Un crecimiento de más del 50% de los ingresos y un resultado bruto positivo... y con la espada de Damocles de la caja siempre ahí. Es el balance de 2017 que hace Reclamador, la startup que gestiona demandas de consumidores contra grandes compañías en sectores como las aerolíneas o la banca.
La compañía, fundada por Pablo Rabanal, cerró el pasado año con 3,3 millones de ingresos y espera alcanzar los 4,5 millones en este ejercicio. Un ejercicio en el que busca completar una ronda de inversión que abra la puerta a resolver un problema endémico de su modelo: la financiación de procesos judiciales que se alargan durante años.
Una ronda ante su reto de la financiación
Las negociaciones de la ronda se suceden. La cerrarán, según sus planes, a lo largo del primer trimestre de este ejercicio. Estaría “ligeramente por encima” del millón de euros, según explica a EL ESPAÑOL Pablo Rabanal. Se sumarían a los 600.000 euros recaudados en su primera y única gran ampliación de capital. Hoy por hoy, el socio de referencia es el fondo de capital riesgo español Cabiedes y Partners. ¿Qué hará? Acompañará, según ha podido saber este medio, pero no liderará la inversión en la española.
En un primer momento, desde Reclamador han tanteado el sector de los bufetes de abogados más tradicionales, con el objetivo de incorporar a algún socio industrial en esta ampliación. No ha habido receptividad, tal y como reconoce Rabanal. “No es un sector lo suficientemente maduro como para planteárselo”, apunta. Y apostilla: “De momento están metiendo el pie en el agua, con alguna aceleradora y el concepto de ‘legaltech".
“Una solución estructural”
Quiere prepararse desde un punto de vista financiero para seguir creciendo con una limitación importante que acompaña a este sector de las demandas: la lentitud de las resoluciones judiciales. Hoy por hoy, la compañía tiene una larga cola de pleitos por resolver, cuyos honorarios no son cobrados de manera efectiva. “Es algo que no va a cambiar y eso acaba frenándote”, reconoce el fundador de la compañía.
Debido a ajustes contables obligados por la normativa, una parte proporcional de esos ingresos deben reportarse en cada ejercicio aunque no se hayan ingresado como tal en caja. ¿La consecuencia? Financiarse se hace imprescindible. El objetivo es incorporar a un socio que respalde el proyecto, fortalezca los fondos propios y también cree una mayor fluidez con el sector financiero para resolver esas tensiones de tesorería.
“Esta ronda es la solución estructural que necesita Reclamador”, apunta Rabanal. Persigue incorporar a fondos con los que poder acceder a esa financiación. Según las últimas cuentas presentadas en el Registro Mercantil, correspondientes al ejercicio 2016, la deuda con entidades de crédito se elevó por encima del millón de euros (el triple que un año antes) y los créditos a pagar superaban los 2 millones.
En el caso de este proyecto, hacer números es clave. Los márgenes no son muy altos, debido a unas tarifas ajustadas que se basan en el alto volumen de demandas gestionadas gracias a la tecnología (“desarrollamos un ‘software’ de gestión masiva de reclamaciones para el sector legal”). Y Rabanal pone el ejemplo de aerolíneas: “De 250 euros de una indemnización media, nosotros nos quedamos con un 25% (62,5 euros); con ello somos capaces de ser rentables”.
La banca gana peso
Con todo, la compañía no deja de crecer. Ha elevado un 57% sus ingresos hasta los 3,3 millones de euros durante 2017. Se ha quedado algo por debajo de los 3,5 millones previstos. “La facturación es lo más difícil de estimar porque dependes de la velocidad de los juzgados”, justifica el directivo, que se felicita de la creación de una categoría de producto nueva en el mercado: “Se está consiguiendo la democratización de los servicios legales y que acudir al abogado deje de ser un lujo y sea algo mucho más fácil”.
Este crecimiento también ha tenido un reflejo en la plantilla. Hoy por hoy cuenta con 108 empleados en Madrid. De ellos, 40 son abogados; 15 pertenecen al equipo de producto tecnológico (usabilidad y desarrollo de software) y el resto se reparte entre marketing y ventas o atención al cliente.
En sus orígenes, la empresa se apalancó principalmente en la gestión de reclamaciones de aerolíneas. Sin embargo, pretenden compensar la balanza. Si se miden los honorarios facturados (y cobrados), durante el pasado año aerolíneas representó el 60% y el resto, principalmente, banca. “Si se mide lo que hay en cartera, de los 11,3 millones, más del 70% pertenece a banca, principalmente gastos de formalización de hipotecas y cláusulas suelo”, apunta Rabanal.
Hay otro vertical que buscan explotar en el próximo año: el impuesto municipal a las plusvalías. Esperan que de los pleitos en cartera que tengan a cierre de 2018 representen el 25%. “El potencial de mercado en honorarios en el mercado relacionado con vivienda -suelo, gastos de formalización y plusvalía municipal- es de 20.000 millones de euros”, apunta Rabanal.
Competencia en España: bufetes de nuevo cuño
¿Cómo ha evolucionado en este año la competencia? No hay grandes cambios. Según el fundador, han surgido principalmente despachos pequeños y se han consolidado otros grandes, como Arriaga Asociados o Rosales, que han crecido de manera exponencial en los tres últimos años.
Estos dos bufetes han pisado el acelerador en los últimos ejercicios, al calor, principalmente, de las cláusulas suelo. El caso de Arriaga Asociados es el más paradigmático: ha pasado de 6 millones de ingresos en 2014 a 38,4 millones en 2016 (último año del que hay datos en el Registro Mercantil). En Bufete Rosales han pasado de 1,4 millones a 10,7 millones.
Salto al exterior, postergado
La compañía mantiene su apuesta exclusiva por el mercado español. Tras su incursión en Portugal, han decidido dar marcha atrás. “Hicimos pruebas durante dos años; nos faltó foco y nos hemos replegado… el de Portugal, como el español, es un sistema legal complejísimo”, asegura Rabanal.
Y es esa la razón por la que también descartan alianzas con otros socios locales en otros mercados. Su modelo debe lidiar con la complejidad del sistema legal de cada país. “Hay más sinergias en abrir más productos legales aquí”, apunta. Es curioso que algunos de sus grandes competidores en el sector de las aerolíneas, como el caso de Euclaim, son extranjeros.
De cara al año 2018, esperan alcanzar una facturación de 4,5 millones de ingresos y mantener el Ebitda positivo. Sin embargo, el objetivo es que el salto “fuerte” en negocio llegue en 2019, donde se coloquen por encima de los 10 millones de euros. Todo ello, sin que la caja se convierta en un problema.