A todos nos ha ocurrido alguna vez. Cuando intentamos comprar un producto o servicio más barato en un sitio web de otro país de la UE, el vendedor bloquea la venta, exige el pago con la tarjeta de una determinada nacionalidad o nos redirige sin permiso a otro punto de venta local con tarifas diferentes, normalmente más altas. Estas prácticas de bloqueo geográfico se identificaron en el 63% de todos los sitios web examinados en una investigación de Bruselas.
La Unión Europea ha aprobado un reglamento que derriba estas fronteras en el comercio electrónico. El acuerdo para prohibir el bloqueo geográfico fue cerrado a última hora de la noche del lunes por los representantes de la Eurocámara, los Gobiernos de los 28 y la Comisión. Entrará en vigor a finales de 2018.
El nuevo reglamento cubre todos los productos y servicios que se venden por internet, como las entradas para conciertos o parques temáticos, el alquiler de coches o la venta de ropa. No obstante, deja fuera a dos sectores cruciales en el comercio electrónico: el transporte y los contenidos protegidos por derechos de autor, como la música, las series o las películas. Se considera que ambos son sensibles y necesitan una norma específica, sobre la que de momento no hay acuerdo. La industria cultural ha avisado de que la prohibición del bloqueo geográfico y las licencias territoriales exclusivas podría destruir su modelo de negocio.
La Comisión ha puesto el énfasis en los avances que supone el nuevo reglamento. "Hoy ponemos fin a la discriminación injustificada en las compras por internet. Se trata de noticias excelentes para los consumidores. Con las nuevas reglas, los europeos podrán elegir de qué sitio web quieren comprar, sin que se les bloquee o se les redirija. Esto será una realidad para Navidades del año que viene", ha dicho el vicepresidente responsable del Mercado Único Digital, Andrus Ansip.
No se armonizan los precios
El nuevo reglamento define tres situaciones específicas en las que está prohibido el bloqueo geográfico:
1) La venta de productos sin entrega física. Un cliente belga desea comprar una nevera y encuentra el mejor precio en una web alemana. El cliente tendrá derecho a comprar el producto. Pero será él y no la tienda el responsable de recogerlo o de organizar el envío a su casa si la web no tiene un servicio de entrega a domicilio a otros países de la UE.
2) La venta de servicios prestados electrónicamente. Un consumidor búlgaro desea comprar servicios de alojamiento para su sitio web de una empresa española. Ahora tendrá acceso al servicio y podrá registrarse y comprarlo sin tener que pagar ninguna tasa adicional a lo que pagaría un consumidor español.
3) La venta de servicios que se prestan en una ubicación física concreta. Una familia italiana podrá comprar un viaje directamente a un parque de atracciones en Francia sin que se le redirija a una web italiana. El parque de Eurodisney en París era uno de los que usaban estas prácticas de bloqueo geográfico hasta que Bruselas le dio un toque de atención.
El reglamento no impone una obligación de vender y tampoco armoniza precios. No obstante, prohíbe cualquier discriminación en el acceso a productos y servicios en casos en que no pueda justificarse objetivamente (por ejemplo por obligaciones del IVA o diferentes requisitos legales).