La revolución digital ha llegado al sector industrial para quedarse. Así queda patente en el informe Smart Factories de Capgemini, que ha entrevistado a mil ejecutivos de alta dirección de empresas vinculadas a la producción con ingresos de más de mil millones de dolares.
Las compañías estiman que, para finales de 2022, el 21% de sus plantas serán inteligentes, sobre todo en los sectores de defensa, aeroespacial, producción industrial y automoción, donde ya trabajan personas junto a máquinas.
Mayor digitalización, mayor rentabilidad
Las empresas han mejorado la productividad y aumentado la flexibilidad con el uso de robots colaborativos, la incorporación de componentes de realidad aumentada y los avisos automáticos para el mantenimiento. Con ello, las fábricas inteligentes han reducido significativamente los costes de explotación.
Un ejemplo lo encontramos en el sector de la producción de automóviles que, según estimaciones del informe, con la revolución industrial digital podría mejorar hasta un 40% su margen operativo. Esta ventaja se consigue reduciendo los gastos logísticos y de materiales, aumentando la eficiencia de los equipos y mejorando la calidad productiva.
En este sentido, las empresas con actividad productiva estiman que, gracias a las inversiones en digitalización, la productividad de sus plantas crecerá un 27% en los próximos cinco años, lo que representaría una aportación de 500.000 millones de dólares a la economía mundial. Las estimaciones más positivas auguran que más de la mitad de las fábricas, un 60%, podrían ser inteligentes a finales de 2022, con el correspondiente aumento de la productividad que aportaría hasta 1,5 billones de dólares a la economía mundial.
La expansión de la fábrica inteligente supondrá, primeramente, la reducción de los costes laborales directos. Según el estudio, las organizaciones prevén que estos gastos en personal se reduzcan un 25% en los próximos años. Es un augurio pesimista para los puestos de trabajo no cualificados con niveles salariales bajos. No obstante, las empresas están intentando evitar este efecto negativo con una mayor inversión en formación. Así, el 54% de las empresas estudiadas está proporcionado formación en competencias digitales a sus empleados, y un 44% está invirtiendo en talento externo para cubrir el gap, es decir, aquellos puestos que necesitan una cualificación específica en ciertos aspectos digitales.
Además de reducir costes, los directivos entrevistados tienen previsto mejorar los indicadores de calidad en más de doce veces la mejora conseguida desde 1990, como el tiempo de entrega o la reducción de elementos de deshecho.
En unos años la digitalización será un elemento fundamental para las empresas, como afirma Jean-Pierre Petit, responsable mundial del área de Digital Manufactering de Capgemini: "Serán críticos a medida que los fabricantes se esfuerzan en mejorar sus capacidades digitales y en focalizarse de la manera más apropiada para la optimización de sus beneficios comerciales".
Revolución digital paso a paso
Las inversiones en fábricas inteligentes se están multiplicando en los últimos años: más de la mitad de las empresas consultadas han invertido 100 millones de dólares o más en el desarrollo de fábricas inteligentes, un 20% ha invertido al menos 500 millones de dólares, frente a un 16% que no ha puesto en marcha ninguna iniciativa de digitalización o que no tiene planes de inversión en un futuro próximo.
Sin embargo, aún queda mucho trabajo por hacer ya que, de acuerdo al análisis de Capgemini, solo un 6% de las compañías estudiadas se encuentra en un nivel avanzado de digitalización de la producción. En la misma línea, solo el 14% considera sentirse "satisfecha" con el nivel de éxito alcanzado.
Existen diferencias en los ocho mercados analizados en el estudio de Capgemini: En Estados Unidos, Francia, Alemania y Reino Unido la mitad de las compañías consultadas ya trabajan con fábricas inteligentes, frente a la India con un 28% o China con un 25%.
Las inversiones digitales también son diferentes según los sectores. Dos tercios de las organizaciones dedicadas a la producción industrial y del sector aeroespacial y de defensa ya cuentan con iniciativas de fábricas inteligentes. En cambio, solo un tercio de las compañías de las ciencias de la salud y biotecnología están empleando tecnología digital o abriendo su negocio a la innovación industrial.
A pesar de estas diferencias, parece innegable que la revolución industrial digital es una tendencia que ha venido para quedarse, como explica Paul Boris, vicepresidente de Industrias Manufactureras de GE Digital: "Un efecto secundario de la globalización hace que las empresas se enfrenten a una mayor variedad de competidores, si bien disponen de tecnología y herramientas para lograr una mejora constante. Para ser más creativos y destacar de entre el resto, utilizamos la tecnología para dar más fuerza a nuestra oferta de productos".