Si hace 30 años nos hubiesen dicho que no se podría fumar en los bares, que apenas se escribirían cartas o que nuestra vida giraría en torno a una pequeña pantalla de cinco o seis pulgadas, tal vez, no nos lo creeríamos.
En materia de movilidad, sucede lo mismo. Y 30 años dan para mucho. En los años noventa el cinturón no era obligatorio, los coches consumían tanta gasolina como para rellenar una piscina y equivocarse de salida podría suponer una pérdida de tiempo tan considerable como para replantearte un viaje. Todas estas acciones, ahora, nos parecen casi una minucia. Y dentro de tres décadas, seguramente, ni se nos pasarán por la cabeza.
2035 está marcado como el año en el que el coche hiperconectado será una realidad en nuestras carreteras. O al menos así lo pretenden los diferentes sectores implicados en la total integración del automóvil. Antes, según se expuso en el ‘Foro Ageingnomics: El coche conectado como paradigma de la nueva movilidad sostenible’, deberán quemarse otras etapas. “En la actualidad estamos en la fase 3 o 4 de las cinco que existen para ver un verdadero automóvil autónomo”, subrayó Ernesto Salas, director de Relaciones Institucionales de Renault.
En este mismo contexto, se señaló que antes del 2035 se deberán cumplir otras pruebas para que el coche autónomo sea una realidad sobre el asfalto. El primero de ellos está marcado para el año 2020 con la utilización de los coches autónomos en autopistas a baja velocidad. Más tarde, se abrirá un periodo de pruebas a gran velocidad en las carreteras, para que finalmente en 2035, los automóviles hiperconectados campen a sus anchas por las grandes ciudades.
Urbanismo y Ciudades
Las urbes serán las principales beneficiadas ya que dejarán de sufrir los efectos negativos de la masificación de coches en sus principales arterias. El ciudadano comienza a darse cuenta de la importancia de la movilidad compartida para desterrar el uso del vehículo propio y “el coche pasa gran parte de su vida apagado, ocupando espacio y, cuando se enciende, emite mucha suciedad al aire”, explicaba Mariano Silveyra, director en Europa de Cabify. Por ello, la utilización del coche conectado y electrificado parece la mejor solución para descongestionar ciudades.
Industria de la automoción
La llegada de los coches autónomos, electrificados e hiperconectados supondrá una revolución en la industria de automoción, y en otras muchas, que deberán resolver varios interrogantes y retos con la llegada de este tipo de automóviles.
Y muchas empresas ya han comenzado a hacerlo. Renault, Nissan o Seat ya trabajan (incluso codo con codo) en los nuevos modelos de coches autónomos. “Cambiará la forma de fabricar y de conducir. Los conductores querrán decidir si son ellos los que conducen o no y, sobre todo, notar que no están perdiendo el tiempo mientras están dentro del automóvil”, subrayó Salas. La industria prevé que dentro de cinco años habrá cuatro millones de coches eléctricos y cientos autónomos.
Infraestructuras y carreteras
De momento, los automóviles seguirán sobre el asfalto. Por eso, el sector de las infraestructuras también se prepara -y debe hacerlo- para lo que viene. “No solo debemos estar listos para acondicionar las ciudades, las carreteras también requerirán de numerosas mejoras porque estamos hablando de tener que electrificar las redes”, señalan desde Ferrovial, una de las compañías que más licitaciones en carreteras tiene en España y en el mundo. Además, señalan que aeropuertos, estaciones de tren o de autobuses también tendrán que ser “renovadas”.
Operadoras de telecomunicaciones
Más atentas están las ‘telecos’ que ven en el coche autónomo y conectado un filón de rentabilidad. Multinacionales como Telefónica o Vodafone se han unido con empresas automovilísticas para desarrollar coches. Por otra parte, el consumo de datos móviles supondrá un nuevo panorama para las ‘telecos’ y la oferta de, por ejemplo, WiFi que ya va integrado en varios modelos. Por eso, el 5G pasa a ser de capital importancia para el desarrollo de esta nueva era.
La información en los coches conectados será casi milimétrica. Por eso, Mario Armero, vicepresidente ejecutivo de Anfac, puso de relieve la necesidad de dejar claro “a quién pertenecen los datos”. “¿Al usuario?, ¿a las fabricantes? o ¿a las aseguradoras?”, se preguntaba. En este sentido, pidió un marco regulatorio que “deje las cosas claras”.
Ciberseguridad
El objetivo de cero accidentes es el gran cimiento que sujeta el impulso del coche autónomo. Por eso, el sector de la ciberseguridad y el asegurador también deberán replantearse su modelo de negocio. El primero de ellos está claro. No debe permitir la intromisión de ciberdelincuentes para provocar accidentes y ocasionar desperfectos.
Sector asegurador
En el caso del segundo, la reforma debe ser más profunda: José Manuel Inchausti, CEO de Mapfre Iberia, aseveró que “la responsabilidad irá cambiando de los conductores a, tal vez, las firmas automovilísticas o de software”. A su vez también recalcaba que la siniestralidad “se verá reducida y las primas bajarán” por lo que habrá necesidad de reestructurar el modelo de negocio.
Por tanto puede parecer que, a priori, el coche autónomo y conectado puede parecer cosa del sector automovilístico, pero hay otros que deben reaccionar a esta realidad. La carrera ya ha comenzado y la meta aguarda en el 2035.
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