Tres décadas después de que se abriera la veda de concentración entre los ‘siete grandes’ bancos españoles, el Banco Santander lo acaba de cerrar con la compra, por un euro, del Banco Popular. De aquellas siete entidades que había entonces solo quedan dos: Santander y el BBVA. Las otras cinco fueron quedando en sus manos.
El melón de este largo proceso de concentración del sistema financiero español se abría en 1988 cuando el Banco de Bilbao y el Vizcaya -presididos por los fallecidos José Ángel Sánchez-Asiaín y Pedro Toledo, respectivamente- se fusionaban. Ya solo quedaban ‘seis grandes’: Central, Banesto, Hispano, Popular, Bilbao Vizcaya y Santander.
El Santander se quedó con todo, menos el Vizcaya
A partir de aquí, aquel BBV solo pudo ampliarse después, primero, con la banca pública y, en los últimos tiempos, con Unnim y Catalunya Caixa. Y fue el Santander el que se quedó con todo lo demás. Banesto, Central Hispano y, ahora, el Banco Popular. Fue el gran objetivo de Emilio Botín -padre de Ana, la actual presidenta- desde que accediera a la presidencia en 1986 para sustituir a su padre.
Se metió entre ceja y ceja convertir al Santander en el gran líder del sector bancario español y uno de los más grandes de Europa. Y, a la vista está, que, dos años y medio después de fallecer, lo ha conseguido con creces a través de su hija, al adquirir el Santander el Banco Popular en la subasta acelerada que el Banco Central Europeo (BCE) montaba el pasado martes tras reconocer la inviabilidad de la entidad presidida por Emilio Saracho hasta el pasado miércoles.
466.000 millones de activos en España
El 'nuevo Santander', con el Popular en su perímetro, se convierte en un banco con un volumen de activos en balance en España de casi 466.000 millones de euros, muy por encima de los algo más de de 337.000 millones que acredita CaixaBank. Y, además, se queda con el 19,5% de la cuota de mercado en crédito y con el 18,8% de los recursos de clientes.
Para llegar hasta aquí, en 1994 Emilio Botín ponía la primera piedra. El 25 de abril de ese año, el Banco Santander resultaba ganador de la subasta organizada por el Banco de España para adjudicar Banesto.
Banesto y Central Hispano
Su oferta de los entonces 313.476 millones de pesetas (1.880 millones de euros), fue superior a las presentadas por BBV y Argentaria. La subasta de Banesto se producía cuatro meses después de que el Banco España interviniera la entidad presidida por Mario Conde, que presentaba un agujero patrimonial superior a los 3.600 millones de euros.
No tardaría mucho Emilio Botín en volver a mover ficha en España. El banquero cántabro había seguido de cerca todos los movimientos del Central y del Hispano, las dos entidades que se fusionaron en diciembre de 1991. Así, a partir de 1998 decidió entablar conversaciones con la entidad presidida por José María Amusátegui. Y en cuestión de meses se llevó a buen puerto la operación.
En enero de 1999, el Banco Central Hispano (BCH) y el Santander se fusionaban para crear el Banco Santander Central Hispano, protagonizando la primera gran unión bancaria en la Europa del euro, dando lugar a la mayor entidad financiera de España y líder en Iberoamérica. Amusátegui fue copresidente solidario del nuevo banco hasta 2001, momento en el que renunció al tener Botín el control mayoritario del consejo. El 13 de agosto de 2007, los ‘apellidos’ Central e Hispano desaparecieron definitivamente.