Como ocurriera con el BBVA, el experto independiente contratado por Caixabank para estimar el importe de la provisión para cubrir lo cobrado de más por cláusulas suelo ha llegado a la misma conclusión. Que aportando la mitad del impacto será bastante para afrontar las devoluciones.
En este caso, los 625 millones provisionados se consideran suficientes. “Aquella estimación inicial de 1.250 millones era muy conservadora, al considerar que todos los afectados reclamarían y que todas las cláusulas serían consideradas abusivas”, señalaba Jordi Gual, el presidente no ejecutivo de la entidad que afrontaba su primera presentación de resultados tras sustituir la pasada primavera a Isidro Fainé.
“No esperamos más impacto, pero no deja de ser una estimación que puede subir o bajar”, aseguraba el consejero delegado de la entidad catalana, Gonzalo Gortázar. Además, dejaba claro que esta provisión “no quiere decir que se vayan a devolver esos 625 millones en su totalidad”.
Antes de pagar, apreciar la falta de transparencia
Para llevar a cabo la gestión de estas reclamaciones, Caixabank ha montado un servicio específico centralizado de 130 gestores, que revisarán si la solicitud da derecho a devolución. “Si realmente se aprecia la falta de transparencia, se devolverán las cantidades más intereses. Si no, se le comunicaremos, y lo entenderán”, explicaba Gortázar.
Al margen de esta puntual cuestión de la devolución de las cláusulas suelo, a través del cauce extrajudicial puesto en marcha por el Gobierno, Caixabank cerraba un ejercicio en el que llegaba a esos 1.047 millones de euros de beneficios a través de un comportamiento desigual de sus tres grandes negocios.
El ladrillo pierde 1.125 millones
Mientras que la actividad bancaria y aseguradora cerraba 2016 con un beneficio de casi 2.000 millones de euros, el negocio inmobiliario volvía a perder 1.125 millones, y las participadas (Repsol o Telefónica) aportaban algo menos de 200 millones de euros.
Ante la posibilidad de que, como figura en su plan estratégico 2015-2018, Caixabank reduzca capital en actividades no estratégicas, el presidente Jordi Gual apuntaba que “nos quedan dos años para determinar qué hacemos en función de la evolución de los mercados”. Evolución que, como apuntaba Gortázar –también vicepresidente de Repsol–, “nos va a dar mucha satisfacción en el futuro”, en referencia al actual 9,84% que ostenta en la petrolera.
Como al resto de entidades, la estrechez de los márgenes –el de intereses caía un interanual del 4,5%, hasta 4.157 millones, y el bruto quedaba plano en algo más de 7.820 millones–, también está obligando a Caixabank a reducir costes. “No es fácil, pero resulta necesario. Como la tarta de los ingresos es menor hay que aumentar la eficiencia por otro lado”, reconocía Gortázar. Y, en ese sentido, el recorte de gastos de personal se hace inevitable.
La eficiencia determinará más ajustes de personal
Desde 2015 se han registrado, apuntaba Gortázar, ahorros de 437 millones en gastos de personal, cuando el objetivo, hasta 2018, era llegar a 450 millones. “Podemos excedernos de esa cantidad”, dejaba caer el consejero delegado. En 2016, Caixabank bajaba de los 4.000 millones los gastos de administración y amortización recurrentes.
Los responsables de Caixabank tampoco pudieron obviar hacer un comentario acerca de la crisis reputacional del sistema financiero. Mientras que Jordi Gual reconocía la necesidad de “hacer autocrítica para generar confianza en la clientela”, Gortázar quiso poner en valor la posición diferencial de la entidad. “Esta crisis nos han costado 4.500 millones de euros, 3.000 por las aportaciones al fondo de depósitos y otros 1.000 por las preferentes de Cívica”, exponía el consejero delegado.
Aunque fueron varias las preguntas realizadas sobre las medidas que Caixabank tiene pensado tomar una vez tome el control de banco portugués BPI, ni Gortázar ni Gual quisieron entrar en detalle sobre si el actual equipo directivo luso va a seguir al frente de la entidad, limitándose a señalar que, en este sentido, conviene esperar a que la próxima semana se cierre el proceso de opa que está en marcha.
El presidente Jordi Gual también se pronunció, de manera ambivalente, sobre los primeros días de Donald Trump al frente de la presidencia de Estados Unidos. “Estamos a la expectativa de lo que pase”, concluía tras apuntar, por un lado, el efecto positivo de un mayor crecimiento con un impulso fiscal, y el negativo derivado del “cierto desasosiego relacionado con el tema comercial, recibido de manera adversa tanto en Europa como en Asia”.