La actividad en el edificio del Reichstag – la sede el Parlamento alemán – difícilmente podría ser mayor en la tarde en la que Joachim Pfeiffer (Mutlangen, 1967) concede a EL ESPAÑOL media hora de su tiempo. Se escapa esos treinta minutos de la reunión que mantienen los diputados de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) y la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU) en la Cámara Baja para coordinar sus votos en sesión parlamentaria. Entre los reunidos figura la plana mayor del Gobierno alemán. Vienen y van a la sala donde debaten los 309 diputados conservadores alemanas figuras como la jefa del Ejecutivo germano, Angela Merkel, su ministro para Asuntos Especiales en la Cancillería Federal, Peter Altmeier, o la ministra de Defensa, Ursula von der Leyen.
Pfeiffer busca con éxito un espacio para esta entrevista en una bancada situada en la última planta de Reichstag, no lejos de la sala de la reunión de la CDU/CSU. Él es el portavoz para asuntos económicos en el Bundestag de los cristianodemócratas alemanes. A falta de medio año para que se celebren las próximas elecciones generales alemanas, Pfeiffer prefiere hablar de los éxitos económicos de su país en lugar de dar credibilidad a las reivindicaciones del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD). Los socialdemócratas todavía son socios de los conservadores en el Gobierno de gran coalición pero ahora se dicen en campaña a favor de “justicia social”.
“El Estado alemán nunca antes había conseguido tantos ingresos como ahora por la vía de la recaudación, no puedo ver nada de lo que está diciendo el aspirante a canciller del SPD, Martin Schulz, cuando habla de trabajadores pobres en Alemania", dice Pfeiffer. Sí observa este diputado con quince años de carrera en el Bundestag que las reformas estructurales aplicadas en la mayoría de los países del sur de Europa afectados por la crisis constituyen “la receta adecuada” contra los problemas económicos. “Cuando uno ve ahora países como España o Portugal, Irlanda o Chipre, uno se da cuenta de que han hecho sus deberes”, afirma. “Ahora en España estamos viendo los resultados, con un crecimiento económico en positivo y una reducción el paro”, abunda.
¿Cuál es su opinión de la idea popularizada por el SPD de que hay que lograr una mayor justicia social en Alemania?
El mundo está atravesando una fase complicada. Vivimos tiempos de agitación. Pero en Alemania estamos todavía en muy buena forma desde un punto de vista económico. La industria alemana sigue siendo muy competitiva. Tenemos la mayor tasa de ocupación de nuestra historia. Hay 44 millones de personas trabajando en nuestro país actualmente. Hemos reducido a la mitad los cinco millones de desempleados que teníamos en 2005.
El Estado alemán nunca antes había conseguido tantos ingresos como ahora por la vía de la recaudación. Lo mismo ocurre con la seguridad social. Yo no puedo ver nada de lo que está diciendo el aspirante a canciller del SPD, Martin Schulz, cuando habla de trabajadores pobres o del empobrecimiento. En lo que respecta a la pobreza, es cierto que Berlín es uno de los peores sitios de Alemania, pero esa realidad no es la del resto del país.
¿Cree usted que no es necesario un debate sobre la justicia social en Alemania?
No veo necesario que haya que lanzar una campaña en la que se asegure que todo va mal. Creo que tenemos que estar orgullosos de lo que hemos logrado. Precisamente esto que hemos logrado es lo que Martin Schulz quiere deshacer. A saber, todas esas medidas que se han ahora tomado en países como España por la crisis, nosotros las tomamos en 2005. Sería una locura, en mi opinión, invertir esas reformas estructurales. En 2005, los parados recibían unos 400 días de subsidio de desempleo. Hoy sólo son 200 días. Estos instrumentos son eficientes. Por eso creo que tendríamos que seguir en esa línea.
El problema de las empresas en Alemania es que no tienen suficientes trabajadores cualificados
¿Cual cree usted que es el principal problema al que se enfrenta la economía alemana?
Si le traslada la pregunta a los empresarios alemanes, le dirán que tienen productos competitivos, clientes, que están bien financiados y que tienen acceso fácil a créditos – algo que por cierto en España no lo ha sido. El problema de las empresas en Alemania es que no tienen suficientes trabajadores cualificados. Por eso no entiendo que el señor Schulz hable de falta de trabajo o de falta de justicia social.
En mi circunscripción, en Baden-Wurtemberg (suroeste germano), en el sector de la construcción o de la agricultura, no se puede encontrar suficientes candidatos gente para realizar formaciones duales. Hay empresas ofreciendo educación y trabajo pero la gente no está interesada. Insisto, yo no puedo ver la realidad de la que está hablando Schulz cuando habla de una situación sin justicia social.
¿Por qué cree usted que se está utilizando ese discurso en el SPD? El SPD aún forma parte del Gobierno con la CDU.
Entiendo que desde la izquierda se puedan decir esas cosas para movilizar al electorado. También para justificar esa idea de que el Estado sabe qué hacer. De ahí la idea que tienen de subir los impuestos y redistribuir. 'Sabemos lo que es justo', dicen. Pero nuestra posición en la CDU no es esa. Hay gente en la CDU que cree que deberíamos competir con el SPD a la hora de hablar de justicia social. Pero yo personalmente creo que eso es algo completamente erróneo. La respuesta que hace falta es, en lugar de eso, construir un entorno económico en el que las empresas puedan competir.
Los políticos deberíamos concentrarnos en crear un marco que posibilite la génesis, por ejemplo de start-ups, o actores económicos que innoven
¿Piensan en la CDU que habría que bajar los impuestos en la próxima legislatura?
Ahora mismo tenemos en Alemania los mayores ingresos por recaudación fiscal de nuestra historia. Tenemos superávit presupuestario, estamos reduciendo nuestra deuda pública, estamos invirtiendo más dinero que nunca en infraestructuras, hemos incrementado un 40% el presupuesto para construcción de calles y vías férreas. Yo creo que lo mejor que se puede hacer con el dinero es dejar a cada cual gastarlo en lo que considere oportuno.
En la izquierda dicen: 'todo el dinero tendría que venir a las arcas del Estado y después los políticos lo redistribuimos'. Pero yo creo que el modo más eficiente de usar el dinero, para las familias, las compañías o la gente, es permitir que ellas lo utilicen. Nosotros, los políticos, deberíamos concentrarnos en crear un marco que posibilite la génesis, por ejemplo de start-ups o actores económicos que innoven.
¿Cómo se logra un marco así?
Podríamos aplicar algo que ustedes tienen ya en España, que es la posibilidad de que empresas que invierten en investigación y desarrollo logren deducir más impuestos. Tenemos que reducir el lastre de impuestos que pesa sobre las pequeñas y medianas empresas, y especialmente para la clase media del país. Me refiero a la gente que viven con cantidades entre 50.000 y 70.000 euros al año, la clase media aquí. Nuestro sistema impositivo les hace pagar impuestos muy altos. Tenemos que reducirlos. Subirlos es un error.
La situación en Europa ahora no invita a la tranquilidad, con el 'brexit', el auge del populismo, con políticos como Marine Le Pen, quien promete “acabar con la inmigración legal e ilegal”. En este contexto, ¿puede Alemania crear el marco del que usted habla?
Las soluciones nacionales, ya sea en el ámbito económico o en el relativo a la seguridad, son errores. Si queremos jugar un papel clave en el mundo tenemos que unir fuerzas. Ni España ni Alemania, que son dos de los grandes países de Europa, pueden hacer algo de verdad solos. Un país solo no puede acabar con los problemas nos estamos enfrentando en el mundo. Estoy profundamente convencido de que tenemos que estabilizar y desarrollar más la Unión Europea.
Los países que quieren aunar fuerzas y seguir avanzando en Europa tienen que hacerlo. No hay tiempo que perder
¿En qué ámbitos se puede avanzar más en la integración continental?
En seguridad y defensa, porque Estados Unidos ya no quiere jugar el papel que ha venido jugando en los últimos 70 años. En el ámbito internacional se va a producir un vacío. Y ¿Quién va rellenar ese vacío?¿Los chinos? ¿Los rusos?¿El Estado Islámico? Los europeos tenemos que ocuparnos de nuestra seguridad. Tenemos que jugar un papel más activo en nuestro vecindario. Esto incluye proteger nuestras fronteras.
Tenemos en Europa un mercado común, con la libertad de movimiento del Espacio de Schengen, y hay que protegerlo. Lo que ustedes experimentan en Ceuta, Melilla y en las Islas Canarias desde hace 20 años, o en Italia, es algo con lo que tenemos que lidiar. Ahí tenemos una oportunidad para resolver estos asuntos y frenar así a los Le Pen, los Geert Wilders o las Alternativas para Alemania de Europa.
¿Qué piensan usted del proyecto de la integración europea a varias velocidades que está impulsando la canciller Angela Merkel?
Creo que los países que quieren aunar fuerzas y seguir avanzando tienen que hacerlo. No deberíamos esperar. Ahí fuera todo el mundo sabe que estamos en una situación internacional turbulenta. No hay tiempo que perder.
Estamos viendo la luz del final del túnel de la crisis en Europa
¿Significa eso que hay que avanzar también hacia una unión fiscal en la que sea posible la mutualización de deudas?
Yo no veo como una solución esa propuesta de los eurobonos. No creo que esto sea la respuesta adecuada. Sé que en Madrid - porque he hablado con políticos allí - creen que es una solución. Pero yo pienso que no. Con medidas como los eurobonos lo único que se consigue es posponer los problemas. Martin Schulz, por cierto, ha sido uno de los principales defensores de los eurobonos. Dicho esto, yo sí estoy a favor de una mayor integración en Europa, también en temas socioeconómicos y financieros, pero siempre con la idea de hacer Europa más fuerte, evitando toda idea de redistribución. La redistribución no resuelve los problemas.
¿Cree usted que la crisis económica ha terminado en Europa?
La crisis no ha terminado, pero vamos por el buen camino. Cuando uno ve ahora países como España o Portugal, Irlanda o Chipre, uno se da cuenta de que han hecho sus deberes. En España, algo que veo como un signo de madurez es que, incluso en el año 2016, marcado por la ausencia de Gobierno electo y por la repetición de elecciones generales, se mantuvieron las reformas.
Ahora en España estamos viendo los resultados, con un crecimiento económico en positivo y una reducción el paro. Ahora las empresas españolas son más competitivas. Las reformas fueron la receta adecuada para la economía, aunque aún pueda haber dificultades. También las hay ahora, por ejemplo, en Francia y en Italia. Pero creo que estamos viendo la luz al final del túnel.