Tras el fracaso de la maratón negociadora de 16 horas del pasado martes, con noche en blanco incluida, el Eurogrupo vuelve a intentarlo este jueves. Los ministros de Finanzas de la eurozona se reúnen por videoconferencia a partir de las 15:00 horas en busca de una respuesta económica conjunta a la crisis del coronavirus. ¿Otra jornada de diálogo infructuoso hasta altas horas de la madrugada?
En realidad, el acuerdo para un plan de créditos por valor de 500.000 millones de euros está al alcance de la mano. No porque los países del Norte y del Sur hayan resuelto milagrosamente sus diferencias antagónicas: las espadas siguen en alto. España y Francia siguen defendiendo que es imprescindible que la UE ponga en marcha algún instrumento de mutualización de la deuda para financiar conjuntamente los costes sin precedentes de la reconstrucción. Berlín mantiene su oposición férrea a cualquier tipo de eurobonos.
"Desde el Gobierno español hemos abogado desde hace tiempo por la necesidad de un mecanismo para la emisión conjunta de deuda pública. No es aceptable que cada país tenga que hacer frente solo a los costes derivados de esta emergencia", ha repetido este miércoles la vicepresidenta económica, Nadia Calviño.
Pero los dos bandos han acordado escenificar una tregua. Quieren borrar la imagen de fractura total en la Unión Europea que asusta a los mercados financieros y a las opiniones públicas. Se conforman ya con un apaño que permita a todas las partes clamar victoria y aplazar la toma de decisiones. La reivindicación de los eurobonos "no tiene que impedirnos llegar a un acuerdo sobre una red de seguridad a corto plazo", sostiene Calviño.
En los últimos borradores de conclusiones discutidos por el Eurogrupo, se habla de un fondo de reconstrucción que podría financiarse con "instrumentos innovadores". El típico compromiso de Bruselas que permitiría por un lado a Francia y España sostener que los 'coronabonos' no se han descartado; mientras que Alemania, Austria y Finlandia podrían vender a sus opiniones públicas que no hay mutualización de la deuda.
Italia y Países Bajos, las posiciones más extremas
Sin embargo, este compromiso de mínimos ha chocado con la intransigencia de Italia por un lado y de Países Bajos por el otro. Roma y La Haya representan las posiciones más extremas de los dos bandos en liza. Son los que siguen diciendo en voz alta lo que piensan de verdad Madrid y París por un lado y Berlín, Viena y Helsinki por el otro. Una beligerancia que se explica porque los dos Gobiernos se enfrentan a una fuerte presión interna.
En Italia, el país más golpeado por la pandemia, el líder ultra de la Liga, Matteo Salvini, hace campaña incesante contra el fondo de rescate de la UE (MEDE), presentándolo como un sometimiento del país a las directrices de Bruselas y Berlín. "Es un instrumento peligroso y profundamente injusto que amenaza el futuro de nuestro país", sostiene.
También el Gobierno holandés se enfrenta al auge de las fuerzas antieuropeas y al estrecho marcaje de su Parlamento. Su ministro de Finanzas, Wopke Hoekstra, tuvo que comparecer allí el martes para dar garantías de que mantendrá su tradicional línea dura frente al Sur.
En el Eurogrupo del martes, el ministro de Finanzas italiano, el socialista Roberto Gualtieri, exigió una referencia directa a los 'coronabonos' en las conclusiones. "Es el momento de la responsabilidad compartida, de la solidaridad y de opciones audaces", escribió en su cuenta de Twitter al término de la reunión.
Países Bajos e Italia se engancharon en particular en las condiciones asociadas a la línea de crédito de 240.000 millones de euros que el MEDE habilitará contra el coronavirus. Los países que lo necesiten podrán pedir préstamos baratos de hasta el 2% de su PIB. Es decir, 24.000 millones para España y 36.000 millones para Italia. El Gobierno de Giuseppe Conte -al igual que el de Pedro Sánchez- pide que la única condición sea dedicar el dinero a combatir el Covid-19.
Pero La Haya sigue pidiendo reformas económicas a cambio de la ayuda. "El MEDE es un prestamista de último recurso cuando los países tienen graves problemas financieros. En nuestra opinión, el uso de este presupuesto tiene que vincularse con alguna forma de condiciones", ha escrito el ministro de Finanzas holandés en un hilo de Twitter donde deja clara la posición holandesa utilizando su tradicional tono directo e incluso brusco.
"Debido a la actual crisis, tenemos que hacer una excepción y el MEDE puede usarse sin condiciones para cubrir los costes médicos. Para el apoyo económico a largo plazo, consideramos que es sensible combinar el uso del MEDE con algunas condiciones económicas", prosigue el hilo.
Si algo hay que agradecer al Gobierno de Mark Rutte es su transparencia total de su posición, pese a lo impopular que resulta en los países del Sur. En la condicionalidad del MEDE, Países Bajos es más papista que el papa: mantiene una línea más dura que Alemania, que no se cansa de repetir que esta vez no habrá "troika" para vigilar las reformas en España e Italia.
"Es una cuestión de redacción. Hay un amplio acuerdo en que a corto plazo la condicionalidad se centrará en temas sanitarios, mientras que a largo plazo los países deben hacer esfuerzos para volver a una situación estable", explican fuentes diplomáticas. Calviño ha repetido este miércoles que España no tiene previsto pedir el rescate blando del MEDE porque se financia sin problemas en los mercados.
La mayoría del Eurogrupo rechaza los 'coronabonos'
A Hoekstra tampoco le gusta la ambigüedad sobre una posible mutualización de la deuda en el futuro: "Países Bajos estaba y sigue estando contra la idea de los eurobonos. Creemos que esto creará más problemas que soluciones para la UE. Tendríamos que garantizar las deudas de otros países, lo que no es razonable. La mayoría del Eurogrupo comparte este punto de vista y no apoya los eurobonos". Es su particular forma de dinamitar la solución de compromiso que intentan tejer Berlín y París.
Los ministros de Finanzas de Francia, Bruno Le Maire, y Alemania, Olaf Scholz, intentan ahora ejercer de mediadores y presionan a Roma y La Haya para que disimulen sus diferencias y acepten un apaño. "En este momento difícil, Europa debe mantenerse unida. Junto con Le Maire, pido a todos los países del euro que no se nieguen a resolver estas difíciles cuestiones financieras y permitan un buen compromiso para todos los ciudadanos", ha escrito Scholz en Twitter.
¿Serán capaces los ministros de Finanzas de la eurozona de firmar la tregua que piden París y Berlín? ¿O concluirá de nuevo el Eurogrupo en un bloqueo? Durante la crisis del euro entre 2010-2012, los responsables económicos siempre demostraron ser incapaces de tomar decisiones. Los acuerdos decisivos, a menudo en el último minuto, los adoptaban siempre los jefes de Estado y de Gobierno. ¿Será diferente esta vez?