Puede que no lo parezca, pero hacer negocio en la banca es una tarea cada vez más complicada. Sus márgenes son cada vez más estrechos, y la rentabilidad del negocio estrictamente bancario se ve penalizada por los bajos tipos de interés que inundan Europa. Así que, con estos mimbres, las entidades tratan de ganar en eficiencia y rentabilidad. ¿Las vías? Un aumento de los ingresos, vía comisiones, pero también mediante la reducción de gastos.
Un recorte de gastos en el que se enmarca el cierre de 18.000 sucursales en una década y la desaparición de 78 entidades durante la crisis. Una estricta dieta que va a continuar en los próximos meses y que empieza a provocar estragos en las localidad más pequeñas. Esos pequeños pueblos en los que tener una oficina no es rentable y toca escoger entre cerrarla o mantenerla por responsabilidad social.
Es la llamada ‘exclusión financiera’ que ante la progresiva concentración bancaria en grandes núcleos de población está provocando zonas de ‘apagón’. A finales de 2016, fecha del último dato disponible, había 4.114 municipios sin ninguna oficina bancaria. O lo que es lo mismo, casi el 51% de los pueblos de España, dejando en una zona de oscuridad a más de 1,2 millones de personas.
Datos recopilados por el catedrático de la Universitat de València, Joaquín Maudos, quien explica que las zonas de mayor exclusión financiera se dan en Castilla y León, en donde el 16% de su población tiene que desplazarse para hacer sus gestiones bancarias.
Una situación que, a buen seguro, se irá agravando en los próximos meses. Es cierto que el ritmo de cierres y despidos irá disminuyendo, aun así el proceso de concentración va a continuar. El propio gobernador del Banco de España, Luis María Linde, insistía en su última comparecencia en el Congreso en que nuestro país está "excesivamente bancarizado". O lo que es lo mismo, que sobran oficinas. Así que abróchense los machos.
En previsión de lo que pueda estar por venir, en la Asociación Española de Banca (AEB) han decidido coger el toro por los cuernos. Su presidente, José María Roldán, propone ahora la creación de ‘sucursales multimarca’ que sirvan para atender a las poblaciones más pequeñas. De este modo, se lograría matar dos pájaros de un tiro: evitar el apagón y, por el otro, reducir los gastos de las entidades financieras.
La opinión de los bancos
¿Y qué dicen los bancos? Pues todos coinciden en el diagnóstico, pero no todos en la solución. Quizá el más tajante, Ibercaja, quien ha descartado cualquier posibilidad de participar en una iniciativa de este tipo. Otras, como Bankia, optan por buscar sus propias soluciones como la puesta en marcha de ‘Ofibuses’ que van rotando por las localidades durante la semana.
Desde el Santander, su consejero delegado, José Antonio Álvarez, considera que la iniciativa de la AEB hay que “estudiarla en detalle”. A su juicio una “combinación” de cajeros y estrategia digital podría funcionar. También desde el Sabadell la ven con buenos ojos. “Es una cuestión de necesidad social”, decía antes de la Junta de Accionistas su presidente, Josep Oliu.
De hecho, la entidad catalana ya tiene encima de la mesa algunas propuestas como las oficinas multiubicación. Un sistema por el que se agrupan tres oficinas en una sola. Una de las sucursales actúa como cabecera, con la gestión comercial, y las otras dos llevan a cabo la gestión diaria de los clientes. “Proyectos piloto” que se tendrán que analizar con el tiempo para comprobar su viabilidad.
En la acera de enfrente -Caixabank- también estudian de qué forma pueden contribuir a evitar la exclusión financiera. Decía su consejero delegado, Gonzalo Gortázar, que “es una noticia magnífica” que el sector esté preocupado por este tema. Y que la política de su entidad es la de “no abandonar” las localidades en donde son el único banco que está operando. “Es una cuestión de responsabilidad social, no tanto financiera. Pero debemos buscar la forma de hacer más sostenible nuestra presencia en las zonas más pequeñas”, sentenciaba.
También desde el BBVA se muestran partidarios de trabajar iniciativas para evitar la exclusión financiera. En cualquier caso estamos ante el principio de los contactos entre entidades, que ahora deben estudiar pros y contras. El problema esencial está en ver cómo articular esa multimarca. ¿Un día a la semana cada uno? ¿Todos todos los días? ¿Los mismos empleados o personal propio? Son muchas las preguntas que surgen, como también la manera de integrar las operativas de esas oficinas en las redes de cada banco.
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