El 21 de marzo de 2006, un tal Jack Dorsey publicaba un mensaje en una plataforma de mensajería: “Poniendo en marcha mi Twttr”. Una década más tarde, es el CEO de una compañía que vale más de 11.000 millones de dólares y que factura 2.200 millones en un año. Twitter celebra hoy su décimo aniversario. Y lo hace como una empresa que aún no es rentable, castigada por los mercados y con la necesidad de atraer a más usuarios, pero con la capacidad para seguir atrayendo las conversaciones influyentes.
Este décimo aniversario llega en un momento económico y empresarial un tanto complicado para la compañía. Sus cuentas siguen arrojando números rojos y el crecimiento en el número de usuarios se estanca.
Sin el beneplácito de inversores
El mes de noviembre de 2013 se convirtió en una fecha clave para la empresa. Sonaba la campana y sus acciones comenzaban a cotizar en bolsa tras años siendo una ‘startup’ financiada, principalmente, con fondos de capital riesgo. Su propio consejero delegado en España, Pepe López de Ayala, lo confirmaba a EL ESPAÑOL: fue un antes y un después. Cambiaba las ‘reglas’ del juego.
El arranque fue un espejismo: un 73% de subida en la primera jornada. Un par de meses después comenzó una relación de amor-odio entre los inversores y la compañía. Las continuas comparaciones con Facebook y la particular ‘obsesión’ por su crecimiento en usuarios han pesado como una losa. La consecuencia se refleja en una cifra: 65%. Esa ha sido la caída acumulada en el último año, en el que la presión se ha intensificado.
Ante este escenario, las voces que apuntaban a una posible venta se intensificaron. Y Google fue colocada como el potencial comprador. De esto por ahora sólo hay rumores publicados en medios o conversaciones no desveladas dentro del mercado. Tanto es así, que el propio responsable en España se apresuró a negarlo en declaraciones a este medio: “Es pura rumorología”.
Tras la tormenta de finales de enero y principios de febrero, la presión ha aflojado a tenor del comportamiento en los mercados. Su consejero delegado, Jack Dorsey, se ha visto obligado a remangarse y calmar a los inversores. Al menos, a muy corto plazo, está surtiendo efecto.
La rentabilidad (sobre el papel) como reto
En 2006, Twitter era una plataforma de mensajería pública. En aquel momento, las aspiraciones publicitarias eran mínimas. No fue hasta más adelante cuando se construyó un modelo de negocio basado en la publicación de anuncios en la red. Cuatro años más tarde, en 2010, la compañía apenas sumó 28 millones de dólares en el lado de los ingresos.
En 2015, la red social ha superado la barrera de los 2.000 millones de dólares. Es decir, en cinco ejercicios fiscales ha multiplicado por 80 su volumen de negocio.
La pregunta a día de hoy es si eso es suficiente. Desde el minuto uno, la compañía ha teñido sus balances de rojo. Pérdidas y más pérdidas. Y es algo que preocupa sobremanera a unos inversores que desean ver un negocio que sea realmente rentable. Pese a ello, las cifras hoy tienen una particularidad: el flujo de caja de la empresa es positivo. Es decir, ese rojo proviene, principalmente, del plan de compensación por acciones a los trabajadores. Según relataba López de Ayala este sábado, excluyendo ese aspecto la compañía es rentable.
En este y en otros aspectos, Twitter ha sido comparado una y otra vez con su ‘hermano mayor’: Facebook. La red social fundada por Mark Zuckerberg ha sido un espejo maldito para la compañía, que ha visto cómo siempre ha perdido ese particular ‘duelo’.
Llamar a más usuarios, la dificultad
Esa comparación no sólo se ha impuesto con lo económico como excusa. También por los usuarios y la capacidad para atraerlos. Twitter ha adolecido de una falta de crecimiento de usuarios que ha sido castigada, especialmente, en los últimos meses en los mercados. El mayor signo de que hay problemas en este sentido: el último trimestre, la cifra se quedó intacta en los 320 millones de usuarios activos al mes.
La mayor competencia en el segmento de población más joven (Instagram, Snapchat…) y la dificultad para entender la red social y su utilidad para una buena parte de los grupos de mayor edad han pesado. Atraer a más tuiteros es su objetivo. En España, según las cifras de comScore (no comparten los datos de registrados en la plataforma), suman 11 millones de activos mensuales.
Entre esos nuevos usuarios a los que quieren atraer están los 500 millones en todo el mundo que, según sus estimaciones, no están registrados pero consumen contenido de la plataforma de manera directa o indirecta. El objetivo es hacer a todos ellos el aterrizaje mucho más llevadero y, por tanto, atractivo. Esto llevará a evolucionar un producto, el de esta red social de microblogging, que en esencia no ha cambiado en exceso.
La influencia como bandera
Más allá de lo económico, Twitter es una empresa que, pese a todo, mantiene una capacidad para atraer usuarios y conversaciones influyentes en todo el mundo. Y ese es uno de sus grandes activos. “Un sitio donde se tienen las conversaciones más importantes del planeta tiene un valor incalculable”, decía a EL ESPAÑOL Javier Burón, el cofundador de una empresa que analiza las audiencias de la red social.
Estas son las cuatro claves que conforman la fotografía actual de la red social tras una década de actividad. Sólo queda ver qué papel jugará en los próximos diez.