En la hoja de ruta para superar la crisis del Banco Popular no hay ninguna vía cerrada. Todo está abierto y puede cambiar de un día para otro. En los últimos diez días se ha pasado de una venta cuya urgencia parecía requerir de una solución casi inmediata, a la irrupción de Bankia como comprador, y también la posibilidad de activar la venta acelerada de activos por 3.000 millones para compensar la asunción del ladrillo tóxico.
En el caso de Bankia, el ministro de Economía, Luis de Guindos, sorprendía a todos con el interés de la entidad controlada al 65% por el Estado debido a su capitalización. Y que el dinero público sobrante, en lugar de devolverlo, podría ser invertido en esta compra, y también cabría meter en el envite a la Sareb. Todo muy enrevesado, pero no descartable.
Y, entre medias de todo esto, intereses aparentes de unos y otros que, en función de los días, suben y bajan. Se daba por hecho que el BBVA era, junto al Banco Santander, el principal candidato para encabezar el proceso de fusión con el Banco Popular, y resulta que la entidad presidida por Francisco González (FG) ni siquiera acudía a la llamada del banco dirigido por Emilio Saracho de ofrecer una muestra de interés.
Proceso cambiante y abierto
No será la última palabra del BBVA en esta operación. En los cuarteles de la sede de Las Tablas, la plana mayor de esta entidad financiera se lo toma con calma. No dudan en señalar que estamos ante un proceso abierto y cambiante, en el que los plazos que algunos dan por fijos -como ese 10 de junio como fecha límite para tener las ofertas sobre la mesa- se cambian sin mayores problemas. Y asumen que hoy es difícil saber lo que puede pasar, aunque reconocen que a lo largo del verano, como anunciaba el consejero delegado del Popular, Ignacio Sánchez-Asiaín, habría que tenerlo todo encarrilado.
A partir de aquí, el BBVA, como el resto de pretendientes, se ha mostrado un tanto sorprendido por la entrada en liza de Bankia, la entidad controlada por el Estado. Una opción más que, entienden desde la entidad presidida por FG, sería lícita si lo hace en igualdad de condiciones. Si recibe un trato especial, creen que los demás también deberían recibirlo.
No se descarta nada
La irrupción inesperada de Bankia no es la única novedad en este proceso de salvación del Popular. Los pretendientes no descartan nada. Se hablaba inicialmente de dos únicas opciones la venta o la ampliación de capital -las que anunciaba Saracho en la junta de accionistas del pasado 10 de abril-, pero, visto lo visto, puede haber más.
Tras un primer vistazo a vuelapluma de las cuentas, y descartada, prácticamente, la activación del Fondo Único de Resolución (FUR) para bancos en quiebra, la venta al por menor de activos es una alternativa que se ha abierto paso.
Se trataría de una manera de hacer más digerible la asunción de esos 36.000 millones de activos tóxicos de los que todos recelan. A la chita callando, en lo que va de año el Banco Popular ha empezado a desinvertir en activos no estratégicos -casi todos, dada la actual situación.
1.300 millones de activos vendidos desde enero
El banco ha vendido dos carteras de créditos dudosos a los fondos Apollo y Blackstone, por un valor nominal superior a los 600 millones de euros, tiene en venta otro lote, valorado en 500 millones, aceptó una oferta de Abanca por 39 millones la filial Popular Servicios Financieros y se desprendió de su 2,86% en la socimi Merlin por 144 millones.
Casi 1.300 millones de euros a los que podrían sumarse en breve, de manera paralela a la negociación de la operación corporativa, otros 3.000 millones procedentes de la venta del Pastor, la de la filial portuguesa, el negocio de tarjetas WiZink, el banco estadounidense TotalBank -la que se atisba como próxima operación a cerrar, con el pago de unos 450 millones por el chileno Banco de Crédito de Inversiones (BCI)- y los negocios menores de seguros y banca privada. La venta del Pastor podría saldarse de manera estrepitosa. El Popular pagó por el banco gallego casi 1.400 millones en octubre de 2011, y ahora podría sacar, como mucho, unos 650 millones. Menos de la mitad.
Todas estas desinversiones, de producirse, servirían para subir sustancialmente la ratio de capital del Popular, por encima del 12%, y alejarse de ese mínimo del 11,375% impuesto por el Banco Central Europeo (BCE) para el presente ejercicio. Además, el panorama para la operación corporativa y de la ampliación de capital quedaría mucho más despejado.