El otrora ‘rey’ del internet español llegó a tocar el cielo con los dedos en 2013. Más de una década después de su fundación, Softonic lograba récord de ingresos y cuadruplicaba su equipo. La tecnológica española, uno de los grandes directorios de software de la primera época de la red, logró el respaldo de un gran fondo de capital riesgo (Partners Group) que valoró la compañía en 275 millones de euros. Al año siguiente, su modelo de negocio se rompió (de tanto usarlo). Llegó el primer ERE y un primer desplome de ingresos. ¿Se frenó la sangría?
Al año siguiente, en 2015, el guión se repitió en pleno reajuste: los ingresos cayeron a apenas 18 millones y las pérdidas volvieron a aflorar, aunque con mucha menos intensidad. Ahora, la compañía, tras dos años complicados, confía en el móvil y la creación de aplicaciones como salvoconducto para seguir adelante.
Google, una de las grandes losas
El negocio en la compañía, con sede en Barcelona, no ha dejado de menguar: en dos años se ha reducido hasta quedarse en un tercio desde los 52 millones de euros ‘récord’ de 2013. Las losas fueron similares en ambos ejercicios de caída. El castigo de Google he pesado mucho. No sólo en lo que a posicionamiento de sus páginas se refiere, sino por la no renovación de un contrato publicitario con ellos hasta finales del ejercicio.
Así lo asegura la empresa en la memoria del ejercicio, adjunta a las cuentas, recientemente presentadas en el Registro Mercantil. A ese golpe del buscador, suma su dificultad para adaptarse a una industria móvil. Su negocio se ha centrado tradicionalmente en la promoción de software para ordenadores de sobremesa y no tanto para móviles.
La tercera losa está relacionada con una decisión clave para recuperar la credibilidad frente a Google. La empresa eliminaba en febrero de 2015 ‘Softonic Downloader’, un programa adicional que se instalaba en los ordenadores de los usuarios con el objetivo de servir más publicidad y que actuaba de una manera muy intrusiva. “De media representó aproximadamente el 45% de los ingresos en los últimos años”, alegan desde la empresa.
La última losa tiene que ver con su imagen, duramente castigada tras las prácticas publicitarias y tecnológicas (con la introducción de ‘malware’ y otros programas intrusivos) llevadas a cabo en el pasado.
Los remedios
Ese polémico ‘descargador’, que aglutinó casi la mitad de su volumen de facturación, fue, por tanto, el propulsor del crecimiento de los últimos años. Su eliminación fue una de las medidas. A esta se sumaron otras. La más dura fue el paquete de despidos con el que redujeron en un año su plantilla de 385 a 167 empleados, según las cuentas. Sacaron la tijera en los gastos operativos con el objetivo de redimensionar la compañía ante un negocio muy inferior al de años anteriores.
En el lado de los ingresos, la compañía se centró en engrasar la rentabilización y los ingresos de la publicidad ‘display’ (banner) en sus páginas de contenidos, pues en los últimos años se centraron en la recomendación de programas y aplicaciones. Pero no fue lo único: crearon ‘Softonic Tools’, su división de creación de aplicaciones móviles propias gratuitas que sirve como nuevas ‘ventanas’ para servir publicidad. A día de hoy cuenta con cuatro (sólo una de ellas de pago) dedicadas a la mejora del rendimiento del móvil o a la gestión de las redes wifi.
El resultado es una reducción de los costes y, por tanto, de las pérdidas. Éstas pasaron de 21 millones en 2014 a 8,7 en 2015. Los efectos de esos recortes se han percibido en la cuenta de resultados. Pero el reajuste de su negocio ha sido severo: ha pasado de 37,3 a 18,4 millones de euros en un año.
Los problemas de sus filiales
En estas pérdidas se incluye el impacto de gastos extraordinarios como el deterioro de varias de sus filiales extranjeras o los costes de la reestructuración del negocio. En caso de que se excluyan estos desembolsos, el Ebitda sería de 3 millones (frente a los 2 de 2014).
No ha sido fácil la gestión de estas filiales. En 2015 tuvo que incorporar un deterioro de la participación de la filial estadounidense después “de las menores expectativas de retorno de la inversión realizada para adquirir Tipsense”, propietaria de AppCrawlr, una herramienta para descubrir aplicaciones relevantes. Esta adquisición vino acompañada de polémica porque se dio a conocer justo después del anuncio del Expediente de Regulación de Empleo (ERE).
A esto se suma la difícil situación de las filiales en Hong-Kong, México y Japón. Ambas están en proceso de liquidación, que ha obligado a provisionar créditos e inversiones realizadas en la compañía. Tanto estas como la americana sumaron pérdidas superiores a los 3 millones de euros.
El refuerzo de capital y el futuro móvil
Este intento de recuperación ha venido acompañado de un refuerzo en el capital de la empresa. Según se describe en la memoria, en julio de 2015 se formalizó un préstamo bancario de 5,5 millones de euros a pagar en un periodo de tres años, con el objetivo de tener circulante para afrontar los siguientes meses.
No es la única inyección recibida. La compañía también convirtió un préstamo de los socios de 1,2 millones de euros a capital y se fijó un aumento de capital de 5 millones de euros por parte de los accionistas existentes. Pese a que no queda reflejada en el documento, la valoración de la empresa a la que se cerró fue muy inferior a los 275 millones de euros de 2013.
Con todo, a cierre de 2015, el grupo de capital riesgo suizo Partners Group Search controlaba un 31,25% de la empresa (un punto porcentual más que un año antes). Por su parte, el fundador, Tomás Diago, sigue ostentando el 23,3%, algo menos que un año antes. El resto de accionistas aglutinaban el 45%.
En el futuro hay grandes riesgos para la compañía. A cierre del año, la tecnológica confía en el móvil como su salvoconducto. Los ingresos de ‘Softonic Tools’, la serie de ‘apps’ creadas por la compañía, generaron en el último trimestre del año 200.000 euros de ingresos.
La sombra de Google en esta recuperación sigue siendo alargada. El pasado mes de junio sufrió una nueva penalización por lo que se conoce en el argot como 'thin content', es decir, contenido que, en opinión del buscador, no aporta valor para el usuarios.
Esa es su única esperanza. Un año después del fuerte terremoto sigue la reconstrucción. Y no se prevé fácil.