El asalto español sobre la banca lusa se consolida con la exitosa Oferta Pública de Adquisición (OPA) de Caixabank sobre el Banco Portugués de Inversiones (BPI), la quinta mayor entidad bancaria de Portugal. El grupo catalán ha desembolsado 644,52 millones de euros para hacerse con el control de del 84,51% de la entidad portuguesa, una de las cinco principales del país, con 1,7 millones de clientes.
“Con esta operación Caixabank confirma su apuesta por el mercado portugués, cuya recuperación se asienta sobre bases sólidas, como la mejora de la competitividad y la confianza de los inversores internacionales”, declaró Gonzalo Gortázar, consejero delegado de Caixabank, en la conferencia de prensa anunciando los resultados de la OPA en Lisboa. “Tenemos la convicción de que Portugal es un país con un gran futuro y queremos participar activamente”.
Cuando lanzó la OPA en septiembre, Caixabank ya controlaba un 45,5% del capital del BPI y ofrecía 1,134 euros por acción. Finalmente se hizo con el 39,11% del capital en manos de los accionistas, entre ellos la angoleña Isabel Dos Santos, quien obstaculizó la venta de la entidad la primavera pasada.
Durante el plazo de la OPA, el consejero delegado del BPI manifestó el interés de la entidad lusa en adquirir el fallido Novo Banco. Preguntado si Caixabank perseguiría esa opción, Gortázar descartó hacer comentarios sobre el interés del grupo catalán en otras entidades portuguesas, afirmando sólo que estaba interesada “únicamente en el desafío y la oportunidad que supone gestionar el futuro conjunto del BPI y Caixabank”.
Posible descontento portugués
Aunque los resultados de la OPA son positivos para Caixabank y sus accionistas, la progresiva ‘españolización’ de la banca lusa ha creado cierto resentimiento entre algunos colectivos portugueses, y 50 líderes políticos y empresariales –entre ellos João Salguero, presidente de la Asociación de la Banca Portuguesa, y Manuel Pinto Barbosa, ex director de la aerolínea TAP– llegaron a afirmar su rechazo de esta tendencia a través de un ‘decreto conjunto’ el año pasado.
En la conferencia de prensa en la capital lusa, Gortázar se esforzó por hacer sus declaraciones en portugués y afirmar que el objetivo de la entidad catalana era ayudar al BPI “continuar su exitoso proyecto acelerando su crecimiento y mejorando su capacidad de prestar servicio y financiación a familia y empresas”. BPI se ve favorecido al incorporarse al Grupo Caixabank de varias maneras, entre ellas vía la mejora de su rating, lo que podría aportarle una ventaja competitiva para acceder a condiciones de crédito más favorables que otras entidades portuguesas.
Pablo Forero por Fernando Ulrich
Pese a ello, los medios lusos se mostraron preocupados por el anuncio de que el grupo catalán aprovecharía el primer consejo de administración post-OPA para proponer el nombramiento de Pablo Forero, antiguo director general de riesgos de Caixabank, como nuevo consejero delegado de la entidad. Reemplaza al luso Fernando Ulrich, que será propuesto para presidir el consejo de administración del banco en sustitución de Artur Santos Silva.
La entidad catalana afirma que hace esta propuesta de cambio de directivos después de que Santos Silva, Ulrich, y los vocales Maria Celeste Hagatong y Manuel Ferreira da Silva manifestaran no pretender mantenerse en los cargos que actualmente desempeñan. Pese a ello, durante la conferencia de prensa una periodista lusa preguntó a Gortázar porqué se había decidido remplazar al consejero delegado con un español. Fue el propio Ulrich quien respondió.
“El BPI a partir de hoy forma parte del Grupo Caixabank. A partir de hoy Caixabank controla al BPI. No hay dudas sobre esto. Yo entiendo que esto supone una buena noticia para el BPI y sus clientes. La entrada en funcionamiento de esta nueva fase, desde mi punto de vista, es que debe ser protagonizada por alguien de Caixabank”.
Cuestión de racionalidad
Ulrich afirmó que no se trataba de “una cuestión de nacionalidad”, sino de racionalidad. “Habiendo un gran accionista que invirtió miles de millones en este banco, el liderazgo ejecutivo –por lo menos por un periodo inicial– debe quedar en manos en alguien que conoce el Grupo Caixabank, alguien que pueda liderar la aportación al BPI de todo lo positivo que el Caixabank puede dar”.
“Claramente no cumplía con este requisito”, declaró el consejero delegado. “Trabajo en este banco hace 34 años. Voy a cumplir 75 años. Ya no tengo la energía que tuve. Sé que no lo parece, pero es así. Es la mejor solución para el banco”.
Preguntado si tenía la intención de mudarse a Portugal y aprender portugués, Forero afirmó que ya estaba estudiando el idioma del país vecino lusa y que esperaba “dar la próxima conferencia de prensa enteramente en la lengua lusa”.
La marca se mantiene
Preguntado si Caixabank cambiaría la marca y rotulación del BPI, como ha hizo con Barclays en España, Gortázar aseguró que la marca portuguesa no se modificaría.
“Esta es una operación muy diferente. Caixabank no tiene una presencia en Portugal. En el pasado eran entidades que operaban en el mismo mercado que Caixabank. Ese no es caso ahora. BPI tiene una marca excelente que refleja esa cercanía los clientes, por lo que no tenemos ningún plan para cambiarla”.
Los más perjudicados por la OPA de Caixabank son los 5.507 empleados del BPI. En enero la entidad catalana adelantó que reduciría la base de coste del banco luso en un 17% para intentar conseguir su objetivo mejorar la eficiencia del banco luso del 74 al 50% en cuestión de tres años. Se prevé el cierre de 52 de las 545 oficinas del banco, y de 900 de sus 5.507 empleados antes de finales de año. “No esperamos despidos colectivos”, afirmó Gortázar.