Todos hemos oído alguna vez aquello de que una ardilla podía recorrer España de punta a punta solo saltando por copas de árboles. Lo cierto es que en pleno siglo XXI es una estampa que dudosamente se va a repetir pero, al menos, desde el próximo año un ciudadano también podría ir de Oviedo a Cádiz en coche sin emitir un solo gramo de dióxido de carbono. Y, además, más barato.
Iberdrola ha anunciado esta semana que, como parte de su Plan de Movilidad Sostenible, en el próximo año va a instalar 200 electrolineras de carga rápida en las principales autovías y corredores del país. “Las ventas de vehículos eléctricos han aumentado en los últimos años en España, pero en infraestructura todavía queda mucho que hacer”, afirma a EL ESPAÑOL Raquel Blanco, directora global de Smart Solutions de Iberdrola.
Este proyecto es parte de los 25.000 puntos de recarga que la energética va a instalar para 2021. Va a invertir 10 millones y quiere plantar un ‘enchufe’ al menos cada 100 kilómetros en las seis radiales (A1-A6) y en los tres principales corredores transversales -Mediterráneo, Cantábrico y Ruta de la Plata-. El objetivo es facilitar el uso del vehículo eléctrico más allá de las fronteras de cada ciudad, algo que ayudará a reducir las emisiones contaminantes y, de paso, generará un ahorro en el bolsillo del ciudadano alterando lo mínimo posible sus hábitos de viaje.
“Por eso este plan es una revolución, porque derriba una de las principales barreras a la hora de utilizar el coche eléctrico para recorrer España de punta a punta: la autonomía de la batería”, añade la directiva.
Blanco comenta que la instalación de las estaciones de carga rápida ya ha comenzado y que para finales de este año ya tendrán 30 en funcionamiento. El despliegue ha comenzado en el norte de España, zona donde uno de sus socios, Avia, tiene mayor presencia, confirma la directiva.
Avia es uno de los principales operadores petroleros independientes del país. Cuenta con unas 180 estaciones en trece comunidades, concentradas sobre todo en el triángulo que dibujarían en el mapa Zaragoza, Torrelavega y San Sebastián, pero con presencia relevante también en Andalucía y la zona central. Cuenta además con amplia presencia a nivel europeo, con más de 3.000 estaciones, perfecta para los planes de la eléctrica vasca de permitir a sus usuarios recargar su coche cuando viajen al extranjero.
400 kilómetros por 12 euros
Con esta red ampliada de electrolineras de carga rápida, recorrer los 400 kilómetros que separan Madrid de Alicante nos saldría por unos 12 euros, calculan desde la eléctrica. ¿Cómo? Dependiendo del modelo de coche, la autonomía de la batería oscila entre los 120 y los 300 kilómetros, pero la eficiencia en la conducción y la orografía de la carretera van a influir mucho en lo que nos dura la carga.
Como no queremos sorpresas, hacemos una primera parada a los 180 km para ‘enfucharlo’ un rato y tomar un café. Ese primer tramo ha costado poco más de un euro con la tarifa que Iberdrola fija para sus clientes con vehículo eléctrico.
Quedan otros 220 kilómetros por delante que, hagamos del tirón o no, supondrán una nueva recarga en algún punto del trayecto. Este segundo tramo nos costaría casi 11 euros, unos 5 céntimos de euro por kilómetro, en las estaciones de la vasca.
El mismo trayecto con un coche a gasolina saldría por el triple: con el combustible a 1,4 euros el litro y un consumo medio de 6,5 litros por cada 100 kilómetros, el viaje a la playa se pone en 36 euros. Además, esos 400 kilómetros habrán sido sin emisiones si la energía cargada en casa también era ‘verde’ ya que los puntos de Iberdrola tendrán el certificado de origen 100% renovable.
Este ahorro es el que ha animado a muchos españoles a comprar, aunque sea de segunda mano, su primer coche eléctrico. Es el caso de Javier, un abogado madrileño que cambió su anterior vehículo a gasolina por uno eléctrico que le ofrece una autonomía que ronda los 150 kilómetros. Para él, la diferencia está clara: de pagar más de 70 euros por depósito a la semana, a un euro y medio por recarga que le dura un par de días.
Se mueve por Madrid y lo recarga en casa, por la noche, cuando el precio de la electricidad es más barato. ¿Y para salir de Madrid? También. Algún viaje a Valsaín, en Segovia, o a El Escorial. Eso sí, con algún susto por el camino porque la batería no daba.
La barrera de la batería
El parque de coches eléctricos ha dado un buen salto en el último año, pero todavía nos quedamos un poco atrás respecto a otros países europeos. Cerramos 2017 con poco más de 23.200 vehículos, un 1% del parque total, y la previsión del Gobierno es que en 2020 estemos en 110.000. Según un estudio de Deloitte, es necesario que el parque llegue a entre 4,4 y 6 millones para 2030 (un 25% del total) y a un 90% del total para 2050 si se quiere cumplir con los objetivos de reducción de emisiones de CO2.
La electrificación del transporte es fundamental para cumplir con los objetivos medioambientales de reducción de emisiones: es la actividad que más gases contaminantes genera, un tercio del total (que en 2015 fue de 336 millones de toneladas equivalentes de CO2) y la que menos se ha esforzado por mejorar en los últimos años.
Pero en la penetración del vehículo eléctrico están pesando dos factores, apuntan los expertos. Primero, el precio de los vehículos. Aunque a la larga compense en la factura energética porque sale más barata la recarga que llenar el depósito en la gasolinera, comprar un coche nuevo puede salirse de presupuesto para muchas personas. Segundo, la incertidumbre que siente el usuario sobre la recarga fuera de casa porque no siempre es fácil encontrar una electrolinera (y que funcione) y el tiempo que le supone.
En la actualidad se estima que hay menos de 5.000 puntos de recarga -normalmente ofrecidos por empresas como hoteles o supermercados-, según los datos de la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles, siendo minoritarias las conexiones domésticas. Sólo con los 25.000 puntos que instalará Iberdrola de acuerdo a su Plan de Movilidad Sostenible, el número de electrolineras se multiplicará por ocho en los próximos tres años.
Javier, que compró su vehículo eléctrico de segunda mano consciente, precisamente, de que al ser una tecnología en maduración “en los primeros modelos pagamos el I+D”, tiene claro que es “necesario y recomendable” apostar por la infraestructura que requiere el vehículo eléctrico. Hacerlo es también “consecuente con lo que dicen las autoridades respecto a la necesidad de reducir la contaminación y el ruido”, apunta. “Veo necesario dotar al vehículo eléctrico del mismo impulso que se ha dado a los de combustión”.
Para Diego, que se compró su vehículo eléctrico de segunda mano hace menos de un año y también ha notado las ventajas en el bolsillo a fin de mes, las carencias de la red de electrolineras son una de las razones por las que limita su uso a la ciudad.
Ha hecho algún trayecto más largo, pero confiesa que un Madrid-Cádiz ni se lo plantea. “Si a las paradas que normalmente haces en un trayecto como este, de más de 600 kilómetros, le sumas tener que parar media hora para recargar cada 150 kilómetros… se te hace larguísimo”, apunta. ¿Y un Madrid-Valencia? “Un trayecto así a lo mejor sí me lo planteaba”, reconoce. La batería de su vehículo no permite la carga rápida por lo que contar con el 100% de su autonomía implica una espera de al menos dos horas y media.
En los puntos de recarga rápida y súper rápida que ofrecerá Iberdrola -de 50 kW y 150 kW, respectivamente-, bastarán entre 20 y 30 minutos para que la batería quede prácticamente cargada. En los de recarga ultra rápida la carga puede estar lista en 10 minutos.
Por el momento, Olga lo tiene claro después de varias malas experiencias tratando de cargar su vehículo fuera de casa. Para ella, indica, el coche eléctrico es perfecto para trayectos urbanos o interurbanos cortos, pero de momento no confía en él para salir de viaje por España. “Hacen falta más cargadores en sitios públicos y que se mantengan. No hemos conseguido cargarlo fuera ni una vez porque no funcionan. No haríamos un viaje largo ni locos”, sostiene esta madrileña que, para un viaje más largo apostaría por un híbrido.
Javier también ve necesario que los postes de recarga den certidumbre y estén mantenidos. También ha tenido alguna mala experiencia que le ha obligado a volver a casa y cargar.
Aprendió la lección un día que casi se queda ‘tirado’ subiendo el Puerto de Navacerrada. Pudo apañar la situación aprovechando la carga automática cuesta abajo. “A la altura de Villalba ya tenía un 40% y pude volver a Madrid”, asegura. Reconoce que es importante saber calibrar la autonomía de la batería con el consumo, pero sí se animaría a hacer viajes más largos una vez que la red de puntos de recarga ofrezca esa certidumbre.
¿Cambiarías a otro coche de más autonomía? “Sí, con el tiempo, cuando bajen los precios. El ahorro respecto a uno de combustión es claro y el vehículo no sufre tanto desgaste, así que ahorras mucho en talleres”, apunta este usuario que ha reducido su gasto de unos 70 euros por depósito en su anterior coche al escaso euro y medio que le supone cargar en su casa el vehículo eléctrico.