La Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), el organismo que regula el vuelo de vehículos aéreos no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés), ha actualizado el listado de empresas y pilotos registrados como operadores de dron y ha constatado que en España la actividad se ha disparado: se ha llegado ya a los 2.513 operadores.
Se trata de una evolución rapidísima, si tenemos en cuenta que la ley que regula el uso de drones profesionales en España entró en vigor hace menos de tres años, en octubre de 2014, cuando sólo había 31 empresas y pilotos dados de alta.
La empresa Aerial Insights, que crea software para procesar imágenes generadas por drones, ha identificado varias tendencias en el mercado. Como, por ejemplo, que el ritmo de crecimiento no se ha aminorado: en España iniciamos el año con 1.638 operadores y se ha mantenido un incremento de más de cien registros al mes, lo que hace muy probable que 2017 se cierre superando los 3.000 agentes.
Según sus datos, casi la mitad de operadores se concentran en tres comunidades autónomas, Madrid, Andalucía y Cataluña, con independencia de dónde hacen después los trabajos. Lidera la capital, con 460 operadores; le sigue Andalucía, con 400, y Cataluña cierra el podio, con 345. Valencia y Galicia tienen también un rol destacado, tanto como en número de empresas como por formación de pilotos, mientras que Melilla (2) y Ceuta (1) son las comunidades menos representadas en el ranking.
En todo caso, la mayoría de comunidades autónomas, salvo las líderes, han crecido de forma bastante homogénea, con una fuerte proliferación desde el segundo trimestre de este año.
Fotografía y filmaciones
Casi la totalidad de los operadores registrados se dedica a tres ámbitos de actuación: fotografía, vídeo y levantamientos aéreos (topografía, fotogrametría, etc). A gran distancia le siguen otras actividades como observación y vigilancia aérea, emergencias, investigación, exploración, publicidad aérea, trabajos fitosanitarios y otros ámbitos.
El de los drones es un sector tan joven que una de cada tres empresas tiene menos de un año de actividad, y menos de la mitad no ha cumplido los tres años. Y son, en casi 4 de cada 10 casos, autónomos. El 85% del total tiene sólo entre uno y cinco empleados.
También es un sector con una relativa falta de actividad. Un 21,7% de las empresas afirma que no ha facturado nunca, y más de la mitad (53%) realiza menos de 10 trabajos al año, menos de uno al mes.
“Este sector está formado por pioneros, y como tales corremos riesgos. Estamos convencidos de que las cifras mejorarán, porque ser piloto de drones es una profesión en alza, pero como en todos los sectores con un alto nivel de innovación y tecnología tan novedosa, llevará algo de tiempo”, explica Fernando Navarro, CEO y fundador de Aerial Insights.
Los operadores de drones cuentan con distintos tipos de herramientas y la suya es una de ellas. “Somos una mezcla de dropbox, Flickr y empresa de big data para drones. Hemos desarrollado nuestra propia plataforma para resolver los problemas asociados con las imágenes de dron. Por ejemplo, cuando vuelas para cubrir una zona de 20 o 30 hectáreas sacas cientos de fotos, miles si hablamos de cámaras térmicas. Nuestra tecnología facilita que los operadores puedan centrarse en volar”, explica Navarro.
Su empresa trabaja ya para varios cientos de empresas del sector y ha procesado miles de mapas en doce países distintos de hispanohablantes, a los que aportan el soporte en castellano. Pero existen otras herramientas, como IcarusRPA, una app que permite conocer con precisión dónde se pueden volar drones sin incumplir la normativa española.
A la espera de la nueva ley
El sector está esperando un cambio en la legislación como agua de mayo, y el runrún sobre una nueva ley es hoy más intenso que nunca. “El decreto ley nació en su momento con prisas porque el sector iba más rápido que la regulación. Pero aunque fue necesario en su momento la industria cree que es excesivamente restrictivo”, explica Navarro.
Según él, las empresas esperan a que la AESA apruebe un borrador que tiene sobre la mesa desde hace tiempo y que permitirá volar drones en situaciones que por ahora no lo permiten. Por ejemplo, según la ley sólo se puede volar por debajo de los 120 metros, siempre de día, nunca sobre gente y nunca sobre infraestructuras sensibles o parques nacionales, salvo permiso expreso.
Una de las medidas más esperadas, además de la posibilidad de volar de noche, es realizar vuelos sobre aglomeraciones, edificios y reuniones de personal al aire libre siempre y cuando la masa máxima al despegue de la aeronave no sobrepase los 10 kilos, se mantenga la aeronave dentro del alcance visual del piloto y no se sobrepasen los 120 metros de altura ni los 100 metros en horizontal con la posición del piloto.
Aunque se habla de un miedo de un uso de drones para acciones terroristas, para Navarro sería como prohibir las furgonetas o los cuchillos de cocina. “No hay que pensar ni en terrorismo, un simple accidente de un aparato que cae desde más de cien metros puede causar muchos problemas, y a la gente que está al margen de la ley le da igual. Al menos los operadores de drones están registrados, hay una matrícula, y tienen que hacer una declaración responsable sobre dónde va a volar o pedir permisos específicos”, indica.
Lo que la nueva ley no cambiará con la nueva ley es la obligación de que quienes vayan a desempeñar una actividad profesional con drones deban acreditar conocimientos teóricos, prácticos y aportar un certificado médico. Lo ideal es sacar esos títulos a través de academias certificadas por la AESA, que es la que valida finalmente estos resultados.
“Hemos hablado con cientos de empresas y hay mucha necesidad de la nueva ley. Nos dicen, por ejemplo, que debido a los espacios de exclusión o por los corredores aéreos, en las islas no tienen apenas espacio para volar. Madrid, además, es un corredor aéreo inmenso, al igual que Barcelona”, concluye.
Sobre la falta de empresas en el área de vigilancia de infraestructuras, Navarro explica que se debe a que “hay pocas empresas pero que trabajan mucho”. Según él, hay unas pocas empresas que se encargan de las inspecciones de instalaciones fotovoltaicas, líneas eléctricas o aerogeneradores. Las grandes compañías las subcontratan, en algunos casos mientras desarrollan sus propios equipos de drones o como complemento a los que ya tienen