Dos semanas después de que Emilio Saracho llegara a la presidencia del Banco Popular, el cambio de sesgo de los movimientos bursátiles resulta evidente, aunque todavía no sean lo suficientemente consistentes como para alegrar a la gran mayoría de accionistas, que siguen en la ruina con unas minusvalías latentes en su inversión superiores al 90%.
En este escaso periodo de tiempo, la cautela del nuevo equipo ha servido para, al menos, parar la hemorragia de las compras especulativas. No suben, pero tampoco bajan. Siguen por encima del 11% debido a que los apoyos de los inversores institucionales llegan con cuentagotas, a la espera de conocer más datos sobre los planes de futuro por los que piensa transitar el banco a medio plazo.
Subida insignificante, de momento
Al final, el resultado de este pulso ha servido para que, en las 13 sesiones posteriores al nombramiento de Saracho como presidente, la cotización bursátil del Popular registrara una subida casi insignificante del 3,5%, de 0,84 a 0,87 euros, que no contenta a nadie.
El leve incremento en el parqué se ha producido, además de por el parón de los cortos, por los últimos movimientos acometidos por el núcleo duro del banco, aglutinado en torno a la Sindicatura de Accionistas, y también por la decisión de BlackRock -el gigante estadounidense de la gestión riesgo- de aumentar ligeramente la tenencia de acciones de la entidad española, al convertir en títulos del Popular parte de los instrumentos financieros que atesora.
En el caso de la Sindicatura de Accionistas, además de pignorar parte de su capital en el banco (el 0,612% directo, equivalente a 25,68 millones de acciones) para poder financiarse, tras la llegada de Saracho se ha decantado claramente por la compra de acciones en su operativa habitual de trading.
Compras masivas del núcleo duro
Antes y después del nombramiento del nuevo presidente, a lo largo del mes de febrero, el núcleo duro del Popular destinaba 1 millón de euros en comprar 1,3 millones de acciones, mientras que solo se desprendía de 268.000 títulos que le reportaban 233.000 euros.
A través de este movimiento de su núcleo duro, lo que intenta el banco es generar la confianza suficiente como para que entren nuevos inversores. En ese sentido, ha sido bien recibido el reciente anuncio del fondo de pensiones de Noruega -el mayor fondo soberano del mundo con 850.000 millones de euros de capital bajo gestión- de que, en 2016, triplicó su inversión en el Popular hasta amasar el 0,84% del capital. No es mucho -apenas 35 millones de euros de capitalización actual-, pero sí lo es como referencia a seguir por otros accionistas.
Al margen de estos movimientos bursátiles, el banco “sigue inmerso en la misma estrategia del anterior equipo, de vender cada vez más activos tóxicos, mientras el nuevo equipo decide qué camino tomar tras el análisis de la situación”, confirman en la entidad.
Atemperar ya las pérdidas del negocio inmobiliario
Una vía que acaba de verse ratificada con una venta saldada a buen precio, con los más de 90 millones de euros que la multinacional inmobiliaria estadounidense Hines ha pagado por la semidesocupada sede del Popular en el paseo de Gracia en Barcelona. Estrategia, la de vender inmuebles y créditos a manos llenas, que servirá para que, ya en el primer trimestre de 2017, se vean atemperadas notablemente las pérdidas del negocio inmobiliario.
A nivel corporativo, aunque Pedro Larena ha sido ratificado como consejero delegado, Emilio Saracho acaba de fichar a Miguel Escrig, el que está llamado a ser su hombre de confianza, como director general adjunto.
Escrig, hombre de confianza de Saracho
Saracho y Escrig compartieron trabajo hace dos décadas en el Banco Santander y, desde entonces, por cuestiones de negocios -uno en JP Morgan y otro en la dirección financiera de Telefónica durante los últimos seis años-, habían coincidido de manera puntual.
Mientras Saracho y su equipo terminan de realizar la auditoría interna del banco, el consejo acaba de convocar para el lunes 10 de abril, al inicio de la Semana Santa, la junta general de accionistas en la que ya se dan pistas de por dónde van a ir los tiros en el futuro. Los accionistas respaldarán que se pueda ampliar capital, hasta 2020, por un máximo de 1.050 millones de euros, y emitir renta fija por hasta 1.450 millones.