La última vez que la tasa de paro subió en Estados Unidos fue a finales del año 2010. Entonces el porcentaje de parados estaba cerca del 10%, su nivel más alto desde la crisis de deuda latinoamericana del inicio de los años 80. A partir de 2011 el mercado laboral empezó a recuperarse y en agosto de 2016 la tasa de paro cayó hasta el 4,9%, su mejor nivel desde 2007, cuando la burbuja inmobiliaria y financiera estaba en su máximo apogeo.
La recuperación del mercado laboral en EEUU ha sido uno de los principales motores de la economía global, pero en septiembre saltaron las alarmas: por primera vez en casi siete años la tasa de paro volvía a subir, hasta alcanzar el 5% (descontados los efectos estacionales de calendario), según los datos publicados por el Departamento de Empleo. Sin embargo, lejos de lo que pueda parecer, este avance en el porcentaje de parados esconde detrás una gran noticia: la recuperación de la población activa.
La población activa es la gran obsesión de la Reserva Federal, tanto es así que la entidad da la misma importancia a este dato como al de la creación de puestos de trabajo. La población activa se define como las personas que tienen un empleo y las que están buscándolo de forma activa. En otras palabras, los ciudadanos que están integrados en mercado laboral, bien porque estén trabajando o bien porque busquen empleo. Por el contrario, la parte de la ciudadanía en edad de trabajar que no quiere hacerlo, bien porque estén estudiando o porque estén desanimados, se considera la población inactiva.
Es fácil comprender que la Reserva Federal y el resto de grandes organismos otorguen tanta importancia a la población activa, ya que es, al fin y al cabo, la fuerza laboral de un país. Desde el año 2000 ha seguido una tendencia de deterioro que ha llevado a la población activa a caer hasta el 62% en 2015, el peor dato desde los años setenta. Este bajo nivel de actividad explica que la tasa de paro sea tan baja: si las personas desanimadas empezasen a buscar trabajo, el número de desempleados aumentaría (en unos 11 millones de personas), pero sería una buena noticia, ya que indicaría que el mercado laboral vuelve a atraer a los estadounidenses.
Pues bien, esto es lo que ha empezado a ocurrir en Estados Unidos y se ha confirmado con los datos de septiembre. En ese mes la población activa aumentó en 350.000 personas, hasta alcanzar el 62,9% del total de ciudadanos en edad de trabajar. Tal incorporación de personas al mercado laboral provoca un incremento de la tasa de paro, pero mientras el país siga creando empleo, significará que los desanimados vuelven a sentirse atraídos por las condiciones que ofrecen las empresas. Si la tasa de paro sube por este motivo será una buena noticia para la economía estadounidense.
La recuperación de la población activa no es cuestión de un mes, sino que en el último año se ha apreciado un cambio en la tendencia que las cifras de septiembre han refrendado. Si se calcula una media móvil de 12 meses de la población activa (esto es, el promedio de un año completo) ya se aprecia una recuperación de este indicador.
La incorporación de ciudadanos a la población activa está siendo especialmente intensa en el rango de edad entre 25 y 34 años. Esto es, los jóvenes que van acabando sus estudios se incorporan mayoritariamente al mercado laboral. Tanto que la tasa de participación en este rango de edad ha subido hasta el 82%, su nivel más alto en seis años.
Más y mejor empleo
El mercado laboral de EEUU no tuvo capacidad para absorber a las 450.000 personas que empezaron a buscar trabajo, pero sí dio trabajo a 350.000 personas, según los datos de la Encuesta a hogares que elabora el Departamento de Empleo. Datos que muestran que la creación de empleo se mantiene en niveles relativamente altos.
Si se tiene en cuenta la estadística de nóminas (payrolls) el ritmo de creación de empleo fue algo inferior, de 156.000 personas. Este dato es ligeramente inferior a los 180.000 empleos que se venían creando en los últimos meses. Sin embargo, tiene una particularidad importante: el sector público destruyó puestos de trabajo tras cuatro meses creando en torno a 15.000 empleos mensuales. El sector privado tuvo que contrarrestar la destrucción de trabajos públicos creando 167.000 puestos nuevos.
Las empresas contratan y además mejoran los salarios que ofrecen a sus empleados, lo que redunda en una mejor percepción del mercado laboral por parte de los desanimados. Los salarios están aumentando a ritmos superiores al 2,5% interanual. El funcionamiento del mercado laboral es, en este sentido, como el del resto de mercados: a medida que el exceso de población activa (los parados) se ha ido reduciendo, las empresas han tenido que elevar sus precios (los salarios) para contratarlos.
La calidad del empleo también se desprende de la recuperación en el número de horas efectivas de trabajo que tiene cada empleado. En los últimos meses, este indicador se ha estabilizado en torno a 34,5 horas de trabajo semanales de media, lo que supone volver a los niveles que había antes de la crisis. Tras el estallido de la burbuja subprime los contratos a tiempo parcial proliferaron, lo que produjo un descenso del trabajo efectivo hasta 33,5 horas, fase que el mercado de trabajo estadounidense ya ha dado por zanjada.