El Banco Popular sigue sin levantar claramente el vuelo en el parqué durante la interinidad de Ángel Ron hasta que, a finales de febrero, se consume la prevista llegada a la presidencia de Emilio Saracho.
Se auguraba que, con el simple anuncio del cambio en la presidencia, la operativa especulativa iba a replegarse y la entidad recuperaría parte del terreno perdido en 2016, pero no ha sido así. Todo lo contrario.
Tras varias sesiones, cotizando por encima de la unidad durante la primera quincena de diciembre, los fondos especulativos volvieron a la carga -coincidiendo con las sentencia del tribunal europeo sobre la retroactividad de las cláusulas suelo-, al adquirir grandes paquetes de títulos del banco, de cara a apostar nuevamente por su bajada a corto plazo.
Tanto que ya han superado el 9% del capital del banco, y están a punto de situarse como máximos accionistas de la entidad.
Atesoran ya 382 millones de acciones, apenas 20 millones menos de los que acredita la Sindicatura de Accionistas, el núcleo duro del banco con las dos sociedades, la Sociedad General Financiera y Fiduciaria (Sogefi) -gestora de las acciones de los empleados- y la Unión Europea de Inversiones (UEI), que aglutina las acciones de las antiguas familias de la entidad.
Citadel, el último fondo en entrar en liza
En este nuevo arreón especulativo, además de los ya conocidos AQR Capital y Marshall Wace, el protagonismo lo ha adquirido Citadel. Otra de las grandes gestoras estadounidense, fundada y dirigida por Kenneth Griffin y que cuenta entre sus directivos con Ben Bernanke, el expresidente de la Reserva Federal de Estados Unidos.
El pasado 23 de diciembre Citadel acreditaba, ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que había recibido en préstamo un paquete de más de 22 millones de acciones (valorado en unos 20 millones de euros) para colocarlos en posiciones cortas.
Su primera irrupción en esta operativa en el Popular, por la que pide prestados títulos a un accionista para devolverlos en un tiempo determinado. Por el camino los vende en el mercado como si fueran acciones propias, de cara a recomprarlas cuando hayan caído al nivel esperado.
A partir de aquí, el punto final de la operación, para embolsarse la diferencia entre el precio al que vendió los activos y el pagado para comprarlos de nuevo.
Nueva ampliación casi descontada
En este caso, la entrada de Citadel a corto en el Popular y el mantenimiento en esta operativa, tanto de AQR como Marshall Wace, estarían justificadas por la casi inevitable nueva ampliación de capital, que muchos dan por descontada una vez que se apliquen, al cierre de 2016, las provisiones necesarias para cubrir las minusvalías de los activos tóxicos inmobiliarios.
“El beneficio que pueden obtener ahora estos fondos no puede ser muy grande, ya que parece descartado que el Popular vuelva a situarse en los 80 céntimos de finales de noviembre, con lo que la nueva ampliación sería la mejor opción para que devolvieran las acciones prestadas”, apunta Ignacio Cantos, director de Inversiones de la gestora Atl Capital.
Y yendo más allá, no resultaría sorprendente que, de manera casi consecutiva a la nueva ampliación, se produjera la esperada operación corporativa. “Cualquiera que esté interesado en el Popular buscará que esté lo más capitalizado posible”, subraya Cantos.
En este tira y afloja bursátil, al Popular le tocaba subir este martes. Con un volumen de más de 52 millones de euros -solo superado ligeramente en el selectivo Ibex 35 por el Banco Santander-, la entidad financiera presidida por Ángel Ron se revalorizaba un 2,74%, hasta 0,974 euros, y dejaba la capitalización ligeramente por debajo de los 4.000 millones de euros.