Una nueva demostración de fuerza. Quizá la más destacada de las hechas públicas hasta ahora por la estadounidense Uber en plena batalla por hacerse con el incipiente mercado del transporte alternativo. La compañía ha cerrado una de las mayores rondas de financiación de una tecnológica no cotizada. El fondo soberano saudí ha inyectado 3.500 millones de euros.
Tras este movimiento, su valoración se ha mantenido estable en los 62.500 millones de dólares, por lo que el nuevo accionista controlará el 5%. Pese a ese estancamiento, prueba del enfriamiento de los 'precios' en el sector, la cifra es enorme. En caso de que cotizara en España, la colocaría en el ‘top 3’ del Ibex español, superando a Telefónica, con 46.000 millones de euros de capitalización bursátil.
La batalla por el transporte alternativo se juega también en el lado del capital. Muchas de las compañías más destacadas de este sector tienen tres grandes frentes abiertos: la expansión internacional, la lucha en las instituciones para lograr regulaciones más favorables a sus modelos de negocio y los proyectos tecnológicos más ambiciosos como el coche autónomo. Y todos ellos se afrontan con costosas inversiones.
Y en este contexto todas las compañías se refuerzan. El competidor directo de Uber en Estados Unidos, Lyft, recibió 1.000 millones de dólares en una ronda aportada, principalmente, por el gigante automovilístico General Motors. ¿Y en China? Didi recibió una ronda de 1.000 millones de dólares aportados por Apple y está buscando otros 3.500 millones de dólares, según aclaró su presidente esta semana. La alternativa europea, Gett, recibió en mayo 300 millones de dólares en una ampliación liderada por la alemana Volkswagen.
La capacidad para atraer dinero
De todos ellos, Uber ha demostrado una capacidad para atraer grandes cantidades de capital. En siete años de historia, ha recaudado casi 12.000 millones de dólares, aportados por todos los grandes fondos de inversión internacionales, no sólo en efectivo sino también en forma de deuda convertible.
La gran mayoría de esta cantidad de dinero recaudado ha llegado en los dos últimos años, en los que su expansión internacional –también en Oriente Medio- se ha intensificado. Ese crecimiento ha obligado a la empresa a invertir grandes cantidades de dinero. Y ha acarreado fuertes pérdidas, pese a la rentabilidad de buena parte de los estados en los que está presente en Estados Unidos, según aclaraba a principios de año su consejero delegado y fundador, Travis Kalanick.
El mercado de las grandes tecnológicas
Uber es el mejor ejemplo de lo que hoy por hoy es el mercado de grandes tecnológicas: empresas valoradas en miles de millones de dólares (llamados en el argot ‘unicornios) que se mantienen en la esfera privada, sin cotizar en bolsa. Pese a que en los últimos años se ha especulado con ello, la compañía estadounidense se ha mantenido al margen de los mercados bursátiles, pues sus necesidades de capital han sido siempre respondidas por ávidos fondos de inversión.
En el pasado, otras grandes tecnológicas no han llegado a esos niveles de fondos recaudados antes de salir a bolsa. Por ejemplo, Facebook, que se estrenó en los mercados en 2012, rozó los 2.500 millones de dólares de financiación. Por su parte, la china Alibaba, que aterrizó en 2014, sumó casi 8.000 millones.