Bruselas

La Comisión Europea ha resucitado este martes la que considera su reforma fiscal más ambiciosa hasta la fecha, el plan para crear una base imponible común en la UE para el impuesto de sociedades. La propuesta original data de 2011, pero naufragó por el rechazo de varios países miembros, como Irlanda. Bruselas confía en que este nuevo intento tendrá más éxito por el impacto social que han tenido escándalos como el caso 'LuxLeaks' o la factura de 13.000 millones de euros a Apple por impuestos eludidos.

"¿Por qué relanzar la base común del impuesto de sociedades si nunca hubo acuerdo sobre la propuesta original? Mi respuesta es muy simple: desde 2011 ha cambiado mucho, en nuestro enfoque, en la propuesta y en el paisaje político", ha resaltado el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici. "Proponemos un sistema que puede de forma simultánea apoyar a las empresas, atraer a los inversores, promover el crecimiento y acabar con la elusión fiscal a gran escala", ha asegurado. Estas son las principales claves del plan del Ejecutivo comunitario.

¿Se iguala el tipo del impuesto de sociedades en toda la UE? 

No. Cada Estado miembro seguirá siendo libre para fijar su propio tipo del impuesto de sociedades, que en la actualidad oscila entre el 10% de Bulgaria o el 12,5% de Irlanda hasta el 38% de Francia. España aplica un tipo medio del 28%. La propuesta de Bruselas define únicamente unas reglas comunes -en lugar de los actuales 28 sistemas diferentes- para que las multinacionales calculen sus beneficios imponibles, una vez descontadas exenciones y deducciones fiscales. Por ejemplo, el plan garantiza que todos los países apliquen la misma tasa de depreciación para un determinado activo o permitan la deducción del mismo tipo de gastos.

Ello ahorrará a las compañías un 2,5% en costes burocráticos y un 8% en tiempo, porque además se pondrá en marcha un sistema de ventanilla única. Una vez calculada la base imponible de una multinacional, todos los Estados miembros donde esa compañía tenga actividad se la repartirán según tres criterios: activos, mano de obra y ventas. Y la gravarán al tipo aplicable en cada país.

¿Cuáles son las novedades del plan?

El Ejecutivo comunitario ha introducido dos cambios fundamentales respecto a la propuesta de 2011. En primer lugar, las nuevas reglas serán obligatorias para los grupos empresariales con un volumen de negocios mundial de más de 750 millones de euros. Bruselas sostiene que así se evitará que las multinacionales escapen del sistema y sigan optando por la ingeniería fiscal para rebajar su factura tributaria. Para las compañías más pequeñas, la base común será voluntaria.

Además, la Comisión ha dividido su propuesta en dos etapas, con el objetivo de que la adopción y la aplicación sea más rápida. Lo más urgente es poner en marcha la base común del impuesto de sociedades. Más tarde, el sistema permitirá la consolidación, es decir, que se agreguen todos los beneficios y las pérdidas de un grupo en distintos países miembros, con el objetivo e calcular el beneficio o la pérdida neta correspondiente al conjunto de su actividad en la UE. Incluso así, las negociaciones se prevén difíciles porque las propuestas sobre fiscalidad exigen el apoyo unánime de los 28 países miembros.

¿Cómo frenará esta reforma la evasión fiscal?

Bruselas sostiene que la base común del impuesto de sociedades permitirá eliminar los desajustes y las lagunas entre los diferentes sistemas tributarios nacionales, que las multinacionales explotan en la actualidad para reducir su factura fiscal. En particular, la consolidación eliminará la necesidad de complicadas transferencias de precios, que constituyen uno de los principales vehículos que utilizan los grandes grupos para desviar los beneficios a aquellos países con impuestos más bajos. El Ejecutivo comunitario calcula que su plan acabará con el 70% de la transferencia de beneficios.

Además, la base común permitirá una transparencia total sobre el tipo tributario efectivo que aplica cada Estado miembro, ya que acabará con los regímenes fiscales opacos que existen en los sistemas nacionales.

¿Qué pasa con la I+D y la deuda?

La base común propuesta por la Comisión incluye un nuevo incentivo para la I+D cuyo objetivo es animar a las empresas europeas a innovar. Todas las compañías que inviertan en I+D podrán deducirse el coste completo de esta inversión, más un porcentaje adicional que dependerá de la cantidad de dinero dedicada a esta partida. En el caso de las start-ups, la deducción puede llegar a un máximo del 200% de la cantidad que dediquen a I+D.

En la actualidad, casi todos los regímenes nacionales permiten a las multinacionales deducirse los pagos de intereses de deudas, pero no prevén un beneficio similar para el capital. Según Bruselas, esto anima a las empresas a endeudarse, lo que las convierte en más vulnerables a cualquier crisis. Para acabar con este sesgo hacia el endeudamiento del impuesto de sociedades, la nueva base común contempla deducciones fiscales para las empresas que escojan un aumento de capital para financiarse, por ejemplo emitiendo más acciones o reteniendo beneficios.

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