Una vez más, México se convierte en el epicentro de los problemas para la constructora española OHL, que este lunes se desplomó un 10% en bolsa, hasta mínimos desde 2003, después de presentar los resultados del primer semestre por debajo de lo esperado. El grupo de los Villar Mir vio cómo se esfumaron los beneficios (-94%, hasta 3 millones de euros) del pago de 27 millones en impuestos en México por las plusvalías de la venta del 25% de Conmex (Circuito Mexiquense) en 2015 al fondo australiano IMF.
Es la misma infraestructura -una circunvalación que rodea México DF- que concentra la mayoría de sus inversiones en el país y que se encuentra en el punto de mira. Ahora, más de un año después, la constructora española admite negociaciones con su socio para excluir de bolsa a OHL México, donde la matriz española controla el 56% de las acciones y cuya valoración en bolsa asciende a unos 44.000 millones de pesos (unos 2.100 millones de euros), a razón de 25,6 pesos por título. Es su valor de cotización y el punto de partida de una potencial exclusión de bolsa, valorada en 924 millones a los precios actuales.
Sin embargo, la normativa de la Bolsa de México establece que para dejar de cotizar, el comprador de una empresa debe pagar el más alto de estos dos precios: el de cotización o el valor contable registrado por las cuentas de la empresa. Y es aquí donde reaparecen los obstáculos para OHL, ya que su filial azteca aparece valorada en 61.000 millones de pesos, un 38% más que su valor actual en bolsa y unos 1.300 millones de euros que tendrá que desembolsa el potencial comprador de ese 44%.
Sobre el valor económico de los activos, este ha variado desde que la CNBV multó a la constructora, que había catalogado sus activos como ‘rentabilidad garantizada’ (que avala el 100% de la inversión realizada por OHL y le garantiza un retorno adicional). Es lo que defiende la empresa que dirige Tomás García (sustituto de Josep Piqué) y Juan Miguel Villar Mir (hijo).
Esa calificación contable ‘blinda’ sus inversiones en el Circuito Mexiquense (Conmex) o el Viaducto Bicentenario, entre otras; y le ha permitido a OHL presentar beneficios, al anotarse ingresos futuros como se si tratase de un 'activo financiero' (cuyo retorno puede medirse y está determinado) en lugar de como 'activo intangible' (la retribución no es exacta, ni puede estimarse de manera fiel).
Esa distinción entre intangible o activo financiero lleva a tener que mirar dos veces sus cuentas. La operación salida de México se topa también con la situación real de las cuentas de la constructora en aquel país. Al término del primer semestre, OHL México declaró unas pérdidas ‘reales’ de 220 millones de pesos (10 millones de euros) en el primer semestre frente a los 2.998 millones de pesos (148 millones de euros) de beneficios declarados.
Esa incertidumbre contable, unida a la maraña de inversiones a golpe de crédito que había construido el Grupo Villar Mir (Torre Espacio, Abertis, Colonial…) ha provocado una de las debacles bursátiles más sonadas en la Bolsa española en los últimos años. La cotización de OHL se ha derrumbado hasta niveles de 2003, en el entorno de los 3 euros por acción.
La crisis en bolsa de la constructora de los Villar Mir comenzó en el verano de 2014 y desde entonces ha perdido un 85%, es decir, que un inversor con 1.000 euros en acciones de OHL hace dos años, ahora sólo tendría 150 euros. Aún así, la compañía todavía vale en bolsa unos 900 millones de euros pese a que el otoño pasado realizó una ampliación de capital valorada en 1.000 millones. Ya vale menos de esa cantidad y menos que su participación en OHL México, es decir, que los inversores valoran en cero su negocio de construcción.