Los principales bancos tienen miedo a convertirse en empresas de Telecomunicaciones. Es decir, a quedar reducidos a meros creadores de infraestructuras que luego son aprovechadas por plataformas externas que hacen el negocio a su costa. Y aquí se puede recordar, por ejemplo, las constantes quejas del expresidente de Telefónica, César Alierta, cuando exigía que Google o Facebook pagaran por utilizar sus redes.
Una situación que podría afectar también a los bancos si las nuevas plataformas de intercambios financieros se consolidan. Hablamos, sobre todo, de las llamadas fintech y plataformas de créditos. Esto les va a obligar a decidir “si quieren parecerse más a un ministerio o a una compañía de Silicon Valley”, en palabras del consejero de BBVA, José Manuel González-Páramo.
Una reflexión generalizada en un encuentro sobre el sistema financiero organizada por el IESE y EY, en la que los responsables de BBVA, Santander, Caixabank y Bankia reconocieron que la “digitalización no es una opción”, como destacó el CEO de la entidad cántabra, José Antonio Álvarez.
Llega la PSD2
Una situación que será mucho más acuciante a partir de 2018. En esa fecha entra en vigor la normativa europea PSD2, que busca incrementar la competencia (especialmente en el mercado de pagos).
Con la nueva norma los bancos tendrán que facilitar a terceros (a través de desarrollos) el acceso a todos los datos que sus clientes les ordenen. Algo que debe favorecer la entrada de nuevos jugadores para, por ejemplo, ofrecer asesoramiento financiero, préstamos o -simplemente- gestionar los pagos del día a día.
Y ahí es donde radica el problema para los bancos. Van a perder el control de lo más preciado que tenían hasta ahora: ‘el dato’. Con esa nueva normativa cualquiera -que el cliente autorice- podrá ver nuestras posiciones, movimientos, saldos… Un ‘chollo’ que bien utilizado puede suponer un gran negocio para ofertar nuevos productos adaptados a las necesidades del usuario.
Retener al cliente
Así que si no espabilan, dice González-Páramo, “la banca pondrá los cables y otros operarán la red”. Es decir, serán una mera “cañería” en favor de otros.
Los bancos son conscientes de que tendrán que ir desarrollando nuevos productos de valor añadido, que les permitan retener al cliente. Sobre todo, porque es la única manera en la que -además de mantener el trato y el dato- se puede conseguir algún tipo de ingreso mediante comisiones.
Por poner un ejemplo, Gonzalo Gortázar (Caixabank) recordaba que se necesita que el mundo de pagos “sea instantáneo, porque no tiene sentido que ya no lo sea. Si no avanzamos por ese camino y vamos cerrándolo de forma razonable, nos lo van a quitar otros”, sentenció.
Nuevos jugadores
Y es que la presión de nuevos players como las fintech, junto a la posibilidad de que Facebook, Google o Apple puedan desarrollar productos financieros es algo que preocupa; en especial por la confianza que los usuarios depositan en ellos. De hecho, y muchas veces se olvida, Facebook ya cuenta con una licencia bancaria para operar en España -aunque por ahora no la utiliza-.
Eso sí, los grandes bancos no se olvidan de una cosa fundamental: la regulación. Insisten una y otra vez en que los reguladores cada vez exigen más solvencia y ratios de capital; pero que no ocurre así a otros competidores como la llamada ‘banca en la sombra’. De ahí que pidan que “a idéntico negocio, idénticas regulaciones”, en palabras del presidente de la AEB, José María Roldán.
La banca teme, en definitiva, que pueda haber problemas de solvencia en alguna de esas nuevas plataformas que nazcan y que compitan en mejores condiciones al no tener tanto requerimiento. Pero, sobre todo, preocupa que si vienen mal dadas, las reclamaciones se viertan contra “la cañería” del sistema.
Incluso el propio subgobernador del Banco de España, Javier Alonso, ha recordado que en muchos productos digitales que se ofrecen existe una amplia gama de “productos complejos y opacos difíciles de entender que pueden ser presentados en envoltorios amables y accesibles al gran público a través de aplicaciones”.
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