'O apoyáis este plan o Abengoa estará abocada a la liquidación'. La dirección de la compañía y sus principales acreedores vendieron este martes el plan de rescate que aprobaron el jueves de madrugada como la única alternativa posible para garantizar el futuro de la compañía para evitar la liquidación.
Tanto la empresa, como los asesores de los fondos de inversión y de los bancos acreedores desgranaron los detalles en una conferencia telefónica en la que, sin embargo, no dieron opción a realizar preguntas. Instan a que el 75% de la masa acreedora lo apruebe antes de que acabe el mes de agosto para poder cumplir todos los plazos.
Si se aprueba, Abengoa tendrá una nueva dirección al mando. Pondrá patas arriba su consejo de administración para desligarse del todo del fantasma de los Benjumea, la familia que ha movido los hilos de la empresa andaluza de ingeniería y energías renovables desde su nacimiento.
Un nuevo consejo de administración en que todos sus miembros serán independientes, salvo su presidente, que sí será un nombre de confianza de los futuros accionistas de la Nueva Abengoa una vez se ejecute el canje de acciones por deuda. Es decir, cuando todo el proceso esté terminado. Antes, tendrá que convocar otra junta, a finales de septiembre o principios de octubre, para aprobar la reestructuración.
Remuneraciones claras
En su presentación a inversores, Abengoa no dio detalles sobre perfiles de los nuevos consejeros, pero sí dejó claro que volverán a separarse los roles de consejero delegado y de presidente y que estos tendrán independencia respecto al órgano de dirección. Además, promete transparencia a la hora de informar sobre la política de remuneraciones de la compañía.
Se trata de un cambio sustancial, encaminado a cumplir con las obligaciones de gobierno corporativo, dado que los actuales miembros del consejo de administración son los mismos que dieron el visto bueno a la millonaria indemnización que se autoconcedieron los anteriores máximos directivos de la sociedad sevillana.
En el caso de su expresidente, Felipe Benjumea, el ‘cheque’ por su labor al frente de Abengoa alcanzó los 11 millones de euros. Para el ex consejero delegado, Manuel Sánchez Ortega, la indemnización autoconcedida superó los nueve millones. Por ambas remuneraciones han tenido que sentarse en la Audiencia Nacional acusados de administración desleal.
Pero los vínculos entre la actual y la vieja dirección que obligan a cambiar de nombres también alcanzan al actual presidente de Abengoa. Antonio Fornieles, presidente de Abengoa desde marzo. Fornieles es consejero desde 2014 y miembro de dos comisiones: la de Auditoría y Nombramientos y la de Retribuciones. Fornieles estuvo 30 años en KPMG, dedicado al mundo de la auditoría, que también es la firma que ha asesorado a la banca en este proceso de reestructuración.
Un consejo ‘político’
La remodelación del consejo también supondrá la salida de los dos consejeros con vinculaciones políticas. El nombre de más relieve, el de Josep Borrell. El ex ministro socialista, ex candidato a la presidencia del Gobierno y ex presidente del Parlamento Europeo lleva siete años en Abengoa, desde que se sumó a su consejo de administración con carácter de ‘independiente’ en julio de 2009. A cambio, su retribución anual alcanzó los 300.000 millones de euros.
Hay otro nombre político, pero de otro ‘color’: Ricardo Martínez Rico, ex secretario de Estado de Hacienda en la segunda legislatura de José María Aznar y otrora socio del ministro de Hacienda en funciones, Cristóbal Montoro, en la firma de consultoría Equipo Económico. Martínez Rico llegó a Abengoa en octubre de 2011, apenas un mes antes de que el Partido Popular ganase las elecciones generales con mayoría absoluta.
El acuerdo, antes de octubre
El cambio del consejo es un paso más en el acuerdo que la compañía espera sellar definitivamente antes del 1 de octubre. Abengoa necesital 1.170 millones en total, aunque parte corresponde a la refinanciación de préstamos ya concedidos desde septiembre de 2015, unos 500 millones. La cifra más crítica, que requiere para poder operar con normalidad entre los próximos seis y nueves meses, es de algo más de 300 millones.
Acreedores y proveedores tienen que aceptar una quita de las sumas que les adeuda Abengoa. En el caso de los primeros, supondrá una quita del 97% de los más de 9.000 millones de deuda financiera de la compañía. A cambio, se convertirán en sus principales accionistas. Los bancos (Popular, Banco Santander, Bankia, Crédit Agricole y CaixaBank) se quedarán con el 40% de las acciones de la nueva compañía, los fondos de inversión que aportarán la nueva inyección de liquidez (KKR, Centerbridge, Elliot, Oak Tree, D. E. Shaw, Värde, The Baupost, Abrams y Hayfin Capital) tendrán otro 40%; y los accionistas históricos, un 5%. Entre estos últimos están los Benjumea.
En cuanto a los proveedores, Abengoa asume que ya ha negociado con ellos una quita de 300 millones y que diferirá el pago de otros 688 millones de euros. Es el doble de lo que preveía el pasado mes de marzo. Al cierre de 2015, Abengoa sumaba 4.380 millones de euros en la cuenta a pagar a proveedores.
En cuanto al negocio en sí, la compañía prevé volver a generar una flujo de caja positivo a partir de 2017 y contempla nuevas desinversiones por un importe superior a los 420 millones de euros. Con ellas, se centrará en el negocio de la ingeniería y dejará de lado las renovables.