antes de echar a rodar el Fondico. "El fondo de fondos da respuesta a una de la principales peticiones del colectivo de capital riesgo, que demandaba una mayor implicación del sector público en un momento en el que la inversión en España y la captación de capitales se encuentran en dificultades, y ser por tanto un instrumento tractor de capital extranjero y apalancamiento privado", dijo la filial del ICO, que entonces presidía Román Escolano, principal impulso del proyecto Fondico que luego han continuado sus sucesoras en el cargo Irene Garrido (de septiembre de 2014 a noviembre de 2015) y, desde hace ocho meses, la exjefa de gabinete del ministro Luis de Guindos, Emma Navarro Aguilera.
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