El presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), José Luis Escrivá, ha denunciado la mala técnica presupuestaria del Gobierno en la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2016 que provocó un desfase entre los ingresos y los gastos de 26.700 millones que no tuvo explicación por la evolución de la economía ni los cambios normativos. Este desfase en las previsiones supone en torno a 2,5 puntos del PIB, esto es, más de la mitad del déficit del conjunto de las Administraciones Públicas en 2016, que fue del 4,33% del PIB (sin ayudas financieras).
“Inflar los ingresos permite un mayor techo de gasto”, ha señalado Escrivá en su comparecencia en el Congreso de los Diputados. Lo que hizo el Gobierno cuando vio que los ingresos no cuadraban fue “infraejecutar el gasto”. Con esta práctica presupuestaria, el Gobierno pudo aprobar unos Presupuestos expansivos antes de las elecciones de diciembre de 2015 que, sin embargo, no eran realistas por los ingresos demasiado optimistas que incorporaban.
El mayor desfase se produjo en los ingresos por cotizaciones a la Seguridad Social, que aportaron 13.600 millones menos de lo previsto sin que exista una razón económica detrás de esta desviación. “Los ingresos no eran realistas”, ha denunciado Escrivá, “marcar objetivos [de ingresos] tan irrealistas terminan provocando desviaciones tan importantes que pone de manifiesto una técnica presupuestaria muy poco defendible”. En el caso de la Seguridad Social, lo que hizo el Gobierno fue realizar la proyección de los gastos, que sí fue acertada, y sobre estas necesidades de gasto, ajustar los ingresos. “Es importante que esto no se repita”, ha remarcado Escrivá.
Marcar objetivos [de ingresos] tan irrealistas terminan provocando desviaciones tan importantes que pone de manifiesto una técnica presupuestaria muy poco defendible
Pero no sólo la previsión de las cotizaciones hizo aguas, también el Impuesto de Sociedades sufrió una fuerte desviación. En concreto, el desfase ascendió a 12.700 millones de euros. “No terminamos de ver el origen”, ha explicado Escrivá, “no está en las estimaciones de la reforma, ni tampoco en el pago fraccionado ni en la evolución macroeconómica”.
Hacienda proyectó en los Presupuestos unos ingresos por este tributo de casi 25.000 millones de euros, pero la recaudación final fue de algo menos de 22.000 millones de euros. A este desfase de 2.000 millones hay que añadir el cambio normativo por el que el Gobierno volvió a introducir el pago fraccionado, que generó unos ingresos de 8.900 millones de euros y el efecto de la sorpresa positiva del crecimiento (200 millones) y el impacto inesperado favorable de la reforma del tributo (otros 400 millones). Ni siquiera con estos efectos positivos no previstos en el Presupuesto se pudieron alcanzar las estimaciones del Ejecutivo. En total fueron esos 12.700 millones de desviación que Hacienda no explica.
Por último, también se produjo un desfase inesperado en la previsión de ingresos por el IRPF de 400 millones de euros. Además, hay que incorporar una disminución imprevista de casi 3.000 millones de la recaudación de este tributo por el efecto de la rebaja del impuesto antes de las elecciones.
Esta mala técnica presupuestaria que provocó un gran desfase en la previsión de los ingresos obligó a España a renegociar los objetivos del déficit con la Comisión Europea en dos ocasiones. En un primer momento, el Presupuesto se firmó con el objetivo de cerrar el año con un déficit del 2,8% del PIB, un objetivo inalcanzable con las cifras incluidas en las cuentas públicas. La primera revisión de la senda del déficit marcó el objetivo en el 3,6% y, finalmente, se renegoció dejarlo en el 4,6%.