Llega la hora de la verdad. Es el momento de las últimas alegaciones en Bruselas para rebajar hasta cero la multa por incumplir los compromisos de reducción del déficit de 2015 y la estrategia de Portugal pasa por desmarcarse de España ante los ojos de la Comisión. El argumento del Ejecutivo de António Costa es que, mientras Mariano Rajoy aprobaba unos Presupuestos para 2016 que reincidían en el desfase de las cuentas públicas, su Gobierno sí negoció con Bruselas para ajustar los números.
La consecuencia es que las cuentas están cuadrando en Portugal, por lo que va por el camino correcto para rebajar el déficit del techo del 3% este año. El mejor alegato para evitar la sanción es precisamente la demostración de que ya ha reconducido la situación. João Galamba, portavoz del Partido Socialista en la Asamblea de la República y miembro de la Comisión de Finanzas, explica a EL ESPAÑOL que, “a diferencia de España, Portugal preparó su presupuesto para 2016 a través de negociaciones directas con Bruselas”. El diputado portugués asegura que “el Presupuesto fue elaborado para cumplir las metas fijadas por la Comisión en febrero y marzo, por lo que no es necesario ningún recorte adicional”.
Las cifras dan la razón al Ejecutivo de Costa. “Mantenemos la estimación de un déficit anual del 2,2%, aunque reconocemos que va a ser difícil de cumplir. Lo que no tenemos duda es que cumpliremos con el objetivo del 3%”. Bajar de este nivel es un paso imprescindible para salir del férreo brazo correctivo de la Comisión.
A diferencia de España, Portugal preparó su presupuesto para 2016 a través de negociaciones directas con Bruselas
Por el contrario, la situación de España es muy diferente, ya que los datos de ejecución presupuestaria que se van conociendo hacen más difícil que el Gobierno pueda cumplir su palabra de reducir el déficit hasta el 3,6% este año. Así lo cree la Comisión, que está exigiendo nuevos ajustes, pero el Ejecutivo sólo puede prometerlos, pero nada de aprobarlos sin el respaldo del Congreso. Las palabras de Rajoy suenan vacías en Bruselas, tanto por su situación de interinidad como por el hecho de que en los cuatro años de su legislatura, siempre incumplió sus compromisos. Por si fuera poco, el Presupuesto que dejó firmado hace un año para 2016 tampoco se ajustaba a la senda de reducción del déficit. Por eso estos ajustes que se exigen hoy.
Ante esta situación, el Gobierno portugués ha adoptado ante Bruselas la posición del alumno bueno que, a pesar de todas sus dificultades (económicas), está cumpliendo todas las exigencias de la Comisión. Costa argumenta que es injusto que su Gobierno tenga que asumir una multa que se debe al desfase de las cuentas del anterior Ejecutivo, el del centroderechista Pedro Passos Coelho. En su opinión, esta situación nada tiene que ver con la que vive España. Si el Ejecutivo de Rajoy se enfrenta a una sanción es sólo por su política fiscal expansiva, que elevó los gastos y recortó los impuestos sin el visto bueno de Bruselas.
Imagen de responsabilidad
El Gobierno de Costa no ha buscado excusas para justificar el incumplimiento del déficit, sino que su intención pasa por corregir la desviación de las cuentas públicas y asegurar el cumplimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Lisboa defiende que Portugal no debe ser sancionada por el incumplimiento del déficit de 2015, ya que en 2016 no tendrá problema en cerrar el ejercicio con un déficit público inferior al 3% fijado por la Comisión Europea (CE); una multa comunitaria sólo serviría para poner en peligro el cumplimiento de esa meta.
Desde que tomó posesión del Gobierno luso el pasado noviembre, el Ejecutivo de Costa ha tenido que lidiar con la continua sospecha de la Comisión sobre su administración, que se apoya en una frágil mayoría parlamentaria compuesta por el Partido Socialista Portugués, los marxistas del Bloque de Izquierda, y los diputados del Partido Comunista luso. Los planes del ministro de Finanzas del Gobierno Costa, Mário Centeno –quien prometió “pasar página a la austeridad” en una entrevista con EL ESPAÑOL el pasado otoño–, han hecho que en todo momento las autoridades comunitarias se muestren escépticas ante este Ejecutivo, quien prometió lograr el milagro de acabar con los recortes del pasado y simultáneamente cumplir con las pautas del déficit.
Ciertamente, la decisión gubernamental de reponer los salarios de los funcionarios públicos, subir las pensiones más bajas e eliminar el impuesto extraordinario sobre el 90% de las nóminas hizo saltar alarmas en Bruselas, donde hubo serias dudas sobre la posibilidad de adoptar una política tan contraria a la austeridad sin obviar los compromisos europeos. Ante ello, el pasado febrero el comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici, obligó a Centeno revisar los Presupuestos Generales de Portugal para 2016 varias veces antes de aceptarlos, e incluso así indicó que cabía la posibilidad que tendrían que ser revisados nuevamente en los próximos meses para asegurar el cumplimiento del Pacto de Estabilidad.
Desde entonces, en varias ocasiones el vicepresidente de la Comisión, Valdis Dombrovski, ha sugerido que Portugal debería implementar políticas de recortes, y el presidente de la CE, Jean-Claude Juncker, ha afirmado que el país se ha pasado en la eliminación de los recortes. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, ha sido el crítico más feroz de las decisiones anti austeridad del Gobierno luso. En junio aseguró que sus políticas podrían condenar al país a un nuevo rescate.
Pese a estos augurios tan negativos, el Ejecutivo Costa parece estar logrando el doble objetivo que se marcó. Medidas como la reducción del déficit de las administraciones públicas en 453 millones de euros en comparación con las cuentas de mayo de 2015 permiten que el país se mantenga dentro del margen del déficit del 3% marcado por la Comisión. Tanto los técnicos de la Comisión como el Fondo Monetario Internacional (FMI) reconocen que es así. Aunque ambos elevan la previsión del déficit –la CE al 2,7%, y el FMI al 3%–, admiten que sus análisis indican que Lisboa va por el buen camino en este aspecto.
En España, el déficit del Estado hasta mayo era 1.200 millones superior al de 2015 y ya superaba el objetivo para todo el año
En España, por el contrario, los datos de ejecución presupuestaria están muy lejos del objetivo del Gobierno. El déficit de la Administración Central hasta mayo había subido en 1.200 millones de euros respecto al año anterior y, por si fuera poco, ya superaba el objetivo para todo el año al alcanzar el 2,08% del PIB. Para corregir esta desviación, el ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, prometió en Bruselas un adelanto de la recaudación del Impuesto de Sociedades que permitiría elevar los ingresos este año en 6.000 millones de euros según sus cálculos. Sin embargo, para aprobar esta medida necesita el concurso del Congreso, una vez más, son palabras mojadas.
Un colchón presupuestario
El diputado se muestra con confianza especial debido a la existencia de la llamada “almohada financiera” integrada dentro del Presupuesto de 2016, desvelada por el primer ministro Costa en una carta a la Comisión publicada por el diario luso Público el lunes. En el texto, el mandatario destaca que entre 2010 y 2015 el país redujo se déficit del 8,6% al casi 3%, y que este año el Presupuesto incluye herramientas particulares para evitar un desvío.
“Se tratan de retenciones reservadas, equivalentes al 0,2% del PIB, que están ahí para controlar los excesos del déficit público si fuese necesario”, explica Galamba. “El Gobierno se ha comprometido a no tocar estos fondos reservados, que equivalen unos 700 millones de euros, para poder utilizarlos en cualquier situación en la que se tenga que corregir el déficit. Situaciones que, por el momento, no prevemos”.
Galamba lamenta que, pese a los esfuerzos considerables en este aspecto, Portugal sea víctima de “presión política por parte de la CE, el ministro Schäuble y el Partido Popular Europeo, quienes insisten en mantener una desconfianza fundamentada en motivos políticos, no técnicos”.
Si al final nos multan, y este Gobierno fracasa por culpa de la Comisión, sólo fomentarán el anti-europeísmo
“A pesar de los discursos públicos de Dombrovski y otros, sugiriendo que necesitamos implementar mayores recortes, la verdad es que no hay documento técnico del Consejo o la Comisión que muestre desconfianza sobre nuestras estimaciones del déficit. Entiendo que no les guste que en Portugal gobierne la centro-izquierda apoyada por el Bloque de Izquierda y los comunistas, pero la CE tiene que aceptar que son los portugueses quienes eligen el Gobierno de Portugal, no Bruselas”.
“En el contexto actual, cuando hay problemas de gobernabilidad en países como España, y cuando el radicalismo se extiende por Europa, pensaría que la Comisión apoyaría lo que hemos logrado en Portugal”, insiste el diputado. “Nuestro Ejecutivo de centro-izquierda ha logrado el apoyo de partidos normalmente considerados radicales, y ha conseguido moderarlos, introduciéndoles a la responsabilidad de la gobernanza. A nuestro lado, partidos tradicionalmente críticos con la Unión Europea se han unido al objetivo de cumplir con nuestros compromisos con Bruselas”.
“Si al final nos multan, y este Gobierno fracasa por culpa de la Comisión, sólo fomentarán el anti-europeísmo, pues los radicales podrán decir que intentaron formar parte de un proyecto alternativo y legítimo para Europa, pero que las instituciones imposibilitaron su éxito”.