Nunca antes un territorio que representa el 0,7% de la población de la Unión Europea había ostentado tanto poder. El parlamento de la región belga de Valonia (donde viven alrededor de 4 millones de personas) ha aprobado este viernes por 46 votos a favor, 16 en contra y una abstención oponerse a la ratificación del tratado de libre comercio entre la UE y Canadá (CETA, por sus siglas en inglés). El veto de Valonia impide que Bélgica lo convalide y amenaza así con hacer descarrilar el acuerdo, que requiere el apoyo unánime de los 28.
El tratado de libre comercio entre la UE y Canadá, que suprime la mayoría de los aranceles entre los dos bloques, se concluyó en 2014, pero aún no se ha firmado ni ha entrado en vigor. Durante los cinco años que duraron las negociaciones, apenas suscitó controversias. Pero durante los últimos meses se ha contagiado de la polémica que genera el pacto comercial con Estados Unidos (el TTIP) y su supervivencia está amenazada por el auge del populismo, el euroescepticismo y el rechazo a la globalización en Europa.
Los ministros de Comercio de la UE tenían previsto ratificar el CETA en una reunión prevista para el próximo martes 18 de octubre. Era el paso previo para su firma durante la cumbre entre la UE y Canadá que se celebra el 27 de octubre en Bruselas, y a la que tiene previsto asistir el primer ministro canadiense, Justin Trudeau. Así, entraría en vigor a finales de año, pendiente de la ratificación definitiva por parte de los parlamentos nacionales de todos los países miembros. El veto de Valonia cuestiona todo el calendario.
Hasta ahora, era la Comisión la que tenía plenos poderes para negociar acuerdos comerciales, una vez obtenida la autorización de las capitales. Pero el creciente rechazo popular a estos pactos ha llevado al Ejecutivo comunitario a renunciar a parte de estas competencias y proponer que el CETA tenga que ser ratificado por los parlamentos de los países miembros. Eso, sumado a la arquitectura institucional de Bélgica, permite a Valonia convertir a la UE en su rehén, incluso aunque el resto de países miembros y el propio Gobierno central belga apoyen el tratado.
Sin protección para el jamón de las Ardenas
Entre los motivos esgrimidos por el parlamento valón para rechazar el CETA se encuentran que no recoge el jamón de las Ardenas entre las denominaciones de origen europeas protegidas. La razón, apuntan en Bruselas, es que Bélgica no lo pidió en plazo. Valonia censura además que el acuerdo con Canadá abre la puerta a rebajar los estándares sociales y medioambientales de la UE y da un poder desproporcionado a las multinacionales frente a los Gobiernos. Unos argumentos que han sido negados tanto desde Bruselas como en Ottawa.
"Es nuestro acuerdo comercial mejor y más avanzado", no se cansa de repetir el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker. De nada ha servido que el presidente francés, el socialista François Hollande, que sí apoya el CETA, haya invitado a una reunión en el Elíseo al presidente de Valonia, el también socialista Paul Magnette. Ni que el viceministro canadiense de Comercio, David Lametti, haya acudido esta semana al parlamento valón para defender las bondades del pacto.
"No daré plenos poderes al gobierno federal para ratificar el CETA. Las garantías no son suficientes", ha escrito Magnette en su cuenta de Twitter. "Ustedes quieren transformar Valonia en la Cuba de Europa", le ha espetado un diputado de la oposición liberal.
El enfado de Trudeau
Los desacuerdos en la UE han enfadado al primer ministro canadiense, que alega que el acuerdo se ha mejorado en los últimos meses gracias a una declaración interpretativa consensuada por las dos partes y que responde a las preocupaciones de los críticos.
"Si en un par de semanas vemos que Europa es incapaz de firmar un acuerdo comercial avanzado con un país como Canadá, ¿entonces con quién cree Europa que puede hacer negocios en los próximos años en esta era post-Brexit en la que se plantean muchas preguntas sobre la utilidad de la UE?", ha dicho Trudeau este jueves en una rueda de prensa conjunta con el primer ministro francés, Manuel Valls, de visita en Canadá.
"Si Europa no es capaz de firmar este acuerdo, eso envía un mensaje muy claro, no sólo a los europeos sino a todo el mundo, de que Europa está escogiendo una senda que no es muy productiva ni para el mundo ni para sus ciudadanos, y eso sería una lástima", sostiene el primer ministro canadiense.
El CETA todavía puede encauzarse en los próximos días. La declaración interpretativa sigue negociándose y podría acomodar algunas de las exigencias valonas. O Bélgica podría realizar una declaración adjunta al Tratado con sus puntos de vista y firmar pese a sus dudas. Pero las dificultades para ratificar este acuerdo suponen una amenaza para el futuro de la política comercial de la UE. Las siguientes víctimas podrían ser el TTIP y el pacto que debe negociar Reino Unido con Bruselas tras el brexit.