Los tejemanejes del Banco Popular con Värde, su socio en WiZink y Aliseda
Las urgencias de capital del banco español contrastan con la obtención de plusvalías del fondo en el negocio de tarjetas.
23 mayo, 2017 00:51Noticias relacionadas
Entre 2013 y 2014, el Banco Popular, acuciado por la necesidad de capital, recibió con los brazos abiertos el capote que le echó Värde Partners, el fondo oportunista estadounidense que lleva un lustro tratando de sacar provecho a sus inversiones en España, ante las ventas a precio de saldo de muchos activos, sobre todo inmobiliarios.
En ese contexto se enmarcaron las compras del fondo al banco español del 51%, tanto de la gestora inmobiliaria Aliseda como de Bancopopular-e, denominada ahora WiZink tras varios cambios.
Dos alianzas cuyo futuro no se atisba muy duradero. Ya en 2016 estuvo a punto de saltar por los aires el pacto societario en Aliseda. Antes y después de la ampliación de capital de 2.500 millones, llevada a cabo en junio de 2016 por el banco todavía presidido por Ángel Ron, la gestora fue colocada como medio de cambio para que saliera adelante el proyecto Sunrise: la operación para sacar 6.000 millones de euros de activos tóxicos del balance del banco.
Defenestrada recompra de Aliseda tras salir Ron
Al final, ante las altas exigencias del fondo, las dudas de los supervisores y, sobre todo, la caída en desgracia de Ron, no quedó otra que mantener viva la alianza, echando por tierra el intento del Popular de recuperar la totalidad del capital de Aliseda, comprando el 51% que le había vendido a finales de 2013 tanto a Värde como a Kennedy Wilson.
Ahora, tras la llegada de Saracho, Sunrise pasaba definitivamente a mejor vida. Murió antes de nacer. Y Aliseda, como confirman fuentes del Popular, sigue endosada en el balance del banco. En 2016, la gestora inmobiliaria retraía 40 millones de pérdidas al resultado consolidado de la entidad financiera y, además comparte, junto a los fondos, una deuda financiera de 300 millones de euros.
En el caso de WiZink, Saracho, en ese afán por mejorar la alicaída ratio de capital del Banco Popular -por debajo del 12% y muy cerca del mínimo 11,375% impuesto por el Banco Central Europeo (BCE) para 2017-, no dudaba ni un minuto en ponerse en manos de Merril Lynch para sondear la venta de su 49% en el negocio de tarjetas de crédito.
Saracho, los dedos huéspedes con WiZink
Wizink es la más rentable de todas sus empresas participadas. En 2016 aportó 66 millones de beneficio y maneja obtener hasta 1.000 millones de euros si alguno de los grandes fondos internacionales acepta acercarse a esa valoración de entre 2.000 y 2.500 millones de euros que, tanto el Popular como Värde -propietario del 51% restante-, estiman que valen los 3.000 millones de euros en saldos de clientes de tarjeta y más de 2.300 millones en depósitos de este banco on line.
El problema de esta venta para el Popular son sus urgencias. Los potenciales compradores lo saben y no están dispuestos a llegar ni de lejos a esos números. Aquí entraría en juego su propio socio, cuyo objetivo en la operación podría cambiar de papel sobre la marcha.
Värde, de vendedor a posible comprador
Si el Popular rebaja mucho sus pretensiones, cabría la posibilidad de que fuera el propio Värde el que, en lugar de vender su 51% en WiZink, fuera el que comprara la participación del Popular. Esa es una de la bazas que ha trasladado al fondo la banca helvética UBS, su asesor en esta operación. En este caso, los 1.000 millones iniciales que pretendía obtener la entidad presidida por Saracho quedarían reducidas a aproximadamente la mitad.
El Popular se había quedado con este negocio en el otoño de 2014, cuando, a través de Bancopopular-e, pagaba 238 millones de euros por el negocio de banca de consumo minorista de Citibank en España, en el que se incluía la actividad de tarjetas.
Posteriormente, para financiar esta operación, vendía, en diciembre de 2014, a Värde el 51% de Bancopopular-e, la filial que, en la primavera de 2016, ganaba, por 300 millones, la subasta para hacerse con el negocio de tarjetas de Barclays en España y Portugal.
Operación que comportó el cambio de denominación, de Bancopopular-e a WiZink, para dar visibilidad al negocio online del Popular, operando solo por internet, sin sucursales. Únicamente, con puestos de atención en grandes estaciones de tren o aeropuertos.
San José, otro activo que se agenció Värde
Las de Aliseda y WiZink no han sido las únicas operaciones aprovechadas por Värde para sacar provecho de la delicada situación del Banco Popular.
Entre ambas, en el verano de 2015, el fondo compraba al banco, por 90 millones, el 25% que ostentaba en la filial inmobiliaria del grupo constructor gallego San José. Se hacía con el 51% de esta promotora, reconvirtiéndola un año después en la nueva inmobiliaria Dospuntos.